Diego Rossi y Gonzalo Carbajal
En políticas de comunicaciones el gobierno de Macri ya mostró sus intenciones. Comenzó con el DNU de modificación ministerial, que superpuso ex profeso competencias a las leyes debatidas y vigentes de Servicios de Comunicación Audiovisual (26.522) y Argentina Digital (27.078). Siguieron una serie de declaraciones, ratificadas mediante operación de prensa publicada en La Nación ( 20 de diciembre), que adelantan otro Decreto de Necesidad y ¿Urgencia? que descabezaría la AFSCA y la AFTIC, organismos colegiados.
El antecedente fue el COMFER, diseñado por el Decreto-Ley 22.285 de
1980, la Ley de Radiodifusión de la dictadura cívico-militar. Allí
regulador y regulados compartían un directorio que incluía, además de
tres militares, a dos funcionarios del Ejecutivo y un representante por
cada patronal de Radio y TV. ¿Qué opinarán los organismos de la sociedad
civil y las minorías parlamentarias que sean invitadas u obligadas a
formar parte por el DNU? ¿Estarán representados los trabajadores, las
universidades, los representantes de las provincias, los pueblos
originarios, los distintos tipos de medios? ¿O darán lugar a ONG como
las creadas para litigar contra las tarifas del cable o contra la LSCA?
¿Quiénes serán los cómplices que vienen dialogando hace meses?
Este
decreto nacería de culo, emanado por un Ejecutivo con plenas facultades
para convocar a sesiones extraordinarias. No existen razones que puedan
avalar tal ilegitimidad de origen para cargarse a dos organismos creados
por leyes del Congreso con apoyo popular.
El Estado Nacional utilizó
el procedimiento de elaboración participativa de normas para
reglamentar la LSCA y el servicio de Televisión Digital (Decreto
2456/2014 y resoluciones AFSCA). Instituciones como CABASE pidieron un
accionar similar para la reglamentación de Argentina Digital. No hay
razones para aceptar de buena fe la vulneración de procedimientos
democráticos.
Esperamos el repudio de empresarios, sociales,
políticos y académicos vinculados a las comunidades de la gobernanza de
Internet y defensores de los valores y los principios de Libertad de
Expresión del Sistema Interamericano de Derechos Humanos. Y de aquellos
“republicanos” que habían criticado por su trámite a la Ley Argentina
Digital.
Este potencial decreto, anunciado con alevosía, tiene la
trampa de cualquier DNU: puede ser aprobado o rechazado pero no
modificado, altera de facto al ordenamiento político-jurídico y nos
retrotrae a épocas anteriores a Alfonsín, a las que nunca debemos
volver.
Podrían cambiar, pero nunca atropellando. «
* Docente e investigador,Facultad Ciencias Sociales - UBA
** Area Comunicación Iniciativa Sur