LA MANCHA VORAZ
Un artículo de Jorge Rachid
Un sistema solidario se basa en un equilibrio dado por la mecánica
etaria, por edades y situaciones, de toda sociedad, es decir desde los
jóvenes a los viejos, desde los sanos a los enfermos y quienes mas ganan
y menos ganan, aportan a un sistema que brinda excelencia y
complejidades terapéuticas en la medida que los aportes de los mas
solventan, los gastos de los menos. Así funciona la solidaridad activa,
en la Argentina y en el mundo, desde la salud a las cajas previsionales,
desde la escuela pública al Estado, todos aportamos al llamado “bien
común”.
Ahora cuando en los 90 el Banco Mundial, con la coerción de los créditos
en realidad endeudamiento externo, avanza sobre los sistemas solidarios
no lo guía ese bien común sino los recursos de los ahorros genuinos de
millones de argentinos que pretenden apropiar y manejar. Así proponen y
logran las AFJP, privatización de la seguridad social en un concepto
individualista y egoísta que constituye el principal saqueo neoliberal
de 90 mil millones de dólares en 14 años. Avanza sobre los trabajadores
en sus condiciones de higiene y seguridad coaptando el 3% de la masa
salarial total y además las prepagas se preparan para manejar 25 mil
millones de pesos al año del ahorro de los trabajadores tendiendo por
lobby, a un seguro de salud universal bancario, descremando el sistema
solidario de salud, apropiándose de 2,5 millones de trabajadores de
altos salarios, en su mayoría jóvenes y sanos.
Este sistema prepago de salud no tenía ninguna regulación, dependía de
la ¡Secretaría de Comercio!, toda una definición, no tiene protocolizado
sus sistemas de prestaciones, elude el Programa Médico Obligatorio de
la
Superintendencia de Servicios de Salud, salvo expresa orden judicial.
Discrimina por edad, da de baja afiliados por patologías, no tiene salvo
en sus prestadores, control de las autoridades de Salud Pública,
elimina el riesgo empresario al camuflarse como Obra Social y recibir el
aporte solidario del APE fondo constituído por los trabajadores activos
con el 10% de su aporte para la salud. Eso se llama descreme: llevarse
las joyas de la abuela y que el entierro lo paguen los parientes pobres,
una constante de la historia reciente desde 1976.
Hoy las prepagas atienden el 10% de la población constituyendo un
sistema financiero-económico antes que un sistema de salud. No es una
crítica a los prestadores muchos de ellos trabajan en ambos sistemas e
intentan coherentizar sus prácticas médicas. A las prepagas no se les
exige un plan de prevención ni una base de datos de crónicos ni siquiera
un protocolo de procedimientos médicos que tiene cualquier obra social,
tampoco se le exige procedimientos de información administrativa
trimestrales como las obras sociales ni son auditados por la SIGEN ni la
AGN, como lo son las obras sociales, que muchos critican pero que
atienden el 48% de la población bajo condiciones de presión constante de
nuevas tecnologías y leyes sin financiamiento, además de jueces alegres
que cualquier demanda la envían a la obra social sin profundizar el
tema ni siquiera de la afiliación fehaciente, todas cuestiones que
agregan gastos y retacean recursos.
Es indudable que en el imaginario colectivo las prepagas son la panacea y
las obras sociales los malestares, esa conciencia fue creada por años
de esmerilamiento de lo solidario, de los trabajadores, de nuestras
posibilidades como país en un mecanismo de denigración que intentó
copiar esquemas fracasados en otras partes del primer mundo como los
fondos de pensión y los seguros médicos, principal eje de discusión
económica en EEUU, referido no a la salud sino a los recursos. Los
medios, herramientas del establismen y adoradores de los organismos
internacionales, a la par que denigradores de nuestros compatriotas no
son ajenos a este imaginario común. “El blanco, son los negros” y estos
no pueden manejar recursos porque “roban”, alguno habrá sin dudas, pero
los de guante blanco de miles de millones de dólares han visto caer sus
causas por prescripción de una justicia sin vendas.
Si se publicase mensualmente la cantidad de cirugías de alta
complejidad asistidas por las obras sociales, la lista de discapacitados
atendidos por las mismas desde chicos, las de enfermos crónicos, de las
prótesis y medicamentos de alto costo y baja incidencia y el gasto por
mes soportado por el sistema solidario, nadie dudaría de su eficacia. Si
les hiciesen reportajes a los pacientes derivados a centros de alta
complejidad incluso al exterior otra sería la percepción. Ningún medio
lo publica, debemos sospechar que por algo será, sponsoreo quizás.
