Este personaje atípico, con sus propuestas grotescas y sus ideas
sensacionalistas, ya había desbaratado hasta ahora todos los
pronósticos. Frente a pesos pesados como Jeb Bush, Marco Rubio o Ted
Cruz, que contaban además con el resuelto apoyo del establishment
republicano, muy pocos lo veían imponerse en las primarias del Partido
Republicano, y sin embargo carbonizó a sus adversarios, reduciéndolos a
cenizas.
Hay que entender que desde la crisis financiera de 2008
(de la que aún no hemos salido) ya nada es igual en ninguna parte. Los
ciudadanos están profundamente desencantados. La propia democracia, como
modelo, ha perdido credibilidad. Los sistemas políticos han sido
sacudidos hasta las raíces. En Europa, por ejemplo, se han multiplicado
los terremotos electorales (entre ellos, el Brexit). Los grandes
partidos tradicionales están en crisis. Y en todas partes percibimos
subidas de formaciones de extrema derecha (en Francia, en Austria y en
los países nórdicos) o de partidos antisistema y anticorrupción (Italia,
España). El paisaje político aparece radicalmente transformado.
Ese
fenómeno ha llegado a Estados Unidos, un país que ya conoció, en 2010,
una ola populista devastadora, encarnada entonces por el Tea Party. La
irrupción del multimillonario Donald Trump en la Casa Blanca prolonga
aquello y constituye una revolución electoral que ningún analista supo
prever. Aunque pervive, en apariencias, la vieja bicefalia entre
demócratas y republicanos, la victoria de un candidato tan heterodoxo
como Trump constituye un verdadero seísmo. Su estilo directo,
populachero, y su mensaje maniqueo y reduccionista, apelando a los bajos
instintos de ciertos sectores de la sociedad, muy distinto del tono
habitual de los políticos estadounidenses, le ha conferido un carácter
de autenticidad a ojos del sector más decepcionado del electorado de la
derecha. Para muchos electores irritados por lo « políticamente correcto
», que creen que ya no se puede decir lo que se piensa so pena de ser
acusado de racista, la « palabra libre » de Trump sobre los latinos, los
inmigrantes o los musulmanes es percibida como un auténtico desahogo.
A
ese respecto, el candidato republicano ha sabido interpretar lo que
podríamos llamar la « rebelión de las bases ». Mejor que nadie, percibió
la fractura cada vez más amplia entre las élites políticas, económicas,
intelectuales y mediáticas, por una parte, y la base del electorado
conservador, por la otra. Su discurso violentamente anti-Washington y
anti-Wall Street sedujo, en particular, a los electores blancos, poco
cultos, y empobrecidos por los efectos de la globalización económica.
Hay
que precisar que el mensaje de Trump no es semejante al de un partido
neofascista europeo. No es un ultraderechista convencional. Él mismo se
define como un «conservador con sentido común» y su posición, en el
abanico de la política, se situaría más exactamente a la derecha de la
derecha. Empresario multimillonario y estrella archipopular de la
telerealidad, Trump no es un antisistema, ni obviamente un
revolucionario. No censura el modelo político en sí, sino a los
políticos que lo han estado piloteando. Su discurso es emocional y
espontáneo. Apela a los instintos, a las tripas, no a lo cerebral, ni a
la razón. Habla para esa parte del pueblo estadounidense entre la cual
ha empezado a cundir el desánimo y el descontento. Se dirige a la gente
que está cansada de la vieja política, de la « casta ». Y promete
inyectar honestidad en el sistema ; renovar nombres, rostros y
actitudes.
Los medios han dado gran difusión a algunas de sus
declaraciones y propuestas más odiosas, patafísicas o ubuescas.
Recordemos, por ejemplo, su afirmación de que todos los inmigrantes
ilegales mexicanos son “corruptos, delincuentes y violadores”. O su
proyecto de expulsar a los 11 millones de inmigrantes ilegales latinos a
quienes quiere meter en autobuses y expulsar del país, mandándoles a
México. O su propuesta, inspirada en « Juego de Tronos », de construir
un muro fronterizo de 3.145 kilómetros a lo largo de valles, montañas y
desiertos, para impedir la entrada de inmigrantes latinoamericanos y
cuyo presupuesto de 21 mil millones de dólares sería financiado por el
gobierno de México. En ese mismo orden de ideas : también anunció que
prohibiría la entrada a todos los inmigrantes musulmanes…Y atacó con
vehemencia a los padres de un militar estadounidense de confesión
musulmana, Humayun Khan, muerto en combate en 2004, en Irak.
También
su afirmación de que el matrimonio tradicional, formado por un hombre y
una mujer, es “la base de una sociedad libre”, y su critica de la
decisión del Tribunal Supremo de considerar que el matrimonio entre
personas del mismo sexo es un derecho constitucional. Trump apoya las
llamadas “leyes de libertad religiosa”, impulsadas por los conservadores
en varios Estados, para denegar servicios a las personas LGTB. Sin
olvidar sus declaraciones sobre el “engaño” del cambio climático que,
según Trump, es un concepto “creado por y para los chinos, para hacer
que el sector manufacturero estadounidense pierda competitividad”.
