Los datos que se conocieron en estos días confirman que enero 2018
inauguró un año económico muy complejo: presión cambiaria impulsando el
dólar arriba de los 20 pesos, fuerte aumento del déficit comercial,
profundización del desequilibrio de las cuentas públicas, persistencia
de las tensiones inflacionarias y debilidad de la producción industrial,
además de otros factores con impacto negativo en la economía local,
como la suba de la tasa de interés internacional y la sequía que
afectará el volumen de la cosecha de soja y maíz. Así el año económico
comenzó con una serie de indicadores que desmiente la realidad virtual
construida en la Jefatura de Gabinete para ser repetida por el resto de
los funcionarios, hasta por el propio Mauricio Macri, sin evaluar que
así no lo están cuidando y provocando el hit del verano.
Macrilandia
La
“Carta de Jefatura #9-Un ciclo de crecimiento sostenido” es el manual
económico de Macrilandia. El Presidente afirmó de corrido, sin
tropezarse con las palabras, el mensaje central de ese documento: que la
economía está creciendo bajando la inflación, el déficit fiscal, el
gasto público y los impuestos “como nunca antes en los últimos 100
años”, sin dar precisiones que permitan certificarlo, aunque lo que
seguro se sabe es que ese período fue el pactado para una inédita deuda
emitida por el gobierno. Los datos de principales variables de enero
deberían incomodar a los economistas que escribieron ese documento de
propaganda oficial. Son tan contundentes para dejar expuesta la
existencia de una crisis, si se utilizaran los mismos parámetros de
analistas conservadores para evaluar la situación económica durante el
gobierno anterior, como inquietante su proyección.
Panorama
El
cuadro económico de enero 2018 presenta una aceleración en la velocidad
del proceso de deterioro que el dato de actividad positivo del 4,1 y
4,5 por ciento interanual presentado por ITE-Germán Abdala y la
consultora Orlando Ferreres, respectivamente, no permiten disimular.
Déficit comercial
El
saldo negativo en el primer mes del año fue de 986 millones de dólares,
según informó el Indec, multiplicándose por diecinueve respecto a enero
de 2017. Para el año pasado, el gobierno había estimado en el
Presupuesto un déficit de 1866 millones de dólares y terminó siendo de
8471, uno de los desequilibrios más elevados de la historia. Este año
apunta a superarlo. La consultora Radar afirma que el bajo dinamismo de
las exportaciones (-0,4 por ciento en cantidades en 2017) es una señal
negativa en un contexto de profundización del déficit externo, para
concluir que durante 2018 las ventas al exterior seguirán mostrando un
desempeño modesto en términos agregados. El Presupuesto estima un rojo
comercial de 5600 millones de dólares pero con el dato de enero pasado
las proyecciones lo ubican en un piso de 10.000 millones. La apertura
importadora (alza de 32,1 en enero 2018 en comparación al mismo mes del
año anterior) está haciendo estragos en sectores sensibles de la
industria nacional, y como las exportaciones no acompañan ese dinamismo
(suba del 10,7 por ciento), el déficit de la balanza comercial se ha
descontrolado. Es la consecuencia de la eliminación hasta de mínimas
normas de administración del comercio exterior junto a una decisión
deliberada de entablar una relación subordinada y desigual en el
comercio internacional. Esta política inocente para terminar como
novio/a desilusionado/a queda en evidencia cuando Estados Unidos
ratifica la elevación de aranceles que obturan el ingreso a su mercado
del biodiesel argentino (unos 1200 millones de dólares anuales), y
avanza en limitar las importaciones de acero (más de 200 millones de
dólares en ventas argentinas el año pasado), afectando al Grupo Techint,
y aluminio (cerca de 450 millones de dólares), alcanzando al Grupo
Aluar.
