En el mismo diciembre de 2015, esta alta burguesía agroexportadora fue
beneficiada por la quita y rebaja de retenciones. El beneficio se
sostuvo en el tiempo a pesar de las fuertes devaluaciones de la etapa.
Sólo la presión del FMI llevó, recién sobre fines de 2018, a que las
retenciones se reestablezcan parcialmente pero como suma fija, con lo
que rápidamente fueron licuadas por más devaluaciones, como se predijo
desde el minuto cero. La eliminación y rebaja de las retenciones provocó
otro efecto predecible, retroalimentó el déficit interno. Nunca debe
olvidarse que cuando las clases privilegiadas y sus voceros hablan de
equilibrio presupuestario lo que está en la mira son los gastos, nunca
los ingresos. No es una obsesión por la prolijidad contable, sino la
búsqueda de impuestos mínimos.
Pero la baja de impuestos que
benefició durante estos cuatro años a la alta burguesía agraria no fue
un almuerzo gratis, sino una de las piedras angulares del modelo
macrista. Su contrapartida fue el desfinanciamiento del erario y el
endeudamiento público, situación que llevó al retorno de la lógica del
ajuste permanente. El resultado fue la destrucción de las funciones del
Estado, el parate del aparato productivo, el aumento del desempleo, la
pobreza y el hambre. Dicho de otra manera, nada como los impuestos
refleja las relaciones de poder al interior de una sociedad. La falta de
visión sobre los procesos de desarrollo llevó a la alta burguesía
agraria local a creer que efectivamente había almuerzos gratis y que a
ella nunca le llegaría la cuenta.
Siguiendo la lógica de los
impuestos como reflejo de las relaciones de poder en un momento dado, si
el cambio de gobierno significa el empoderamiento de un sector distinto
de la sociedad los impuestos deberán reflejarlo. Alberto Fernández no
lo ocultó durante la campaña. Cada vez que le preguntaron por las
retenciones contestó que el déficit fiscal que heredará del macrismo,
cercano a los 7 puntos del Producto, deberá ser financiado por los
sectores más favorecidos por el régimen que finaliza, entre otras
razones porque ya no hay más espacio para seguir ajustando a los que
menos tienen. Se lo dijo incluso a los enviados del FMI. En el camino
Fernández abandonó el esencialismo fiscalista de los primeros tiempos.
Sostuvo que parte de la reducción del défict será financiada por el
crecimiento, pero al comienzo la suba de retenciones será inevitable.
Frente
a la realidad de los hechos, desde los sectores más concentrados del
agro batieron tambores de guerra. Un video que circula en las redes
sociales, firmado por “Guardianes de la república. Campo + Ciudad”
expresa, con fondo de imágenes de maquinaria agrícola y movilizaciones
en las rutas que rememoran 2008, una literal amenaza: “Las urnas
eligieron a Fernández. Respetamos ese resultado y trabajaremos como
siempre por el bien del país. Pero que nadie se equivoque. Aceptar la
decisión de las mayorías no significa que nos pasen por encima. Estamos
organizados y trabajando, a lo largo y ancho del país y al costado de
las rutas, en cada ciudad, en cada pueblo, estamos conectados y alertas,
para responder a cualquier medida autoritaria y abusiva.” El video
cierra con un contenido más político en un intento de trascender lo
meramente sectorial: “Delirios como una justicia militante, la reforma
agraria, la persecución a la prensa, nos encontrarán juntos y más
fuertes que nunca. Defenderemos la libertad. A los abusos, a los
aprietes y al saqueo les decimos nunca más”. Vale destacar que las
amenazas preventivas son contra un gobierno que todavía no asumió.En la
misma línea se manifestó la Sociedad Rural, para quien “la caída de
actividad, la persistente inflación, la falta de crédito y el déficit
fiscal” no son culpa del gobierno saliente y sus privilegios
sectoriales, sino “consecuencia de desajustes en la economía de larga
data, a causa de un gasto público creciente, desmedido, poco
transparente y de baja calidad”, factores que serían causantes del
“aumento de la pobreza y la marginalidad que, como argentinos, nos
preocupa y nos duele”. Si estas son las causas, entonces el problema no
se resuelve “con un aumento de la presión impositiva, ya de por sí
insoportable, ni con nuevos tributos ni derechos de exportación”, lo que
a juicio de los ruralistas sería contraproducente, sino continuando con
el ajuste del gasto, “el esfuerzo no puede recaer siempre sobre el
sector privado. La política argentina, el Estado nacional y las
jurisdicciones provinciales y municipales deben hacer un ajuste
profundo, sincero y sustentable de una vez por todas”. O sea más de lo
mismo: antipolítica, antiestado, apretar a los que menos tienen y “a mí
no me toquen”. Después de cuatro años de fiesta en la que ni siquiera
estuvo obligada a liquidar exportaciones, con su consecuente impacto en
las devaluaciones y la salida de capitales, la alta burguesía agraria
quiere seguir teniendo almuerzos gratis.
Al nuevo gobierno le tocará
la tarea de enmendar los errores de los tiempos de la 125. Será
necesario separar la paja del trigo y educar a los medianos y pequeños
productores para que comprendan que sus intereses no son los mismos que
los de los grandes exportadores. La tarea principal será entender que
los bajos precios primarios en relación a los precios que pagan los
consumidores no se relacionan con el nivel de retenciones, sino con los
procesos de formación de precios. La explicación deberá acompañarse con
la práctica. Será necesario “abrir las cadenas de valor” y estudiar la
formación de precios a su interior. Las economías regionales vienen de
experimentar en carne propia como la eliminación de retenciones no
cambió los precios recibidos. También saben que es mucho más lo que
pierden en los procesos de comercialización que por presuntos “impuestos
insoportables”.
Un Estado inteligente y activo tiene mucho por
hacer para mejorar los ingresos de la producción primaria, lo que a su
vez es el primer paso para el aumento de las cantidades producidas y la
prosperidad de todos los actores de las regiones, no sólo de los
exportadores.