"Todavía no conocemos los motivos del responsable, tampoco sabemos si
hay motivos políticos, aunque parece claro que algunos indicios nos
dicen que sí los hay", dijo el premier, según informó la agencia de
noticias EFE.
La cadena australiana de televisión ABC, por su
parte, aseguró que la policía ya tiene identificado al secuestrador pero
pidió a la prensa que no lo revele para no entorpecer las
negociaciones.
"Puedo confirmar que hay una persona armada en
el local que mantiene a un número indeterminado de rehenes", señaló
Andrew Scipione, comisionado de la Policía del estado de Nueva Gales del
Sur, durante una rueda de prensa.
De acuerdo a los distintos
testimonios, el secuestrador es un individuo joven, de barba y
presumiblemente musulmán porque colgó una bandera que reza "Alá es
grande y Mahoma su único profeta", y mantiene un número incierto de
rehenes en el popular Café Lindt.
Pese a la bandera negra con la
"Shahada" -la profesión de fe islámica-, las autoridades no confirmaron
al secuestrador como un supuesto miembro de la organización yihadista
Estado Islámico.
Por las dudas, los líderes islámicos de Australia publicaron una declaración conjunta en la que condenan la toma de rehenes.
El gran muftí Ibrahim Abu Mohammed manifestó su solidaridad con las víctimas y sus familias.
"El
gran muftí y el Consejo Nacional de Imanes de Australia, condenan este
acto criminal de forma rotunda y reiteran que este tipo de acciones son
censuradas parcial y totalmente por el Islam", señala la declaración.
La
subjefa policial Catherine Burn, en tanto, aseguró que ya conocen las
demandas del secuestrador y están negociando una salida.
Burn no
quiso dar detalles sobre lo que exige el hombre, ni tampoco hizo
declaraciones sobre su identidad, pero confirmó que cinco rehenes
salieron ilesos del Café Lindt, de la zona de Martin Place, en el centro
de Sydney, sin especificar si fueron liberados o lograron escapar.
Primero
salieron tres hombres y dos horas más tarde dos mujeres, una de ellas
con un delantal del establecimiento. Uno de ellos fue llevado al
hospital pero fuentes médicas indicaron que se encuentra bien, informó
la agencia de noticias DPA.
Unos rehenes llamaron a una radio
local y aseguraron que el secuestrador exige una bandera islámica y
hablar con el primer ministro del país. Según relataron, el hombre les
dijo que colocó cuatro bombas, dos en el café y dos en otras partes de
la ciudad, informó el Canal 10.
Burn subrayó que nadie resultó
herido por el momento y que la policía está haciendo todo lo posible
para desbaratar el secuestro de manera pacífica.
El área en la
zona céntrica y de negocios de Martin Place se encuentra rodeada por la
policía y varios edificios fueron evacuados, pero a los trabajadores de
otras oficinas se les pidió quedarse dentro y cerrar las puertas.
También fueron evacuadas la Embajada de Estados Unidos, situada en las
inmediaciones, y la ópera de Sydney.
"Aún no sabemos si esto está
motivado políticamente, a pesar de que obviamente hay algunos indicios
de que podría estarlo", dijo Abbot en la conferencia de prensa brindada
en Sydney.
"Australia es una sociedad pacífica, abierta y
generosa. Nada debería cambiar eso y por eso urjo a todos los
australianos a seguir con su vida como siempre", añadió.
En
septiembre, gracias a una de las mayores redadas antiterroristas de su
historia, Australia logró desarticular varios atentados al estilo del
Estado Islámico (EI).
Tras esos operativos, las autoridades
quitaron sus pasaportes a algunas decenas de ciudadanos sospechosos para
evitar que se sumaran a la milicia del EI en Siria o Irak.
El contacto de la gente con sus familiares en medio de la toma
El
diario DailyMail Australia reveló la comunicación a través de mensajes
de texto con dos personas que están adentro del Lindt Café. El primero
es el de una tía que pudo contactarse con su sobrina y contó que "me
envió un signo de exclamación alrededor de las 9.35, y supe que algo
andaba mal".
En tanto, Mel, la madre de otro de los secuestrados,
contó el mensaje que recibió de su hijo: "Mamá, estoy en el Lindt Café
en Sidney". "Mi corazón se detuvo", contó la mujer a Radio 2GB. "Le
envié un mensaje preguntándole '¿qué está pasando? ¿estás bien?". Su
hijo le respondió: "Estoy bien, mamá. No puedo hablar".