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Los israelíes, ante un dilema electoral: votar o no votar a Netanyahu.

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No hace falta caminar mucho las calles de Tel Aviv o Jerusalén para caer en la cuenta de que las elecciones del próximo martes en Israel se han convertido en un referéndum sobre el primer ministro Benjamin Netanyahu, quien podría perder los comicios pero al mismo tiempo acceder a su cuarto mandato como jefe de gobierno. "O yo, o ellos", reza una publicidad con el rostro del polémico dirigente que puede verse en lunetas de colectivos, taxis y paredes de edificios, y que refleja que hasta el propio premier cree poder sacar provecho de la polarización en torno suyo y de una oposición fragmentada carente de una figura unificadora para hacerle frente.

Netanyahu, de 65 años, es considerado por la derecha como un tenaz defensor de Israel y por la izquierda como el hombre que hace imposible la paz, teniendo en cuenta que "derecha" e "izquierda" en Israel son conceptos muchísimo menos relativos al plano económico y social que a la posición frente al conflicto con los palestinos.

En esencia, el premier saliente, apodado "Bibi", y su partido Likud representan -pese a algunos y ambiguos amagues ideológicos- la continuidad de la ocupación y colonización de Cisjordania y Jerusalén este, territorios capturados por Israel en una guerra en 1967 y donde los palestinos quieren establecer su futuro Estado.

No sólo los palestinos y la comunidad internacional, incluyendo a Argentina, se oponen a esa política, sino que también muchos israelíes la ven, con suma angustia, como la perdición del sionismo a través de la creación, de facto, de un Estado no judío sino binacional, donde la mitad de la población es árabe.

Con el proceso de paz estancado, Israel crecientemente aislado en la escena internacional y su economía marcada por el alto costo de vida y el exorbitante valor de la vivienda, no es raro que vayan ganando terreno opiniones como la Asael Segal, un votante aún indeciso que clama que "ya es hora de mandar a Bibi a su casa".

"Cualquiera menos Bibi. Tantos años en el gobierno y nada se ha movido. Con los palestinos, ningún diálogo. Los alquileres, cada vez más caros. Basta. Cualquiera menos él", dijo Segal a Télam mientras manejaba su taxi por las sinuosas y onduladas calles de Jerusalén, entre las típicas casas con paredes hechas de piedra.

Siendo Israel una democracia parlamentaria, se necesitan 61 de los 120 escaños del Parlamento, llamado Knesset, para formar gobierno, algo que históricamente se logra armando una coalición entre los partidos más votados y fuerzas menores.

Si la agrupación más votada no lo consigue, entonces lo intenta aquella que salió segunda. Por lo general, si fracasa también esta nueva tentativa, se convocan nuevas elecciones.

Los últimos sondeos para los comicios del martes 17 pronostican una victoria del partido de centro Campo Sionista, del líder laborista Isaac Herzog y la ex canciller Tzipi Livni, con unas 24 bancas, tres más que las alrededor de 21 que obtendría el Likud.

Para Amira, una empleada bancaria de 49 años, la coalición de Herzog y Livni representa la mejor opción, "la más confiable para ocuparse de los problemas del país".

"Me preocupan mis hijos, que puedan tener una buena vida acá en Israel, vivir bien económicamente y poder criar una familia y pagarse un departamento sin la ayuda de sus padres, como hizo mi generación", dijo a Télam mientras disfrutaba de un diáfano sábado, el feriado en Israel, en la plaza Habima, en el centro de Tel Aviv.

"También me preocupa el conflicto (con los palestinos), y Bibi sólo nos traerá un conflicto aún más profundo. No le veo una solución en el futuro inmediato ni creo que esté sólo en nuestras manos. Es un problema mundial y regional, pero ciertamente con Herzog y Livni estaremos más cerca de resolverlo", agregó.

En la misma plaza Habima, Michael, un histórico votante del partido de centroizquierda Meretz, juega al fútbol con su pequeño hijo, un "fan de Messi", según dijo.

Para él, "ha llegado la hora de la verdad para Netanyahu".

"Si el Likud sale primero, se terminó todo. Bibi forma gobierno así", afirmó, haciendo chasquear sus dedos.

Michael, de 42 años, se mostró "muy preocupado" por la posibilidad, según muestran los sondeos, de que Meretz quede fuera de la Knesset por primera vez desde la elección de 1996, la primera de la cual participó tras su fundación, en 1992.

"Estuve pensando votar por 'Buzi' Herzog. Pero decidí no hacerlo porque quiero que Meretz entre a la coalición (de gobierno) y estoy convencido de que Herzog se beneficiará más de un Meretz fuerte que de uno débil, o de un Meretz inexistente", subrayó.

En las elecciones de 2013, Netanyahu y sus aliados naturales -pequeñas fuerzas nacionalistas y religiosas- lograron sumar 61 escaños. Con esa ventaja, "Bibi" consiguió atraer al gobierno a los partidos centristas de Livni, una antigua militante del Likud, y del ex conductor de TV y presentador de noticias Yair Lapid.

Esto le dio a su gobierno un carácter menos derechista, evitando enajenarse el apoyo de medio país y gran parte del mundo, pero también le causó estancamiento y lo volvió disfuncional.

Las contradicciones se hicieron inmanejables en diciembre pasado, Netanyahu echó a Lapid de la cartera de Finanzas y a Livni de la Justicia y se convocaron las elecciones anticipadas del próximo martes.

Ahora, los bloques han vuelto a un alineamiento más tradicional, con Netanyahu confiando en sus clásicos aliados y Herzog y Livni en una casi segura alianza con Yesh Atid, la fuerza de Lapid, y, aunque menos probable y por distintos motivos, con la nueva agrupación de derecha Kulanu e incluso con los religiosos del Shas.

La suerte está echada y el resultado es impredecible. Pese a las crecientes críticas, Netanyahu todavía cuenta con el apoyo de muchos.

"Voy a votar por Bibi. Necesitamos una política exterior firme. Estamos rodeados de países árabes y, pese a que quiero la paz, creo que, por ser judíos, los árabes nunca nos aceptarán", dijo Itamar Abrevaya, un israelí de 31 años.

"Es algo que está muy arraigado en su cultura y religión. Incluso si les cedemos tierras, a lo cual me opongo, en el futuro encontrarán algún otro motivo para hacernos la guerra", añadió.

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14/03/2015 (1937)        compartir en facebook compartir en twitter compartir en Whatsapp



 


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