Frenéticas horas finales en el cierre de listas para las elecciones
desdobladas de septiembre en la provincia de Buenos Aires, que
finalmente se extendió hasta el lunes. La información que llegaba desde
La Plata cambiaba a cada minuto. Ocurrió lo predecible: las alianzas se
cerraron a la fuerza, entre socios unidos por espanto y por necesidad, y
la negociación por las listas podía dinamitar las bases de acuerdos
resbalosos. Se tensó hasta el final. Abundan ahora figuras de peso
-candidaturas que huelen testimoniales- en todas las fuerzas para una
fecha clave del calendario electoral, por sus posibles resonancias en
octubre. Las convulsiones del sábado no son nada que no se haya visto en
otros cierres de listas, pero con nuevos condimentos en esta ocasión.
Por un lado, el peronismo llegó a esta instancia con la interna
descarnada entre el Movimiento Derecho al Futuro de Axel Kicillof y La
Cámpora de Máximo Kirchner, en el contexto de un justicialismo que
discute nuevos liderazgos desde antes de la detención de Cristina. En
esos diretes llegó a las 00 sin definiciones y a la madrugada se
desconocían las listas. Papelón. Cortes de luz como anillo al dedo para
alargar hasta el lunes. Las internas peronistas no son novedad, acaso
ahora solo subió el voltaje y la desprolijidad, al tiempo que se difumó
el verticalismo que el PJ requiere para ordenar la tropa. En tanto, el
joint venture entre el partido de Milei y el de Macri era un hecho
previsible por la tiranía de los números, aunque esa necesidad no le
quita valor como acontecimiento. Por su parte, la UCR buscó a sus socios
naturales como la Coalición Cívica y sumó a los desencantados del PRO
que no avalaban integrarse a la lista violeta. También inscribió bajo el
sello Somos Buenos Aires a peronistas residuales (como el intendente de
Tigre Julio Zamora) y a sectores de centro, como los espacios de Juan
Schiaretti o Facundo Manes. Un “tira y afloje” para otra elección local
que gana una inédita trascendencia. La anterior, los comicios porteños
de mayo para renovar bancas de la Legislatura. En aquella oportunidad,
hubo un escenario inverso, de fragmentación al extremo. Una dispersión
que corrió de la cancha a los discursos locales y a los exsocios de
Juntos por el Cambio. También fue una suerte de línea de largada para
2027 y una pulseada abierta entre el PRO y LLA para establecer criterios
de cara a la nacionales. Ganaron los libertarios y arrastraron a los
amarillos a una alianza en Provincia, donde la lapicera quedó en manos
de Karina. Lo que menos se discutió en mayo fueron planes para la
Ciudad.
Con ese mar de fondo, las elecciones del 7 de septiembre
tienen también una importancia pocas veces vista. No habrá arrastre de
cargos nacionales tras el desdoblamiento, y la cercanía con la fecha
nacional llevó a un coincidente análisis en todos los campamentos: lo
que ocurra en suelo bonaerense determinará el score en la nacional del
26 de octubre, cuando Javier Milei se jugará la gobernabilidad del
segundo tramo de su mandato.
Las fuerzas políticas tomaron nota de
los errores estratégicos de mayo y ahora determinaron que era mejor el
frentismo, aunque sea a los codazos, que una marcha en soledad al
precipicio.
El peronismo fue un polvorín. Discusiones previsibles
durante toda la jornada. Circuló un meme muy acertado, de tres etapas
circulares: 1) Todo detonado; 2) Es amenaza; 3) Se va arreglar. El
“usted está aquí” fue variando de estación con el correr de los minutos.
Pasadas las 3 AM no había novedades. Silencio de todas las tribus.
Un
rato antes, los mensajes eran incesantes. “A estas horas vamos con
nuestras propias listas”. “Hay tensión, pero vamos a cerrar”. “El
problema son los municipios, pero están atados a lo provincial”. Textos
que iban y venían y que obligaban a la templanza. Algo había de
excepcional en los hechos: la prórroga de dos horas, que permitió la
justicia provincial, no es algo habitual. El corte de luz que dejó todo
en stand by hasta la madrugada, dudoso. "¡Cerrado! Estamos terminando de
cargar las listas. Y con la prórroga por el corte de electricidad",
mencionaba una fuente del PJ a Ámbito cuando el reloj rondaba las 3 AM.
Mientras
en el MDF de Kicillof daban a entender que La Cámpora los obligaba a
romper por sus posturas inflexibles, desde el Instituto Patria señalaban
que el problema lo tenía Kicillof y las internas de su propio espacio,
ya que el kirchnerismo le había cedido al gobernador las cabezas de la
Primera y la Tercera sección. El Frente Renovador de Massa difundía que
no iban a pagar los platos por una pelea ajena y que armaba lista corta
en Tigre. Lo mismo indicaban jefes municipales del MDF de Morón o de
Berazategui. La intendenta kirchnerista de Moreno era acusada de cerrar
las listas. Y así. El acuerdo trabajoso, con una prórroga no habitual en
estas faenas, que dejó en claro que sin un liderazgo unificado las
discusiones se hacen eternas. Y asimismo aparece en el horizonte un
equilibrio entre alfileres entre las vertientes de Fuerza Patria. Una
unidad que solo se sostiene por la obligación de ser competitivos en las
urnas ante la amenaza de Milei y el furgón de cola del PRO. Los
alfileres son las promesas para la nacional. El kirchnerismo cedió
lugares para septiembre bajo el juramento de que Kicillof y los suyos
serían actores de reparto en octubre.
