Calificadoras de riesgo y crisis global
La importancia de la calificación de deuda que imponen estas agencias
sobre empresas y estados es que la mayor parte de los inversores siguen
estas calificaciones para tomar sus decisiones de inversión. Incluso
muchas entidades como los fondos de pensión e inversores, que no pueden
invertir en negocios de alto riesgo, poseen reglamentaciones de
cumplimiento automático atadas a las calificaciones de deuda (en mucha
mayor medida de S&P) por las cuales en el momento en que una
calificación de deuda baja a determinado nivel, automáticamente deben
vender sus posiciones. Es decir, si S&P decide bajar la calificación
de deuda de AAA a AA+, automáticamente determinadas entidades
financieras venden los bonos de la deuda de dicho país o empresa. Al
mismo tiempo que se baja la calificación de deuda, se encarece la tasa
que un país/empresa debe pagar para emitir más deuda. Esto, en una
situación de déficit, con recesión, alto desempleo y profundización de
la crisis, como en los llamados países PIIGS (Portugal, Italia, Irlanda,
Grecia y España), refuerza las posibilidades de quiebra, porque
endeudarse se vuelve más caro y cada vez salen más recursos de los que
ingresan, como en la Argentina en 2001.
Hay tres grandes calificadoras de riesgo en el mundo:
Standard & Poor’s (S&P), Moody’s y Fitch Ratings, ubicadas en
ese orden en cuanto a su peso e importancia. La S&P pertenece a la
corporación mediática-educativa McGraw-Hill, que es parte de una red
financiera más amplia: uno de sus principales accionistas (10%) es la
red financiera transnacional, con origen en la City londinense,
Barclays, parte del área de influencias Rothschild, una de las redes
angloamericanas de mayor escala global. Por otro lado, el principal
accionista de Moody’s, la segunda calificadora de riesgo en importancia,
es el fondo de inversión norteamericano Berkshire Hathaway del magnate
Warren Buffett, que es uno de los principales inversionistas de la banca
de inversión Goldman Sachs, parte del área de influencias Rockefeller, y
que entre otras empresas posee Kraft Food, Pacific Corp., MidAmerican
Energy Holdings, el periódico The Washington Post, grupo Clarín, etc. En
tercer lugar se encuentra Fitch Ratings, cuyo dueño es la firma
francesa Fimalac, perteneciente a Marc Ladreit de Lacharrière, director
de Renault, L’Oreal, Casino y miembro del Consejo Consultivo del Banco
de Francia (Banco Central).
El saber quién es quién en las calificadoras de riesgo nos permite
entender –aunque como todo, no de forma lineal— a qué juega y cómo juega
cada una de ellas en estos hechos. Una rápida mirada muestra con
bastante claridad que a fines de 2009 mientras Fitch Ratings apuntaba
sus cañones sobre Grecia, en consonancia con la política de Bruselas
(capital de la UE) de forzar un fuerte ajuste en dicho país y dar paso a
una mayor centralización del gobierno económico europeo mediante la
revisión económica centralizada de los países miembro por parte de las
autoridades de la UE; por otra lado S&P, si bien también presionaba
sobre Grecia, se concentraba sobre España, alentando el efecto
“contagio” sobre el conjunto de la periferia. España, en caso de caer,
arrastraría atrás de sí al euro y a los bancos franceses y alemanes del
plan Unión Europea. En cambio Moody’s parecía no apreciar de igual forma
la situación europea, entre otras razones quizá porque Goldman Sachs,
parte de la misma red de intereses de Moody’s, era la principal banca de
inversión que venía haciendo negocios con el maquillaje de las deudas y
no era de su interés el debilitamiento de la Unión Europea y la caída
del euro hasta ese momento. Por el contrario, a fines de 2009, apuntaba
las presiones hacia el bloque angloamericano-global, amenazando con las
rebajas en calificaciones de la deuda británica y de la deuda
estadounidense, cuyos gobiernos (Obama-Brown) ampliaban su déficit y no
mostraban intenciones de ajustar. La política de ajuste era promovida
tanto por el bloque franco-alemán (especialmente Alemania), como por la
cúpula del partido republicano norteamericano, la banca americana
aliada, los mass media neoconservadores norteamericanos (Wall Street
Journal parte de News Corporations, etc.) y la propia Moody’s. Incluso,
dicha calificadora planteaba buscar la forma de incorporar a Estados
Unidos y el Reino Unido como parte de los PIIGS (cerdos en inglés).
