El equipo de Scaloni se impuso con un golazo de Di María en el primer tiempo. Argentina Campeón de América: le ganó 1-0 a Brasil en el Maracaná. Con autoridad y sin pasar sobresaltos a pesar de los intentos de los brasileños, el equipo de Scaloni se impuso en el Maracaná. El único gol fue de Angel Di María. Adrián De Benedictis. La escena fue muy diferente a la de hace siete años, y la alegría le ganó a aquella desazón que significó el Mundial de 2014. El mismo escenario para otra final, en este caso de América, y ante Brasil, el anfitrión. El desenlace fue impactante, sobre todo por el tiempo (28 años) que el seleccionado argentino acumulaba sin llegar a lo más alto.
La Copa América de 1993, en Ecuador, fue lo último que la Selección
obtuvo a nivel mayores. Futbolistas y técnicos de mucha jerarquía no
habían podido quebrar esa racha negativa. Con Lionel Messi como emblema y
con un entrenador que hace su primera experiencia en ese lugar,
Argentina volvió a salir campeón. La proyección, con la Copa del Mundo a
un poco menos de 500 días, es muy favorable.
Argentina presentó un
equipo con audacia para jugar la final. Los ingresos de Di María y
Montiel en el sector derecho, exhibían la intención del entrenador de
provocar el desequilibrio por esa franja de la cancha.
defensor de
River tiene una clara vocación ofensiva, a diferencia de Nahuel Molina, y
es una opción clara para que el equipo pueda salir con la pelota
dominada desde el fondo. Si él lograba combinar con el volante del París
Saint Germain por esa zona, el seleccionado podía contar con un factor
clave en el desarrollo del juego.
Di María suele ser más determinante
cuando se ubica por la derecha, con el perfil cambiado, que cuando
comienza estacionado sobre la izquierda. La buena actuación que tuvo en
la semifinal ante Colombia, cuando ingresó en el segundo tiempo, volcó
la balanza para que el entrenador lo eligiera por sobre Nicolás
González.
La elección salió a la perfección para Scaloni, debido a
que en la primera aproximación a fondo del conjunto nacional, Di María
definió con categoría llegando por ese lado, al tocar la pelota por
arriba del arquero Ederson. La habilitación precisa fue de De Paul, y el
que no llegó a interceptar el pase fue el lateral Renan Lodi.
Argentina,
a diferencia de los otros encuentros, no inició el partido ahogando al
rival cerca de su área, pero intentó que no pase la mitad de la cancha
con tranquilidad. En ese aspecto sobresalió la tarea de De Paul y
Paredes, quienes interceptaron los avances de los brasileños con
continuidad, y despejaban el riesgo hacia el área de Martínez.
El
propio Messi colaboró en ese rubro, y se lo vio más preocupado por
evitar el desplazamiento de sus rivales que por desnivelar en el aspecto
ofensivo. Lautaro Martínez, de esa manera, quedaba demasiado aislado en
los últimos metros, con la única alternativa de poder sumarse en el
contrataque.
Brasil salió a jugar el segundo tiempo con la urgencia
del resultado adverso, y se fue adelantando en el campo hasta llevar el
desarrollo cerca del área de Emiliano Martínez. El arquero fue
importante al evitar la caída de su arco ante Richarlison primero, y el
ingresado Gabriel Barbosa después.
El nerviosismo se fue apoderando
de los jugadores brasileños, que si bien empujaban con acciones
individuales, sus ataques no poseían la claridad suficiente para estar
cerca del empate. Argentina, inclusive, con las variantes que le
imprimieron mayor energía en lo físico, estuvo con chances concretas de
aumentar la ventaja. El propio Messi no pudo definir cuando le quedó la
pelota atrás ante la presencia de Ederson.
El final se acercaba y la
excitación era mayor. La ansiedad contenida entre los jugadores
argentinos explotó cuando el árbitro marcó el final. La euforia se
apoderó y el llanto apareció en el rostro de la mayoría. El técnico
Scaloni fue uno de los más emocionados. Argentina dejaba atrás una etapa
de frustraciones que parecía no detenerse. Pero el final llegó en la
tierra menos pensada: Brasil, y ante el cinco veces campeón del mundo.