Obviamente, nuestro río no fue pirateado como las Islas Malvinas a
partir del 3 de enero de 1833, cuando dos buques de guerra desalojaron a
la guarnición argentina de Puerto Soledad. Pero el resultado de la
ocupación es el mismo: la Argentina está impedida de administrar y
usufructuar un territorio –-marino o fluvial–- que geógrafica e
históricamente le pertenece.
La concesión menemista de 1995 resultó,
de hecho, una privatización y extranjerización de nuestra principal vía
acuática, ligada nada menos que a la gesta de los dos mayores Padres de
la Patria, José de San Martín y Manuel Belgrano, y defendida en 1845 y
1846 por Rosas y Mansilla. Por eso esta columna sostiene desde hace
muchas semanas, y notas, que perder el río Paraná es como perder las
Islas Malvinas.
Y quienes sigan teniendo dudas, bueno será que
comparen punto por punto una usurpación y la otra, ambas diferenciadas
solamente en que las Malvinas fueron ocupadas militarmente en el siglo
19 y el Paraná mediante aviesas decisiones y textos en el siglo 20.
Lo
cierto es que cuanto más se estudia esta cuestión, se descubre que la
concesión del dragado del río ofrece a los beneficiarios una doble
ventaja que dudosamente figure en cláusula alguna, y que se constituye
en otra razón de peso para que se termine con la privatización de
nuestro río y el Estado se haga cargo de restaurar la soberanía nacional
en paz y en democracia.
Diversos medios periodísticos entrerrianos
vienen informando que la provincia de Entre Ríos es riquísima en arenas
silíceas, consideradas como el "nuevo oro" de la minería mundial por su
extraordinaria capacidad de auxiliar a la industria petrolera del
llamado fracking, o fractura hidráulica, cuyo desarrollo en la comarca
neuquina de Vaca Muerta es tan grande como desconocido para el público y
que es una técnica de extracción de petróleo consistente en la
realización de perforaciones para luego introducir en ellas y a presión
millones de litros de agua con químicos y arena silícea. Ese compuesto
agrieta las rocas subterráneas y, cuando el líquido escurre, esta arena
mantiene abiertas las grietas y los fluidos brotan a la superficie de
manera continua.
Que se sepa hasta ahora, el mejor tipo de arena apta
para esta técnica es la que se extrae en Entre Ríos. Y si Vaca Muerta
alcanza el desarrollo planificado, va a necesitar unos 8 millones de
toneladas por año. La magnitud y el potencial de extracción y
comercialización de esta arena es incalculable. Pero lo que
específicamente interesa para esta nota es que todas las informaciones
coinciden en que el 80% de la arena usada en Vaca Muerta proviene del
río Paraná y la extracción de esa arena en aguas entrerrianas está
fundamentalmente a cargo de la empresa Arenas Argentinas del Paraná,
creada en 2016 y según su propia página web "con el soporte técnico, la
sólida experiencia y el alto nivel de profesionalismo de la compañía
matriz Jan De Nul Group".
De donde surge que esta familia de origen
belga, concesionaria del Paraná los últimos 25 años, se ha venido
asegurando un extraordinario doble negocio, lo cual quizás no tenga
aspectos reprochables pero es bueno que el pueblo argentino conozca y
esté al tanto.
El fracking se inició hace pocos años en la Patagonia y
se encontró con el problema de la necesidad de arenas silíceas de
calidad. Que las hay en Entre Ríos, lo que llevó al gobierno provincial a
considerar la actividad minera en su territorio, donde según
informantes consultados desde 2018 existiría en la ciudad de Diamante
"un proyecto de capitales belgas frenado por quejas de ambientalistas".
Como
sea, la extracción de arenas silíceas se habría iniciado en la
Argentina hace sólo cinco o seis años, cuando se creó el Grupo Arenas
Patagónicas en la localidad chubutense de Dolavon, a instancias de ex
funcionarios políticos patagónicos aparentemente vinculados a
intendentes de la zona y al dirigente petrolero y ex diputado nacional
Guillermo Pereyra.
Pero notas periodísticas de medios entrerrianos
informaban ya en 2018 que esta provincia había desplazado a Chubut como
principal proveedora de arena silícea y "su mayor cliente es el
yacimiento Vaca Muerta, explotado por YPF, que usa el mineral
entrerriano para la fractura hidráulica en la extracción de
hidrocarburos". Lo cierto es que la demanda de estas arenas creció tan
extraordinariamente que en algunos momentos forzó a YPF a importar este
mineral desde China, Brasil y los Estados Unidos. El negocio arenero
estaría facturando ahora en la Argentina unos 220 millones de dólares
anuales, cifra que se triplicaría en este 2021.
Es interesante
asentar que la empresa Arenas Argentinas del Paraná, del "Jan De Nul
Group", declara haberse convertido "en el proveedor local líder de arena
natural para la exploración y explotación de petróleo y gas, en
estrecha colaboración con las propias compañías de petróleo y gas, a fin
de mejorar la productividad y costo de sus pozos". Sostienen además que
"nuestra arena de fractura es casi 100% cuarzo de alta pureza", y lo
que llaman "instalación semimóvil de procesamiento de minerales" puede
manejar hasta 180.000 toneladas de material entrante. La empresa se
propone convertirse "en uno de los proveedores principales de arena para
el uso industrial en Argentina" a partir de que "podemos proporcionar
arena de sílice de alta pureza (99%) para productos de construcción,
vidrio, fundición, pinturas", etc.
Por cierto, el Sr. Pieter Jan De
Nul, propietario de la empresa, describió así este emprendimiento en una
entrevista en Radio Nacional Paraná: “Vamos a extraer arena, tamizarla y
despacharla rumbo a Vaca Muerta para que las petroleras puedan perforar
sus pozos (...) Vaca Muerta crece y el mercado de la arena también
(...) Hallamos una arena muy específica que no se encuentra en cualquier
lugar y acá está. Es la arena apta para la fractura hidráulica”.
Finalmente,
otra ventaja comparativa de la empresa entrerriana es que las arenas
"no van directo a Vaca Muerta, sino que son enviadas a una planta de
tratamiento que YPF emplazó en la localidad de Añelo (Neuquén), lo que
requiere transportación en camiones a lo largo de 836 kilómetros. Desde
Entre Ríos, en cambio, el material va por ruta hasta Buenos Aires y de
allí en tren hasta la planta neuquina. Esa diferencia reduce costos y da
a las arenas entrerrianas otra ventaja". Y como ya existe el proyecto
de revitalizar el Tren Norpatagónico podrían reducirse los costos entre
Bahía Blanca y Añelo a la mitad, y así Entre Ríos mandaría arena en
barco hasta Bahía Blanca y de ahí en tren hasta la planta de Añelo, lo
que achicaría aún más los costos".
Como se ve, la concesión que urge
terminar para que el control del Paraná lo asuma la República Argentina,
tiene aristas desconocidas y bastante más complejas.