Acuerdo para liberar mercados y compras públicas a empresas europeas
Unión Europea-Mercosur y un pacto desparejo con marketing electoral
El canciller Faurie lo celebró como "un acuerdo histórico", con la voz entrecortada por el llanto, aunque aún faltan negociaciones que tomarán varios años. Ventajas parciales para bienes agrícolas, alto riesgo para sectores industriales. Por Raúl Dellatorre
Jorge Faurie, junto a Dante Sica y Luis Etchebehere, cerraron el controvertido acuerdo en Bruselas. Imagen: Noticias Argentinas
El acuerdo de asociación estratégica que suscribieron en Bruselas las autoridades del Mercosur y la Unión Europea abrirá el mercado regional sudamericano a los productos industriales del viejo continente, a cambio del acceso cuotificado, y cumpliendo severas restricciones sanitarias, de productos agrícolas o agroindustriales sudamericanos.
Básicamente, de eso se trata el intercambio que habilitará, cuando
quede perfeccionado, el tratado comercial que el gobierno argentino
presentó como una conquista "histórica" y "pilar clave de la
transformación productiva nacional". Más allá del secretismo con el que
se manejó toda la negociación, que todavía impide conocer en detalle lo
acordado, son pocos y en sectores muy específicos los que esperan que,
de esta apertura comercial, resultarán beneficios para el país. Por el
contrario, son más los que aún esperan en que habrá una reacción
política en contra --principalmente en el Congreso-- que frene un
acuerdo que pondría una lápida definitiva sobre gran parte de la
industria, particularmente en sectores con mayor valor agregado y de
manufacturas de media o alta tecnología.
El acuerdo no sólo implica
una apertura comercial desigual de mercados para bienes industriales
europeos. También representa abrir las licitaciones de compras públicas a
la participación de empresas de la UE, extender plazos de protección
del derecho de patentes (particularmente en agroquímicos y medicamentos)
a corporaciones de ese mismo origen, otorgarle la libre circulación en
mares y ríos internos del Mercosur a la flota europea, y el
reconocimiento de exclusividad del uso de denominaciones de productos
con indicaciones geográficas (por ejemplo, muzzarella, regganito o
parmesano en la denominación de los quesos). El acuerdo se presenta como
supuestamente "balanceado" porque a las firmas argentinas se le abren
similares condiciones en la Unión Europea, pero ocurre que es escasa o
nula la capacidad de las firmas argentinas, en particular, que tengan
patentes, flota fluvial o productos con indicación geográfica (salvo el
cordero patagónico, quizás) que pueda sacar provecho de la referida
apertura. El plano de la negociación parece demasiado inclinado.
El
acuerdo alcanzado y anunciado este viernes, con la urgencia de Argentina
y Brasil por poder presentarlo como "una conquista" para sus
complicados frentes internos, y la pulseada en la UE entre quienes se
oponían (con Francia a la cabeza) y quienes lo impulsaban (con España
como baluarte), no tiene una letra definitiva. Es decir, no es el texto
que irá a los respectivos congresos para buscar su ratificación (los de
los cuatro miembros del Mercosur, por separado, y el Parlamento
Europeo).
La Cancillería argentina presentó el acuerdo alcanzado con
la Unión Europea como una gran conquista después de más de veinte años
de negociaciones infructuosas. Asegura, al repasar los beneficios de
"accesos a mercados", que:
* Europa "liberaliza cerca del 100 por ciento de su comercio, el Mercosur lo hace en un 90 por ciento".
*
La UE ofrece la liberalización completa e inmediata de aranceles para
el 80 por ciento de las exportaciones del Mercosur de productos
industriales.
* El Mercosur obtiene plazos amplios de hasta 15 años para liberalizar sectores sensibles en forma gradual.
* El acuerdo favorece el comercio intraindustrial al reducir los aranceles para insumos y bienes de capital.
Para
los dirigentes de sectores industriales y para el sindicalismo
argentino, no son beneficios sino altísimo riesgo para las empresas
argentinas de perder posiciones frente a la competencia europea, con
escasa o nula posibilidad de acceder a los mercados europeos a cambio.
Los documentos europeos, en tanto, reflejaron el acuerdo marcando
justamente lo contrario, señalando además aspectos fuera del comercio de
bienes sobre los que la Cancillería argentina no informó. De ese modo,
en Europa destacan:
* El acuerdo UE-Mercosur eliminará la mayor parte
de los aranceles a las exportaciones europeas al mercado suramericano y
hará a las empresas comunitarias más competitivas al ahorrarles 4.000
millones de euros en derechos de aduanas al año.
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*
Abrirá nuevas oportunidades en el Mercosur para las empresas europeas
que participan en licitaciones públicas de los gobiernos o que proveen
servicios informáticos, de telecomunicaciones o transportes, entre
otros.
Tampoco está claro cuál será el balance neto de inversiones
extranjeras como resultado del acuerdo. El gobierno argentino, por
ejemplo, confía en que la apertura a la participación de empresas
europeas en las compras públicas, la libre circulación de flotas de ese
origen por las vías fluviales internas y en la oferta de servicios,
promoverá la instalación de firmas del viejo continente en el Mercosur.
Algunos especialistas sugieren, sin embargo, tomar en cuenta el número
de empresas extranjeras que levantarían sus filiales en el país cuando
consideren que les será más conveniente proveer a los mercados locales
desde el exterior. Se señala que eso es lo que sucederá, por ejemplo, en
varias firmas del complejo automotor.