Reconstruyamos los hechos para ver el papel que juegan las
calificadoras. En enero de 2009, antes de que se desatara el vendaval
sobre Europa, S&P rebajó la calificación española, quitándole la
nota máxima sobre su deuda, y también la de Grecia. Recién en octubre,
cuando sale a la luz que el déficit griego era cuatro veces mayor de lo
declarado, en una situación de recesión y sobreendeudamiento, Fitch y
Moody’s ponen en revisión con perspectiva negativa la calificación de la
deuda Griega, pero mantienen la máxima calificación de la deuda
española.
Entre el 7 y el 9 de diciembre de 2009, cuando se profundiza la batalla
sobre Europa, luego del resultado negativo para la city londinense del
reparto de cargos en la UE, la sanción del Tratado de Lisboa y la crisis
de Dubai, la “neoyorkina-londinense” S&P vuelve a la carga sobre
España y Grecia, pasando la perspectiva de estable a negativa en la
calificación de sus deudas (situadas en AA+ y A- respectivamente).
Mientras que la francesa Fitch decide rebajar la calificación de la
deuda griega de A- a BBB+ y nada dice sobre España. En contraposición, y
cambiando el blanco de los ataques, Moody’s el 8 de diciembre plantea
que el deterioro de las finanzas públicas de Estados Unidos y el Reino
Unido pueden acabar poniendo a prueba su calificación máxima de triple
A, y nada dice sobre Grecia y España. En este contexto de profundización
del enfrentamiento entre bloques de poder mundial, con caídas
generalizadas de las bolsas europeas, las autoridades de la Unión
Europea vuelven a repetir lo que ya habían advertido cuando Irlanda
entró en crisis: nunca se dejará caer a un estado del euro. Para
mediados de diciembre, luego de las amenazas, S&P hace efectiva la
rebaja de la deuda griega, mientras que Moody’s recién el 21 de
diciembre de 2009 rebaja la calificación de deuda de Grecia, aunque a un
nivel increíblemente distinto de las otras dos calificadoras: pasa la
nota de A1 a A2, es decir, dos escalones más arriba de S&P y Fitch, y
considerando “extremadamente improbable que el país sufra a corto plazo
problemas de liquidez o refinanciación”. ¡Qué
diferencias de interpretación y análisis!
En este escenario, las salidas planteadas por los sectores dominantes en
pugna, de acuerdo a sus intereses son: 1. default y reestructuración de
deuda (pierden los bancos franceses y alemanes, debilitando la
Eurozona); 2. ajuste y centralización, que lo pagan los trabajadores y
el pueblo con desempleo y rebajas de los salarios (lo que proponen
Francia y Alemania en nombre de la austeridad y competitividad); 3.
rescate mediante el otorgamiento de dinero para cubrir la deuda y el
déficit, que siempre viene con un conjunto de condiciones de ajustes,
privatizaciones, etc. (sobre la forma y las condiciones del rescate
pelean los bloques en pugna); 4. devaluación, que en general también
recae sobre los asalariados deprimiendo sus salarios reales (en este
caso implica salida del euro y la victoria del imperialismo global
angloamericano). La otra salida para que la crisis no la paguen los
trabajadores y los pueblos es hacer de la crisis una oportunidad
histórica. En gran medida es lo que viene sucediendo en varios países de
Latinoamérica en tanto que la lucha en las alturas se profundiza:
protección a la industria nacional (estatal o privada); barreras contra
el capital especulativo; profundización de la intervención estatal en la
economía, especialmente con el control estatal de los resortes
financieros; estimulación del consumo ampliando el mercado interno;
distribución de la riqueza progresivamente aumentando salarios,
prestaciones sociales y facilitando los beneficios a la producción
nacional; refuerzo de la integración regional entre los países
dependientes o semi-coloniales para romper la máxima del “divide y
reinarás”, tan cara a nuestros pueblos.