Déficit cambiario
Las compras netas de dólares,
las transferencias de divisas al exterior y el saldo neto de la cuenta
turismo sumaron 4463 millones de dólares en enero 2018. Esta intensidad
de fuga de divisas es máxima en lo que va del gobierno de Macri y ya se
ubica en los niveles récord del kirchnerismo. Las compras de billetes en
términos brutos sumaron 2894 millones, participando 1.050.000 personas
en el mercado cambiario, universo que sigue ampliándose. En el Balance
Cambiario del Banco Central se informa que el ingreso de dólares para
especular en las finanzas locales (inversiones de cartera) fue de 533
millones en enero pasado. Es el monto más elevado para ese mes desde el
2001 y fue 233 por ciento superior al registro de enero de 2017. El
último reporte de Fide advierte que el Gobierno se interna cada vez más
en una lógica de valorización financiera y desregulación de los mercados
cambiario y financiero en un contexto de déficit de la cuenta corriente
y de fuga de capitales, que superan cada mes los récord previos. El
Banco Central está alentado una veloz dolarización de la economía, al
eliminar casi todas las regulaciones del mercado cambiario hasta
disponer la insólita medida de autorizar las operaciones de compraventa
de billetes en cualquier comercio (supermercados, hoteles, kioscos) a
partir del 1° de marzo, previa inscripción en un registro oficial. Así
aumentará aún más el volumen operado, que en enero totalizó 51.994
millones de dólares, máximo histórico en la plaza cambiaria, superando
en 4 por ciento el nivel del mes anterior. La sangría de billetes del
rubro turismo al exterior es continua y creciente. En el primer mes del
año, la salida bruta sumó 1567 millones de dólares, casi 10 por ciento
superior al mismo período de 2017, tendencia que si se mantiene superará
los 10.700 millones de dólares de las compras netas de la cuenta
“Viajes, pasajes y otros pagos con tarjetas”.
Déficit fiscal
El
rojo de las cuentas públicas está aumentando pese a los dibujos que
distribuye el secretario de Hacienda con cargo de ministro, Nicolás
Dujovne. El déficit de enero fue de 25.889 millones de pesos, un
impresionante incremento de 366 por ciento respecto de igual mes del año
pasado. Este impactante desequilibrio tuvo su origen en el fortísimo
pago de intereses y capital de la deuda, que trepó a 29.818 millones de
pesos, 226 por ciento más que doce meses atrás. El resultado fiscal
operativo (sin contabilizar el pago de intereses) fue superavitario en
3929 millones de pesos, saldo que se obtuvo con un importante recorte en
la obra pública del 40 por ciento. En Hacienda aseguran que el
comportamiento fiscal de enero fue inusual por el pago extraordinario de
intereses de deuda, por lo tanto prometen que no habrá desbordes en las
metas previstas para este año. Lo cierto es que durante el gobierno de
Cambiemos, pese a las declaraciones de sus funcionarios y de las
alteraciones metodológicas aplicadas primero por Alfonso Prat-Gay y
después por Dujovne, el déficit de las cuentas públicas se ha
incrementado. La ortodoxa consultora Economía & Regiones calculó que
limpiando el cambio de metodología que contabilizó los ingresos del
FGS-Anses, provenientes de rentas sobre activos del sector privado, como
ingresos primarios, y restando los ingresos por blanqueo, el déficit
primario habría subido de 4,0 por ciento (2015) a 5,8 por ciento (2016) y
4,5 por ciento (2017) del PIB.
Déficit de la Cuenta Corriente
El
desequilibrio global de las cuentas externas (comercial, de servicios y
de capital) fue negativo en 1947 millones de dólares en el primer mes
del año, cuando en enero del año pasado había sido de 677 millones. El
alza del 190 por ciento en el déficit de Cuenta Corriente es uno de los
indicadores más preocupante de la actual dinámica de la economía local.
La historia argentina enseña que sus grandes crisis fueron disparadas
por el déficit de la Cuenta Corriente que los acreedores dejaron de
financiar. Un reciente estudio del Centro de Investigación y Formación
de la República Argentina (Cifra-CTA) indica que el déficit de cuenta
corriente trepó a un máximo de 4,9 por ciento del PIB en 2017, superior
al 2,8 por ciento del 2015 y a los registros de la década del ‘90.
