Luego de participar en la recepción oficial por parte de las autoridades
de la empresa Arianespace, lanzadora del ARSAT-1, De Vido anticipó que
"con la gente de INVAP y de ARSAT ya estamos trabajando para lanzar el
ARSAT-2 a mediados del año próximo, planificando el ARSAT-3 y analizando
las posibilidades para el ARSAT-4, o sea que Argentina tiene una
proyección de desarrollo importantísima".
"El ARSAT-1 va a cubrir
todo el territorio nacional, y con el ARSAT-2 vamos a llegar al todo el
subcontinente sudamericano; estamos trabajando con (el secretario de
Comunicaciones) Norberto Berner para reunir a todos los países
latinoamericanos que cuenten con agencias espaciales en un espacio común
como hacen en la Unión Europea", explicó.
"Acá está el trabajo
de más de tres mil técnicos y científicos argentinos que posibilitan que
Argentina sea uno de los ocho países en el mundo capaces de construir
un satélite de este tipo y operarlo, porque recordemos que cuando el
ARSAT-1 se desprenda del cohete va a pasar a ser operado desde la base
terrena de Benavídez desde dónde será puesto en órbita en la órbita
71,8ª", enfatizó el ministro.
"La Patagonia y la Antártida
Argentina no estaban hasta ahora cubiertas por ningún servicio
satelital, las màs de cuatro mil escuelas que hoy están conectadas a la
red van a ver reforzado ese servicio, y además, va a quedar el
desarrollo de una tecnología propia, diseñada por nosotros, que no
depende de importaciones y se lleva adelante en pesos y no en moneda
extranjera", destacó.
De Vido aclaró que "hoy la
Argentina le tiene que pagar 25 millones de dólares anuales a las
empresas que prestan servicios satelitales, esto no sólo va a permitir
ese ahorro, sino que ya fomentó más de tres mil puestos de trabajo
calificados en telecomunicaciones".
"Argentina casi pierde una se
sus órbitas asignadas por haberla abandonado, la empresa responsable
del satélite Nahuelsat se había ido y nuestro país era uno de los tres
en el mundo, junto a Gabón y Burkina Faso que tenía su espacio
radioeléctrico concesionado. Fue el gran trabajo de todo este grupo el
que recuperó esa órbita y con un satélite de fabricación propia",
concluyó.
Por su parte, el secretario de Comunicaciones, Norberto
Berner, apuntó que "por la extensión geográfica de nuestro país y por
la desigualdad en la distribución demográfica se torna muy poco
atractivo para los prestadores privados llevar servicios de
telecomunicaciones a varios puntos de la Argentina".
"Este
satélite va a potenciar el acceso de las telecomunicaciones en las zonas
remotas de nuestro país, y eso es igualdad de oportunidades, porque en
las zonas densamente pobladas hay hasta 5 operadores de
telecomunicaciones, pero a medida que uno se aleja van quedando menos
opciones y es el estado el que garantiza igualdad de acceso", añadió.
El
presidente de ARSAT, Matías Bianchi, dijo que "con CONAE y con ARSAT
estamos trabajando para asegurarnos que la 'sala limpia' de INVAP siga
ocupada por muchos años, porque no podemos perder todo el aprendizaje
que acumulamos en este desarrollo".
"El trabajo pasa por darle
continuidad a la labor de nuestros científicos y darle continuidad no
sólo con satélites para dar servicio en Argentina, sino seguir
trabajando también en una evolución tecnológica de la plataforma",
anticipó.
En ese sentido, Bianchi agregó que "queremos mejorar la
relación entre el peso y la potencia del satélite; la potencia define
la cantidad de servicio que uno puede dar y el peso define el costo,
sobre todo por el tema del acceso al espacio. Apuntamos a una mejora en
la propulsión del satélite con un híbrido entre la propulsión química y
eléctrica que puede sacar peso del motor y ponerlo en la capacidad de
dar servicio".
Bianchi aclaró que "la vida útil de un satélite se
estima en 15 años, por eso los procesos de desarrollo son de largo
plazo y en cada hito se hace una evaluación de cada componente del
satélite y se define que elementos se desarrollan localmente y cuáles se
importan, de acuerdo al impacto que puedan producir en la industria
nacional y en el desarrollo soberano".
"Tenemos que ser capaces
de aplicar todos los aprendizajes que deja este satélite al resto de los
desarrollos tecnológicos argentinos", finalizó.
El proyecto
Arsat-1 demandó 270 millones de dólares y permitió que Argentina no
perdiera la posición orbital 81, muy codiciada porque enfoca desde
Estados Unidos hasta las Malvinas, y con el Reino Unido en espera en la
Unión Internacional de Telecomunicaciones.
El riesgo de pérdida
de la posición orbital ocurrió cuando la empresa Nahuel tenía el
servicio satelital privatizado y debía construir el segundo Nahuel-SAT,
pero discontinuó la actividad; en 2006, el gobierno del presidente
Néstor Kirchner decidió crear Arsat.
En 2007 el primer Nahuel-SAT
salió de servicio al acabar su vida útil y Argentina tuvo que alquilar
el AMC 6, desde donde ahora irán migrando los servicios hacia el
flamante satélite geoestacionario nacional.