Y continuó: "En cuanto a las concentraciones, lo que vimos es que en el
algodón sin procesar lo que domina es el AMPA (39 µg/kg y 13 µg/kg de
glifosato), mientras que en las gasas hay ausencia de AMPA, pero sí de
glifosato cuya concentración es de 17 µg/kg".
La hipótesis de
Marino y su equipo es que a medida que se aumenta el procesamiento de
los productos, las sustancias que originalmente se encuentran presentes
en el algodón van disminuyendo.
Los investigadores, que
presentaron los resultados de esta investigación en el 3° Congreso
Nacional de Pueblos Fumigados que se realizó la semana pasada en Buenos
Aires, detallaron que "en cuanto a los hisopos, hay marcas que no
tienen, otras tienen alguna de las dos sustancias y algunas las dos, lo
mismo que sucede en los productos de higiene femenina".
"El
resultado de esta investigación es muy grave. Cuando uno utiliza algodón
o gasas para curar heridas o para uso personal higiénico, lo hace
pensando que son productos esterilizados, y resulta que están
contaminados con una sustancia cancerígena", afirmó por su parte el
pediatra Medardo Ávila Vázquez, referente de la Red de Médicos de
Pueblos Fumigados.
Y continuó: "La mayoría de la producción de
algodón en el país es transgénico y resistente al glifosato, se fumiga
cuando el capullo está abierto entonces el glifosato queda condensado y
pasa directo al producto".
Ávila Vázquez, presidente del
Congreso, confesó que "el estudio nos ha sorprendido a todos porque en
realidad nuestro objetivo era demostrar la presencia de estas sustancias
cancerígenas sobre todo en alimentos, y la investigación de la
Universidad de La Plata abre una nueva puerta que deberemos continuar".
Por
su parte, Marino reconoció que esta investigación tampoco había sido un
objetivo del grupo: "Estábamos investigando las derivas de glifosato en
aplicaciones aéreas, esto es, hasta dónde se expande la sustancia
cuando se fumiga y encontramos un estudio, un paper internacional donde
se decía cómo había que realizar el procedimiento".
Y continuó:
"Hay una premisa básica en investigación que es que cuando uno termina
de hacer laboratorios tiene que contrastarlo contra algo limpio, y el
paper decía que este elemento eran gasas estériles, de uso médico, es
decir las que uno encuentra en las farmacias".
"Entonces fuimos y
compramos gasas, abrimos los paquetes, los analizamos y ahí tuvimos la
sorpresa: encontramos glifosato. Lo primero que pensamos era que
habíamos hecho algo mal, así que tiramos todo y compramos nuevas gasas,
las analizamos y volvimos a encontrar glifosato", relató Marino.
En
marzo de este año, la Agencia Internacional para la Investigación sobre
el Cáncer (Iarc), dependiente de la OMS, agregó a cinco pesticidas como
cancerígenos “posibles” o “probables”, entre ellos al glifosato.
El
investigador describió que "buscamos bibliografía y no encontramos
ninguna publicación nacional ni internacional que hable de residuos de
glifosato y su metabolito en este tipo de productos".
"Los
resultados los hemos obtenido hace una semana, queremos que sean un
disparador para que todos los pongamos a sistematizar la investigación y
en esto estamos, diseñando nuevos trabajados con otras disciplinas,
porque la obligación nuestra es velar por la salud de la población",
concluyó.