Este
catálogo de necedades horripilantes y detestables ha sido, repito,
masivamente difundido por los medios dominantes no solo en Estados
Unidos sino en el resto del mundo. Y la principal pregunta que mucha
gente se hacía era : ¿ cómo es posible que un personaje con tan
lamentables ideas consiga una audiencia tan considerable entre los
electores estadounidenses que, obviamente, no pueden estar todos
lobotomizados ? Algo no cuadraba.
Para responder a esa pregunta
tuvimos que hendir la muralla informativa y analizar más de cerca el
programa completo del candidato republicano y descubrir los siete puntos
fundamentales que defiende, silenciados por los grandes medios.
1)
Los periodistas no le perdonan, en primer lugar, que ataque de frente
al poder mediático. Le reprochan que constantemente anime al público en
sus mítines a abuchear a los “deshonestos” medios. Trump suele afirmar: «
No estoy compitiendo contra Hillary Clinton, estoy compitiendo contra
los corruptos medios de comunicación » . En un tweet reciente, por
ejemplo, escribió : « Si los repugnantes y corruptos medios me cubrieran
de forma honesta y no inyectaran significados falsos a las palabras que
digo, estaría ganando a Hillary por un 20%.
Por considerar
injusta o sesgada la cobertura mediática, el candidato republicano no
dudó en retirar las credenciales de prensa para cubrir sus actos de
campaña a varios medios importantes, entre otros : The Washington Post,
Politico, Huffington Post y BuzzFeed. Y hasta se ha atrevido a atacar a
Fox News, la gran cadena del derechismo panfletario, a pesar de que lo
apoya a fondo como candidato favorito…
2) Otra razón por la que
los grandes medios atacaron con saña a Trump es porque denuncia la
globalización económica, convencido de que ésta ha acabado con la clase
media. Según él, la economía globalizada está fallando cada vez a más
gente, y recuerda que, en los últimos quince años, en Estados Unidos,
más de 60.000 fábricas tuvieron que cerrar y casi cinco millones de
empleos industriales bien pagados desaparecieron. 3) Es un ferviente
proteccionista. Propone aumentar las tasas sobre todos los productos
importados. « Vamos a recuperar el control del país, haremos que Estados
Unidos vuelva a ser un gran país. », suele afirmar, retomando su
eslogan de campaña.
Partidario del Brexit, Donald Trump ha
desvelado que, una vez elegido presidente, tratará de sacar a EE.UU. del
Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA por sus siglas en
inglés). También arremetió contra el Acuerdo de Asociación
Transpacífico (TPP por sus siglas en inglés), y aseguró que, de alcanzar
la Presidencia, sacará al país del mismo : « El TPP sería un golpe
mortal para la industria manufacturera de Estados Unidos. »
En
regiones como el rust belt, el «cinturón del óxido» del noreste, donde
las deslocalizaciones y el cierre de fábricas manufactureras dejaron
altos niveles de desempleo y de pobreza, este mensaje de Trump está
calando hondo.
4) Así como su rechazo de los recortes
neoliberales en materia de seguridad social. Muchos electores
republicanos, víctimas de la crisis económica del 2008 o que tienen más
de 65 años, necesitan beneficiarse de la Social Security (jubilación) y
del Medicare (seguro de salud) que desarrolló el presidente Barack Obama
y que otros líderes republicanos desean suprimir. Tump ha prometido no
tocar a estos avances sociales, bajar el precio de los medicamentos,
ayudar a resolver los problemas de los « sin techo », reformar la
fiscalidad de los pequeños contribuyentes y suprimir el impuesto federal
que afecta a 73 millones de hogares modestos.
5) Contra la
arrogancia de Wall Street, Trump propone aumentar significativamente los
impuestos de los corredores de hedge funds que ganan fortunas, y apoya
el restablecimiento de la Ley Glass-Steagall. Aprobada en 1933, en plena
Depresión, esta ley separó la banca tradicional de la banca de
inversiones con el objetivo de evitar que la primera pudiera hacer
inversiones de alto riesgo. Obviamente, todo el sector financiero se
opone absolutamente al restablecimiento de esta medida.
6) En
política internacional, Trump quiere establecer una alianza con Rusia
para combatir con eficacia a la Organización Estado islámico (ISIS por
sus siglas en inglés). Aunque para ello Washington tenga que reconocer
la anexión de Crimea por Moscú.
7) Trump estima que con su enorme
deuda soberana, los Estados Unidos ya no disponen de los recursos
necesarios para conducir una politica extranjera intervencionista
indiscriminada. Ya no pueden imponen la paz a cualquier precio. En
contradiction con varios caciques de su partido, y como consecuencia
lógica del final de la guerra fría, quiere cambiar la OTAN : « No habrá
nunca más garantía de una protección automática de los Estados Unidos
para los países de la OTAN. »
Todas estas propuestas no invalidan
en absoluto las inaceptables, odiosas y a veces nauseabundas
declaraciones del candidato republicano difundidas a bombo y platillo
por los grandes medios dominantes. Pero sí explican mejor el por qué de
su éxito.
En 1980, la inesperada victoria de Ronald Reagan a la
presidencia de Estados Unidos había hecho entrar el planeta en un Ciclo
de cuarenta años de neoliberalismo y de globalización financiera. La
victoria hoy de Donald Trump puede hacernos entrar en un nuevo Ciclo
geopolítico cuya peligrosa característica ideológica principal –que
vemos surgir por todas partes y en particular en Francia con Marine Le
Pen – es el ‘autoritarismo identitario’. Un mundo se derrumba pues, y da
vértigo