La ballena había logrado llegar a la dársena norte este martes por la
mañana, orientada por el equipo que trabajaba desde dos embarcaciones y
dos motos de agua.
Se trata de un ejemplar juvenil que tiene
entre uno y dos años, mide unos seis metros y está desnutrido y
lastimado, ya que al ser un cetáceo de agua salada no puede alimentarse
en el río.
Además, el agua dulce anula su visión y le lastima la piel, indicó Ambiente.
El
objetivo del operativo es “conducirla en su salida al río para que
llegue al mar. En esta tarea, el tiempo apremia porque el animal sufre
el agua dulce que deteriora su piel y sus ojos además de que carece de
alimento”, advirtió la Secretaría.
El operativo continuará
durante la noche con una guardia, y en las primeras horas de la mañana
el equipo de técnicos y expertos retomará sus tareas para guiar al
cetáceo hacia aguas abiertas.
Los especialistas estiman que se
separó del grupo con el que migraba desde la zona Antártica, donde se
alimentan en verano, hacia las aguas de Brasil, donde la especie de
reproduce.
La ballena jorobada migra en otoño, puede recorrer
hasta 8.000 kilómetros hacia el Archipiélago de Abrohlos, uno de los
lugares de reproducción.
Los técnicos y efectivos que trabajan en
el lugar calculan que le llevaría toda la noche llegar al mar, dado que
es una especie que en buenas condiciones nada a unos 30 kilómetros por
hora.
En el hemisferio sur, su principal alimento es el krill,
aunque también pueden alimentarse de plancton y pequeños peces que
forman cardúmenes.
Se estima que la ballena jorobada vive entre
50 y 70 años y alcanza su madurez sexual entre los cuatro y los siete
años, cuando supera los 12 metros de longitud.
Los profesionales a
cargo del operativo consultaron ambientalistas de Mundo Marino y de
diversas ONG, quienes coincidieron en que los protocolos para estos
casos son los que se han seguido en el operativo: proteger al animal y
acompañarlo para que por sus propios medios nade hacia el mar, asegura
la Secretaría de Ambiente en un comunicado.