Inflación
El
índice de precios al consumidor del primer mes del año fue de 1,8 por
ciento, y el mayorista describió un fuerte salto de 4,6 por ciento,
refutando así los análisis de laboratorio de los técnicos del Banco
Central que aseguran que en la era Macri las devaluaciones tienen cada
vez menos impacto en los aumentos de precios. Las estimaciones de la
inflación en febrero se ubican por encima del 2,0 por ciento. El
Cifra-CTA realizó un aporte sustancial en su informe para poner en
contexto la propaganda oficial acerca de la evolución de la inflación.
En 2017 el aumento del nivel general de precios, medido a través del IPC
Provincias de Cifra, alcanzó el 27,2 por ciento promedio anual. Se
trata de un nivel inferior respecto al registrado en 2016 (41 por
ciento) pero superior al de 2015 (26,5 por ciento). Con excepción de la
inflación en 2014 (del 38,7 por ciento por efecto de la devaluación) y
de 2016 se trata de la inflación más elevada desde 1991. La meta de
inflación del 15 por ciento que quiere imponer el gobierno en la
negociación paritaria ya fue descartada en todos los análisis acerca de
la evolución de los precios para este año, lo que refleja que esa cifra
sólo está en función de recortar el salario real de los trabajadores,
como ya fueron bajados los ingresos de los jubilados con el magro
aumento de 5,7 por ciento a partir de marzo, cuando les hubiera
correspondido 14,5 por ciento con la anterior fórmula de movilidad.
Producción industrial
El
año comenzó flojo en la industria. Tras avanzar un mezquino 1,8 por
ciento en 2017, la industria retrocedió 0,6 por ciento en enero respecto
a igual mes del año pasado, de acuerdo al reporte mensual de la liberal
Fiel. Para la Unión Industrial, el saldo del año pasado fue todavía más
magro: apenas el 1,0 por ciento. El dato de enero impulsó a los
economistas de Fiel a concluir que la recuperación de la actividad ha
perdido dinámica y difusión sectorial. La industria es la actividad que
genera mayor empleo formal en la economía. La evolución del sector
dependerá de la marcha de la economía de Brasil y de la recuperación del
mercado interno, que se verá resentida por la presión del gobierno de
negociar paritarias a la baja respecto a las previsiones de inflación. A
nivel de tendencia, Fiel indica que en julio de 2017 la producción
ajustada por estacionalidad había alcanzado el mayor registro de los
últimos meses para luego alternar sucesivamente avances y retrocesos,
deteriorando los indicadores que dan cuenta de la consolidación de la
recuperación. Destacan que los sectores productores de bienes de
consumo, en especial no durables, seguirán estancados en los actuales
niveles por la caída del ingreso real previsto para el primer semestre.
Concluye así que el crecimiento poco dinámico de la actividad industrial
se prolongará en los próximos meses.
Plazo
El año económico
comenzó profundizando los desequilibrios macro que economistas ortodoxos
y heterodoxos advierten como preocupantes. Ambos tienen un diagnóstico
similar y coinciden en que el actual sendero es insustentable y que sólo
sobrevive con un endeudamiento creciente. La diferencia sustancial es
que los militantes de la ortodoxia están reclamando un ajuste más
contundente, al resumir la cuestión en el nivel del gasto público y del
déficit fiscal. No es sencillo eludir esa trampa porque es el discurso
dominante, pero la crisis económica de Cambiemos es más compleja que el
estado de las cuentas públicas. El histórico talón de Aquiles de la
economía argentina no es el déficit fiscal, sino el sector externo, que
mes a mes empeora cada vez más. La deuda, que crece a un ritmo más
rápido que el ciclo iniciado en 1976, es el único salvavidas del
programa económico, pero el financiamiento externo e interno tiene un
horizonte temporal limitado, plazo difícil de determinar pero que está
más cerca que ayer.
alfredozaiat@gmail.com