En Gobierno evaluaba que con el apoyo que manifestaron los gobernadores
-todos salvo los tres radicales y el siempre esquivo cordobés Juan
Schiaretti- quedaba expresada la idea de que no es algo que le quitan a
la Capital sino que se devuelve al tesoro nacional para que lo
distribuya de una manera más equitativa. En definitiva, en el análisis
que hacía un funcionario, comenzó a trazarse el escenario de la campaña
electoral del año que viene.
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El
argumento del Gobierno es que de ninguna manera el decreto de Alberto
Fernández es inconstitucional porque revierte en parte una decisión que
Mauricio Macri también tomó por decreto en 2016. Como sostén a esta
argumentación, distribuían una declaración del propio Rodríguez Larreta
de enero de ese año, a poco más de un mes de la asunción de Macri, en
las que el jefe de gobierno explicaba que no se trataba de fondos de
coparticipación sino de los recursos para sustentar el traspaso de la
Federal. Era para evitar que los gobernadores estallaran contra el
exorbitante aumento de fondos para la Capital, que incrementaba en un
167 por ciento lo que recibía hasta ese momento de parte del Estado. "Se
profundizó una inequidad que nosotros venimos a reparar", insistió
anoche Cafiero en C5N. Si no es coparticipación, es el concepto, se
puede modificar por decreto.
También recalcó que el Estado va a
seguir manteniendo con recursos a la Policía Federal traspasada a la
Ciudad, pero los que consideran que son los estrictamente necesarios y
no con la cantidad que derivó Macri que, según sus cálculos, se excedían
en más de un punto de lo que recibe del Estado. No lo dijo Cafiero,
pero algo que también deslizaban en la Casa Rosada era que no harán nada
respecto a lo que supuestamente la Ciudad cobró "de más" durante estos
cuatro años, incluyendo los meses que lleva esta gestión. Aseguraban que
se trataba de más de 120 mil millones de pesos.
Ambas partes
coincidían en un punto: de esta cuestión ya habían hablado en una
reunión en marzo, antes de la declaración de la cuarentena. Nada más que
mientras el Gobierno lo esgrimía para negar que se tratara de algo
sorpresivo, en la administración porteña lo consideraban un recuerdo
sepia que ni siquiera podía considerarse un antecedente. "Esa
conversación ya se venía teniendo hace tiempo, aunque luego se postergó
por la pandemia. Nadie puede verse sorprendido. Este un tema que incluso
se venía discutiendo desde la campaña", fue más allá Cafiero.
Otra
cosa en la que coincidían era que el diálogo entre las dos
administraciones se mantendría, principalmente por los acuerdos que
pudieran alcanzar durante estos meses de pandemia, más allá de algunas
diferencias puntuales. Incluso había quien recordaba que en uno de las
muchos encuentros que tuvieron en estos meses, Rodríguez Larreta llevó
una vez una carpeta con algunas controversias pendientes entre Ciudad y
Nación. Y que tal vez pueda recibir una compensación por ese lado.
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El
Gobierno trabajó desde el ministerio del Interior el apoyo de los
gobernadores, que en algunos cosas ya se habían pronunciado a través de
las redes sociales. Elaboraron de manera conjunta un documento que
acompañó la prédica oficial acerca de que se trataba de un medida que
apuntaba a reducir los desequilibrios y la concentración económica, una
prédica que Cafiero recordó que Alberto Fernández mantiene desde la
campaña. "Distribuir mejor los recursos no puede enojar a nadie. Se les
saca a la Capital fondos que había recibido de más para dárselos a la
Provincia que atraviesa una urgencia. Es lo que entienden los
gobernadores. Que haya más justicia no puede ser motivo de enojos ni de
medidas judiciales", subrayaban cerca del Presidente.
Un
funcionario con rango de secretario de Estado alineado políticamente con
Fernández ponderaba la salida que le habían encontrado a la encerrona
planteada por la protesta policial y la actitud sediciosa que se había
visto en Olivos. En su análisis, la solución había colocado de nuevo en
el centro del escenario al Presidente, con el gobernador bonaerense Axel
Kicillof en un rol subalterno y necesitado de su asistencia. La salida
fue en ofensiva, al mejor estilo Néstor Kirchner, que cuando parecía
acorralado solía ser cuando mejor se movía. La respuesta de Rodríguez
Larreta, estudiada durante casi 24 horas, también lo colocó en rol
protagónico, sin moverse de la lógica cambiemita: pararse desde el lugar
de quien busca el diálogo y el consenso y se ve injustamente agredido.
"La victimización es siempre su punto de partida", comentaba. Como sea,
se trató de una puja de dos, en esta no entraron ni Cristina Kirchner ni
Mauricio Macri. El funcionario concluía: podría decirse que empezaron
la campaña, hay que ver cuál es la próxima movida.