"El calor liberado en la disputa debe ser transformado en energía
constructiva de un nuevo momento de Brasil", señaló la mandataria y
llamó a "encontrar puntos en común y una primera base de entendimiento
para hacer" al país "avanzar".
Aclaró, de todos modos, que no
creía que el balotaje "tuviera dividido al país entero", sino que
"suscitó sentimientos contradictorios pero en busca de un único
objetivo: cambiar el país".
La mandataria brindó la alocución en
un hotel próximo al Palacio da Alvorada, residencia presidencial, donde
cientos de periodistas y militantes aguardaban los resultados, y comenzó
sus palabras pasadas las 21.30 hora de Brasil, acompañada por su
padrino y líder del PT, Lula da Silva, que fue ovacionado por la
multitud que eufórica recibió el triunfo.
“Algunas veces en la
historia los resultados apretados producen transformaciones mayores y
más rápidas que las amplias victorias”, remarcó, tras interpretar un
resultado que significó la victoria pero con una fuerte presión del
sector que se mostró disconforme con el gobierno.
En esa línea reconoció que la palabra que predominó esta elección fue “mudanza” (cambio) y que dijo estar dispuesta a “hacer
todo lo posible” para lograr esas transformaciones que necesita Brasil.
“Mis
primeras palabras son de llamamiento a la paz y a la unión”, dijo, y
aclaró: “Unión no es unidad de ideas sino apertura y disposición para un
diálogo, yo estoy dispuesta a dialogar y ese es mi primer compromiso”,
señaló.
Los seguidores, que lloraron y se abrazaron durante toda
la jornada, desahogando una elección que fue reñida e imprevisible,
aplaudieron cada vez que la presidenta mencionó avanzar con la reforma
política, que entre otras cosas promete la democratización de los medios
y el fin del financiamiento empresarial para las campañas políticas.
También prometió cambios en la economía, que sufre en el país una recesión y un freno al crecimiento.
"Vamos
a dar más recursos a la actividad económica en todos los sectores, en
especial al sector industrial; quiero la participación de todos los
sectores productivos y financieros", señaló la jefa del Estado y
remarcó: "Tendré un compromiso riguroso en el combate a la corrupción y
propondremos cambios en la legislación para acabar con la impunidad”.
Tras
más de tres meses de campaña con denuncias, con la muerte del
socialista Eduardo Campos en un accidente aéreo que pareció por un
momento dar vuelta el panorama electoral, la subida y el descenso de
Marina Silva, las alianzas tras la primera vuelta, y en un año donde se
realizó hasta el Mundial de fútbol, el triunfo del PT en Brasil es más
que una batalla ganada.
En el discurso de Roussseff, las lágrimas
de Lula y la euforia de los militantes se observó el desahogo y la
tensión de este proceso y el desafío será ahora el de cumplir con cada
una de las promesas que lograron esta victoria.
Neves, a quien no
le alcanzó con las alianzas y pactos realizados con casi todo el arco
político tras la primera vuelta, quedó en segundo lugar, fortalecido por
haber logrado una gran elección -a menos de tres puntos de Rousseff-,
pero con el reto de mantenerse en la oposición, ahora aceptando o no, la
apertura que planteó la presidenta.
El senador tucano reconoció
haber llamado por teléfono a la ganadora y afirmó ante la prensa, en
Belo Horizonte, su convicción de que "la mayor de todas las prioridades
es unir a Brasil en torno de un proyecto honrado que dignifique a todos
los brasileños".
Las calles de los alrededores de la Alvorada
seguían hasta esta medianoche de lluvia rodeada de seguidores petistas,
que con banderas rojas, paraguas y pilotos, algunos improvisados con
bolsas, bailaban y coreaban el nombre de Dilma y Lula por las avenidas
brasilienses.
Al margen de la renovación presidencial, hubo
segunda vuelta para elegir a los gobernadores de 14 de los 27 estados,
donde los aliados del PT ganaron cinco -incluido Río de Janeiro- y los
opositores se alzaron con nueve, entre ellos Rio Grande do Sul y el
distrito federal de Brasilia.
En Río de Janeiro fue reelecto Luiz
Fernando Pezão, del Partido del Movimiento Democrático Brasileño
(PMDB), centrista y principal aliado del PT, al que pertenece, entre
otros, el vicepresidente también reelecto, Michel Temer.
En
Brasilia, donde el candidato del PT quedó fuera de carrera en la primera
vuelta, el senador socialista Rodrigo Rollemberg, con el apoyo de la ex
candidata presidencial extrapartidaria de su sector, Marina Silva, y
del propio Neves, aventajó al conservador Jofran Freijat y sucederá al
petista Agnelo Queiroz.
Por otra parte, en Rio Grande do Sul,
cuyo electorado es tradicionalmente opuesto a las reelecciones, el
actual gobernador, el petista Tarso Genro, le dejará su lugar a José Ivo
Sartori, del PMDB, que lo derrotó con 61,21 contra 38,79 por ciento de
los votos.