Los trabajadores argentinos han constituido un sistema único en el mundo
que permite atender sus propias contingencias, prevenir su salud y
encima financiar en forma inter-gerencional las prestaciones de nuestros
mayores con un aporte solidario del 3% de la masa salarial total. Tomar
en cuenta que es lo mismo que recaudan las ART para rechazar en forma
sistemática las patologías siniestrales derivadas del trabajo que
ocasiona tres muertos diarios y 700 mil accidentes al año, muchos
atendidos por las obras sociales, de poca crónica en los medios. No
existe otra prestación similar en el mundo, siendo conocido por los
médicos y aquí ocultado que en los principales países del primer mundo
la salud que existe es sólo pública, sin participación del capital
privado, que se financia con fondos públicos no con descuentos
obligatorios a los trabajadores, es decir con impuestos tributarios.
No son las empresas de medicina prepagas quienes están en riesgo, son
las obras sociales de trabajadores que han sido diezmadas por el
carancheo lucrativo del capitalismo. Debo decir también que a partir del
decreto 446/00 de desregulación se canibalizó el sistema entre las
mismas obras sociales, lo cual trajo aparejado hechos de corrupción en
algunas que deben ser combatidos con la justicia en la mano, como
cualquier argentino debe responder ante ella. Los dirigentes no son
ajenos a estas prácticas conocidas y deben ser ahora reconstructores de
la solidaridad en el sistema.
Asimismo debe el estado nacional hacerse cargo de su responsabilidad
primaria en la salud de la población ya que se trata de un derecho
humano esencial y un derecho constitucional por lo que tanto en los
temas de leyes como la discapacidad, las enfermedades huérfanas, la
prevención, la producción pública de medicamentos, la compra
centralizada de los medicamentos de alto costo y baja incidencia, como
la protocolización de prótesis y la sustitución de importaciones en ese
rubro, son temas pendientes.
Derogar el 446/00 es establecer de nuevo el equilibrio solidario, no
hacerlo es profundizar la crisis del sector de atención a la enfermedad
único plan posible en la actualidad, desde el punto de vista médico
social.
No ignoro lo que se ha avanzado en materia de salud a través de la obra
pública con agua corriente y cloacas, verdadero pilar de un plan de
salud según el Maestro Carrillo.
Tampoco ignoro que la Asignación Universal por Hijo en sus precisiones
de vacunación y escolaridad ha mejorado situaciones límites además de
permitir una alimentación completa a la familia argentina. Tampoco
ignoro que las vacunas del nuevo esquema pueden y deben ser elaboradas
en nuestro país, por los laboratorios públicos con investigadores y
profesionales comprometidos y heroicos, no reconocidos, que
silenciosamente avanzan en las enfermedades huérfanas y endémicas
nuestras como el Mal de los Rastrojos y el Chagas, antes que ser parte
de convenios con multinacionales con otras prioridades sanitarias,
lucrativas y muchas veces operaciones mediáticas en salud a través de la
OMS como la gripe A verdadero escándalo internacional.
Como vemos es un universo, el de la salud, para debatir sin sentirse
dueño de la verdad, pero de las pocas certezas que contamos es que el
capital financiero de las prepagas está lejos de Teresa de Calcuta y su
espíritu solidario inundado de amor, de ello dan testimonios miles de
denuncias en las ¡asociaciones de consumidores! porque ante el
avasallamiento a que son sometidos los argentinos atrapados por el
marketing, pocos timbres contestan sus reclamos, llegando generalmente a
la Justicia en su reparación.
Las Mutuales y Cooperativas del país están fuera de esta crítica ya que
las genera una iniciativa solidaria destinada al bien común, como las
obras sociales sindicales, el PAMI y los Institutos Sociales de las
provincias argentinas, todos organismos que han pretendido ser
“gerenciados” por estos sistemas financieros liderados por el Banco
Mundial, que lo sigue intentando ahora con crédito de 600 millones para
salud, y que en algunos casos lo han conseguido con resultados
lamentables desde lo sanitario denigrando prestaciones y desde lo
institucional vaciando sus recursos, impidiendo asimismo un verdadero
plan nacional de salud que cambie el paradigma de la atención de la
enfermedad por la defensa de salud recuperando la soberanía en las
decisiones en especial en la producción pública de medicamentos,
investigación y desarrollo de nuevas tecnologías, producción de materia
prima, prótesis nacionales de alta complejidad, sustituyendo
importaciones y decidiendo nuestras prioridades sanitarias, por fuera de
los organismos internacionales que tanto daño ocasionaron en los
últimos tiempos.
JORGE RACHID
CABA, 28/04/11
jorgerachid2003@yahoo.com.ar