También hubo discordia,
mencionaron fuentes partidarias, por la incorporación de candidaturas
testimoniales, resistidas por unos y aceptadas por otros. La misma
disputa se generó en los tramos municipales, con diferencias en una
veintena de distritos, que en todos los casos conjugaba con el tramo
provincial.
"Hay lista de Fuerza Patria en los 135 municipios. Salen
observadas porque tienen una sola firma de las tres necesarias pero eso
se subsana", explicaban pasadas las 2 AM desde el Frente Renovador,
donde destacaban el rol negociador de Massa.
Finalmente, hubo apretón
de manos a regañadientes. Se salvó la ropa en tiempo de descuento.
Desde lo institucional, flojo de papeles. Poco auspicioso para lo que
viene.
Aunque restaban la planillas oficiales, se encaminaba el
domingo el ministro Gabriel Katopodis para la Primera, la vice Verónica
Magario por la Tercera. Es decir, cobró veracidad la tesis de que las
cabezas de las secciones estratégicas quedaban en manos del gobernador.
Diego Nanni en la Segunda, Diego Videla en la Cuarta, Fernanda Raverta
en la Quinta, Alejandro Dichiara en la Sexta, María Inés Laurini en la
Séptima y Ariel Archanco en la Octava, los otros nombres que tomaban
fuerza.
Karina, al frente
Los libertarios lograron atraer con sus
términos y condiciones a los dirigentes amarillos. Estos se integrarán a
una lista violeta y la alianza se llama La Libertad Avanza. Por eso, no
sorprendió el predominio de Karina Milei en la confección las listas.
Si las fotos son simbólicas, la imagen de la hermana del Presidente en
la cabecera la mesa, con Cristian Ritondo, Diego Santilli, Sebastián
Pareja y Lule Menem a los lados fue un mensaje claro. No hubo, en
cambio, injerencias de Santiago Caputo, el vértice del Triángulo de
Hierro corrido de los armados electorales.
La inclusión de un
excomisario, Maximiliano Bondarenko, para encabezar la Tercera anticipa
que la seguridad será el eje de campaña en ese bastión peronista del
conurbano. Diego Valenzuela, intendente de Tres de Febrero y cercano a
Patricia Bullrich, en la Primera es el reflejo del universo deseable por
Milei: los amarillos que se pinten de violeta, son bienvenidos y ahora
bien pagados. Montenegro en la quinta era un rumor extendido. Fue
artífice del acuerdo y se mostraba más cerca de Milei que de Mauricio
Macri. Especulaciones: si Patricia Bullrich es candidata a senadora
nacional, el intendente de Mar del Plata podría saltar al Ministerio de
Seguridad. Otra cabeza PRO: la concejal de Zárate, Natalia Blanco,
lidera la Segunda.
No obstante, y como sigue la guerra abierta con
Jorge Macri en CABA, casa matriz del PRO, hubo intendentes que se
bajaron del acuerdo. Optaron, en muchos casos, por el cobijo radical, el
calor de los tiempos de Juntos por el Cambio, que añoran los macristas.
Justamente,
Somos Buenos Aires abrazó a los rebeldes del PRO y los arrastró a sus
listas. Otro secreto a voces: esos intendentes cercanos a Jorge Macri no
habían cortado puentes con los comités radicales y optaron por no
pintarse de violeta.
Pablo Petrecca de Junín, María José Gentile de 9
de julio, Javier Martínez de Pergamino, Santiago Passaglia de San
Nicolás, algunos de los jefes comunales que se alejaron de la decisión
formal del partido. Las dudas estaban en los pasos de Soledad Martínez,
intendenta de Vicente López y vice del PRO nacional. Alineada a Jorge
Macri, finalmente quedó dentro de la alianza. “Soledad hizo un gran
esfuerzo para que prime la decisión de Mauricio Macri de hacer un frente
con LLA. Boleta y lista según definición de criterios de Soledad. Se
respetó el criterio de 70 a 30 en las proporciones: 70% de candidatos de
la intendenta y 30% de LLA”, dijeron desde su entorno.
Sobre el filo
del plazo, en el PRO mencionaban que los cinco grandes sectores del
partido estaban representados: Ritondo, Santilli, Montenegro, Soledad
Martínez y Néstor Grindetti. Los “entrables” eran dos nombres por
sección electoral.
Por la alianza liderada por la UCR, los destacados
fueron el peronista Julio Zamora, alcalde de Tigre, por la Primera, y
Pablo Domenichini, alfil de Martín Lousteau y uno de los titulares del
radicalismo provincial, por la Tercera.