Con la profundización de la crisis europea, las calificadoras de riesgo
hacen cada vez más explícito su accionar en la guerra financiera,
dejando en claro que son instrumentos de los distintos bloques de poder
que pujan en el actual escenario de crisis global. En este sentido,
Moody’s amenaza a EEUU con bajar su nota de calificación, lo que de
producirse constituiría un nuevo Lehman Brothers, hecho por el mismo
jugador: si en 2008 el ministro de economía de Bush, Paulson, ejecutivo
de la Goldman Sachs, decidió la caída de dicha banca de inversión,
volviendo global, profunda y estrepitosa la crisis financiera global,
ahora la calificadora de riesgo ligada a la Goldman Sachs es quien
amenaza con un nuevo descalabro, con un nuevo golpe al sistema
financiero global. Jugada que va de la mano con el abroquelamiento del
partido republicano para impedir el aumento del límite de endeudamiento
de los EEUU, lo cual pondría al gobierno de Obama en la necesidad de
declarar el default si no hace un ajuste drástico tal y como lo reclaman
Moody’s, los republicanos neoconservadores, el Tea Party y la banca JP
Morgan, beneficiada por el gobierno republicano y Paulson en especial
con la entrega de uno de los bancos caídos (el Bearn Stearns) a precio
de remate. Ante esta nueva movida, el Citigroup, el principal
perjudicado anteriormente por la caída del Lehman, declaró: “Preguntar
qué puede pasar con la economía estadounidense tras un default del
Tesoro es como preguntarle a alguien qué va a hacer después de
suicidarse”, dijo Steven Wieting, analista de Citigroup, dando cuanta
que el mundo puede venírsele otra vez encima y ya el poder de Obama no
va a alcanzar para poder rescatarlo. También hizo la misma amenaza la
agencia de calificación China, Dagong, que incluso ya bajó la nota de
la deuda de los EEUU de AA a A+. Recordemos que fue China quien a través
de su financiamiento a España y Grecia, y comprando euros, permitió al
eje germano-francés superar la escalada financiera de mayo de 2010.
Por otro lado, Moody’s bajó la nota a basura de Portugal e Irlanda
golpeando sobre sus rivales angloamericanos (y angloamericanos-españoles
como el Santander), tratando de correr el eje de la crisis europea, en
línea con la estrategia americana de que las esquirlas de la debacle
europea también lleguen a la city londinense. Mientras tanto, S&P se
concentra en Grecia, España y, ahora, Italia (dónde también juega la
americana Moody’s), en donde los bancos franceses están más expuestos.
En Italia, la mitad de la deuda está en manos de bancos de dicho origen!
“Europa está preparada para defender a la zona euro” (FT, 12-7-2011),
aseguró el ministro holandés de Finanzas, Jan Kees de Jager, que parece
estar defendiendo una fortaleza sitiada. Y como para dejar en claro que
los asedios van a seguir, desde la banca de origen británica Barclays,
Antonio García Pascual, declaró: “El actual programa de la Unión Europea
y el Fondo Monetario Internacional, en el que el sector oficial
incrementa lentamente sus tenencias de deuda griega, no disipó la
preocupación de los inversores con respecto a un eventual default”. Más
leña al fuego.
Por su parte, la francesa Fitch, en línea con sus intereses, sigue
castigando a Grecia para avanzar en el plan de ajustes y forzar las
privatizaciones, pero es “paciente” con Italia. Será porque los bancos
franceses tiene la mitad de la deuda y todavía no quieren mover ese
avispero, que asciende a más de medio billón de euros?
Como se ve cada cual atiende su juego, y cada país es tratado de acuerdo
a la estrategia en dicho territorio del bloque de poder al que
pertenece la calificadora. El problema es que con la agudización de los
enfrentamientos, que constituye el fondo de la agudización de la crisis,
las agencias pierden todo criterio de “objetividad”. En realidad, se
rompió el criterio de objetividad impuesto-instituido y cada uno de los
bloques en pugna trata de imponer su propio “criterio de objetividad”
dejando en evidencia que lo único que existe de objetivo detrás del
mismo es que se trata de una relación de poder. La crisis avanza y
destruye todo lo instituido. La lucha por el orden emergente ya amenaza
con devorar a una de las instituciones centrales del sistema financiero
global angloamericano: las calificadoras de riesgo. Pero la cuestión es
si nuevamente estalla EEUU, si arrastra a China y si el eje
germano-francés logra defenderse del asedio.
Este artículo contiene parte de las investigaciones expuestas en el
capítulo referido a la crisis europea del libro en prensa: Crisis
financiera global. La lucha por la configuración del Orden Mundial. Peña
Lillo/Ediciones Continente, Buenos Aires, 2011.