Para tan brillante logro que supone dos años dilapidados, el gobierno de Cambiemos Dólares por Pesos, Compremos Lebacs, Oportunamente Vendamos y Huyamos endeudó al país a un ritmo sin antecedentes en más de cien mil millones de dólares, llevó a un déficit fiscal que es récord histórico, pagó tasas de retorno a la especulación financiera de más del 30% anual en dólares, aumentó un 50% la tasa de desempleo, agregó al menos 1,5 millones de pobres y bajó a pique el poder adquisitivo de salarios, jubilaciones, pensiones y planes sociales, entre otras delicias.
Como frutilla del enchastre socioeconómico, Cambiemos nos obsequió también un bonito 65% de inflación bianual, aumento alocado de precios que hacia fin de este año se ha vuelto a descontrolar (2% en noviembre), siendo que la inflación era una materia que, según el Presidente, aprobarían “de taquito”. Bueno.
Pero como si todo lo dicho fuera poco, desde los inicios mismos de su gobierno el presidente Macri ha decidido perseguir judicialmente a opositores y ya ha puesto bajo prisión preventiva a referentes sociales y funcionarios notables del gobierno popular-democrático anterior.
Todos fueron detenidos de manera arbitraria y sin condena, amenazando ahora a través de sus Salieris de Comodoro Py que van por la ex presidenta Cristina Kirchner, apoyándose en una causa ficticia como fue el jamás concretado Memorándum con Irán.
De lo que se trata realmente –lo sabemos todos y más lo saben los que “dicen” no saberlo– es perseguir judicialmente a la oposición en general y específicamente a la principal líder opositora, que, recordemos, en menos de dos meses armó un espacio de representación electoral al que llamó Unidad Ciudadana, que discutió palmo a palmo la primera elección legislativa de este nuevo ciclo neoliberal, aun estando Cristina Kirchner sometida al descrédito mediático sistemático y a una cacería judicial como jamás se vivió en el país desde la recuperación democrática, cuyo objetivo final es apresarla.
Respecto de la detención de la ex presidenta, ya lo analizó contextualizándolo muy bien Eugenio Zaffaroni: “No me imagino la detención de Cristina como un escenario posible porque calculo que están pensando que eso la victimizaría. Pero como escenario posible, en este Estado de derecho deteriorado que tenemos, creo que se puede dar cualquier cosa”.
La imaginación de Zaffaroni –como todas sus opiniones en materia judicial– es muy medida y responsable, pero efectivamente en el país hoy “puede pasar cualquier cosa”, porque cuando los sectores del poder económico y financiero toman el control del aparato de Estado casi sin mediaciones políticas, como en el caso de la ceocracia gobernante, la experiencia muestra que el destino comunitario es funesto.
Al respecto, fue Rodolfo Walsh quien mejor caracterizó el comportamiento estructural del aparato de Estado cuando es dirigido como hoy, bajo prácticas corporativas duras por las facciones más dinámicas del gran poder económico:
“Dentro del sistema, no hay justicia. Otros autores vienen trazando una imagen cada vez más afinada de esa oligarquía, dominante frente a los argentinos, y dominada frente al extranjero. Que esa clase esté temperamentalmente inclinada al asesinato es una connotación importante, que deberá tenerse en cuenta cada vez que se encare la lucha contra ella. No para duplicar sus hazañas, sino para no dejarse conmover por las sagradas ideas, los sagrados principios y, en general, las bellas almas de los verdugos”.
En suma, en esta tercera oleada neoliberal en democracia, impulsados por la idiosincrasia histórica de los sectores sociales que representa el Estado, los aparatos represivos marchan sin prisa ni pausa hacia la persecución y el asesinato político, eso sí, travestidos de “cualquier cosa”, como la que Eugenio Zaffaroni bien nos advierte que “puede pasar”.
*Director de Consultora Equis.