En 2021 se crearon 190 mil empleos privados registrados, con una
expansión del PIB del 10,3 por ciento, lo que arroja un promedio de unas
19 mil posiciones por cada punto de suba de la economía, mucho menos
que las 45 mil anticipadas. Al comienzo del año había 5 millones 805 mil
ocupados y, al final, 5 millones 995 mil, de acuerdo a la información
oficial presentada esta semana.
Sin embargo, la economía de 2021
todavía estuvo muy afectada por la pandemia, en especial varios rubros
que son intensivos en demanda de empleo. El sector gastronómico quedó 34
mil puestos abajo que antes de la llegada del coronavirus, el
transporte terrestre perdió 23 mil (ómnibus, taxis y remises), el
transporte aéreo sufrió una caída del 36,9 por ciento en su plantel de
su personal (2500 empleos), las agencias de viajes quedaron con 26 por
ciento menos de trabajadores; los servicios culturales y museos aún
tienen que recuperar el 17,5 por ciento; las peluquerías y spa, 17,4 por
ciento, y los servicios de alojamiento, 13,8 por ciento. En la medida
que la pandemia vaya quedando atrás y la economía se mantenga en la
senda del crecimiento, esos sectores aportarán a la recuperación
general. Servicios financieros, contables, inmobiliarios, imprentas,
enseñanza, actividades deportivas y juegos de azar, entre otros,
aparecen en la misma situación. En febrero de 2020, antes de la covid
19, los ocupados en el sector privado registrado eran 5 millones 985
mil. Es decir, en febrero de 2022 se superó esa cifra en 10 mil
personas. Todavía restan generar 156 mil empleos formales para llegar al
nivel de febrero de 2019, cuando los ocupados eran 6 millones 146 mil.
Si la economía creciera 4 puntos este año y los rubros mencionados más
arriba pudieran superar la crisis del coronavirus, esa brecha quedaría
más que salvada.
Cada vez más gente, en ese proceso virtuoso,
volvería a estar adentro del mercado de trabajo, lo que no significa a
salvo de la inflación, los bajos salarios, la precarización y la
pobreza, en muchísimos casos. El crecimiento económico es condición
necesaria pero no suficiente para revertir la pesada herencia del
macrismo y la pandemia.
La caída de la desocupación al 7 por ciento
en el cuarto trimestre de 2021, el nivel más bajo desde 2015 (era del
5,9 por ciento en el tercer trimestre de ese año, último registro
oficial del gobierno de Cristina Kirchner antes de que Cambiemos
discontinuara esa serie), es un buen ejemplo de que la política
económica está siendo efectiva para dar respuesta a uno de los problemas
más lacerantes para la sociedad: la falta de trabajo.
Eso ocurrió
al mismo tiempo que se negociaba el acuerdo con el Fondo Monetario
Internacional y se ajustaba el gasto público, según la interpretación de
amplios sectores del Frente de Todos, empezando por la vicepresidenta,
que lo denunció en su carta pública del 17 de septiembre del año pasado.
El
Gobierno niega que haya aplicado un programa de ajuste, sino que, por
el contrario, sostiene que las políticas de financiamiento a la
producción, de tasas subsidiadas, el Repro II, la Tarjeta Alimentar, los
bonos a jubilados, la nueva fórmula de movilidad, el impulso al salario
mínimo y las paritarias, el restablecimiento de las becas Progresar, la
ampliación de la cobertura de la seguridad social y previsional, en un
encuadramiento de la política económica que abandonó el modelo de
valorización financiera de Juntos por el Cambio y retornó al del
despegue productivo, apuntala el crecimiento.
En el peor momento de
la pandemia, el segundo trimestre de 2020, la desocupación escaló al
13,1 por ciento. Macri había dejado 8,9. Desde aquel pico provocado por
el cierre de actividades, el desempleo no hizo más que descender: 11,7
por ciento en el tercer trimestre de 2020, 11 por ciento en el cuarto,
10,2 en el primer trimestre de 2021, 9,6 en el segundo, 8,2 en el
tercero y, finalmente, 7 en el cuarto.
Esa evolución coincide con el
comportamiento del consumo privado, el principal motor del PIB: también
acumula seis trimestres consecutivos de recuperación, hasta ubicarse 1,6
puntos porcentuales en diciembre del año pasado arriba del nivel que
dejó Macri en diciembre de 2019.
Mejor aún es el desempeño de la
inversión. Es el factor de la demanda agregada que más crece. El
promedio del cuarto trimestre de 2021 fue 16 por ciento superior al
promedio de igual período de 2019. Desde que comenzó el gobierno de
Alberto Fernández se acumularon 1320 anuncios de inversión de empresas
privadas, por un total de 57 mil millones de dólares. Una porción
significativa son compañías extranjeras, lo que desmiente la falsa
noticia del éxodo de empresas que agita la prensa dominante.
Los dos
rubros estrella de la inversión en esta etapa son la energía y la
minería. En el primer caso involucra el 42,6 por ciento de los anuncios,
con 24.584 millones de dólares. La explotación de Vaca Muerta es el
elemento principal, pero también hay proyectos en energías renovables y
electricidad. En minería, en tanto, se desembolsan inversiones por
12.885 millones, el 22,4 por ciento del total.
El Gobierno presentará
el próximo martes la hoja de ruta de un plan de desarrollo productivo
hacia el 2030, tal como anticipó el Presidente en el discurso ante la
Asamblea Legislativa del primero de marzo. Ese proyecto no podía tener
anclaje en la realidad mientras estuviera pendiente la refinanciación de
la deuda con el FMI.
En este punto, es importante dejar claro que el
acuerdo con el organismo es la reprogramación del crédito que tomó
Macri en 2018. Dentro del Frente de Todos algunos lo presentan como si
el Poder Ejecutivo hubiera decidido hacer lo mismo que Juntos por el
Cambio y salir a buscar plata al FMI. No fue así. Lo que se hizo fue
negociar cuatro años y medio de plazo hasta empezar a devolver aquel
préstamo ruinoso que asumió Macri y compañía.
Ese tiempo es necesario
para desarrollar políticas que incentiven el crecimiento, la inclusión
social, la recuperación de derechos para las mayorías populares, el
avance de las exportaciones para generar divisas y superar la
restricción externa. Sin acuerdo con el Fondo no alcanza, con acuerdo no
es suficiente. Dependerá de lo que se haga de aquí en más. Algunos en
este punto consideran que el vaso está medio vacío. El Gobierno deberá
demostrar que está medio lleno y que trabajará para llenarlo por
completo.