En ese sentido comentó que “para Macri será un placer ver un tipo
revolcándose en el piso torturado por tan solo asistir a una
manifestación”, en alusión a los efectos que produce la descarga
eléctrica de las Taser.
Dirigentes de diversas expresiones de la
izquierda y la centroizquierda de la Ciudad de Buenos Aires se sumaron
al repudio al considerar que las armas van a "reforzar el accionar
represivo" de la Metropolitana.
El dirigente y candidato a primer
legislador por Camino Popular, Itaí Hagman recordó que “la Policía
Metropolitana tiene pésimos antecedentes, como la represión en el Parque
Indoamericano, la Sala Alberdi o el Hospital Borda” y reafirmó que
estas armas "pueden ser utilizadas para la tortura”.
También el
Frente de Izquierda repudió la medida judicial y lo hizo a través de las
declaraciones del legislador porteño Marcelo Ramal, quien dijo que el
macrismo "está tomando las disposiciones para reforzar el accionar
represivo" de la Metropolitana.
Por su parte, el sociólogo y
asesor en seguridad en la Legislatura Porteña, Andrés Pérez Esquivel,
aseguró que “la insistencia del gobierno con las Taser parece tener que
ver poco con una cuestión técnica sino con una profunda vocación
antidemocrática y un enorme gusto por los negocios”.
“No hay que
olvidar que las Taser son caras y Montenegro tiene dos demandas penales
por millones de euros de sobreprecios en compra de pistolas sin
licitación y a precio de minorista, y que cada cámara de seguridad nos
está costando 175.000 pesos a los porteños, cuando como mucho deberían
costar 30.000", indicó el hijo del premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez
Esquivel.
En tanto, el subsecretario de Promoción de la
Secretaría de Derechos Humanos de la Nación y autor del amparo que había
frenado la adquisición del armamento, Carlos Pisoni, consideró que el
fallo “es una burla” y recordó que distintos organismos internacionales
se oponen al uso de estas “neopicanas”.
“Hay gente que tiene
problemas cardíacos, o están tomando alguna medicación y no van a
preguntar esas cosas antes de disparar”, graficó.
En sintonía, el
abogado del Observatorio de Derechos Humanos (ODH), Demián Konfino,
calificó de “político” y “retrógrado” la decisión del Superior Tribunal
de Justicia.
“Los fallos de primera instancia y segunda eran
contundentes en negar que una fuerza pública argentina pudiera tener
picanas eléctricas porque no hay diferencia entre picanear a una persona
en un sótano durante un interrogatorio que picanearla en una
manifestación”, manifestó al vincularla a las torturas durante la
dictadura.
“Probamos con informes del Comité de la Tortura de las
Naciones Unidas y recomendaciones de otras fuerzas de seguridad
nacional que es un elemento de tortura que puede violar el derecho
humano a la salud y a la vida”, añadió.
El abogado no dudó en
afirmar que se trató de “un fallo político que se enmarca dentro de lo
que la Presidenta (Cristina Fernández de Kirchner) categorizó como el
Partido Judicial” al argumentar que “no es casual que se lo hayan dado a
conocer a los medios afines el día siguiente a que se conociera el
acuerdo entre Macri y la UCR”.
Criticó que la Policía
Metropolitana “ni siquiera tenía un protocolo para las Taser cuando la
estaban adquiriendo” y aseguró que una vez que sean notificados del
fallo interpondrán un Recurso Extraordinario ante la Corte Suprema de
Justicia.
Más moderada fue la visión de la directora ejecutiva de
Amnistía Internacional Argentina, Mariela Belski, que consideró que “la
utilización de armas Taser puede ser autorizada, pero bajo condiciones
muy estrictas”.
“Nunca deben ser utilizadas por la Policía para
reducir a personas que se considera sospechosas o que se niegan a acatar
una orden de la autoridad. Por el contrario, deben existir criterios
muy estrictos, que únicamente permitan su uso en situaciones en las que,
de no contar con la Taser, la Policía utilizaría armas de fuego”,
agregó.
En ese marco consideró que “hay una responsabilidad
ineludible del Gobierno de la Ciudad de generar un marco claro de
aplicación e implementación de esta política clara y en línea con los
estándares internacionales de derechos humanos”.