Una trama a la que se sumaban intereses económicos que tenían como
protagonista al empresario Alfredo Yabrán. La justicia, la verdad y la
memoria fueron un permanente reclamo en estos 25 años aunque no siempre
se dieron en el mismo momento.
Cuándo y dónde serán los actos por Cabezas
Hoy,
en distintos eventos se recordará la figura de Cabezas y se condenará a
sus asesinos. A las 10, se realizará un acto conmemorativo en el
Monumento que lo recuerda en la entrada de Pinamar, en avenida Bunge
2100. “Plantaremos un árbol y se descubrirá una placa, como lo hacemos
todos los años para esta fecha. Asistirán invitados especiales como el
intendente de Pinamar y representantes de Caras y Caretas que este año
le hicieron una edición especial, amigos, fotógrafos y la familia”,
señaló Gladys Cabezas, hermana del fotógrafo. A las 19, habrá un acto en
la cava donde mataron al fotógrafo. Luego, a las 20, se realizara el
streaming en el canal de YouTube de Página/12 con la moderación de quien
escribe y las palabras de Gabriel Michi (compañero de Cabezas en
aquella fatídica temporada) y Gladys Cabezas, hermana del fotógrafo. A
la misma hora, se inaugura una muestra en la Casa de la Cultura en
General Madariaga. Por otra parte, la Asociación de Reporteros Gráficos
de la República Argentina (ARGRA) realizará un acto a las 11, en la sede
porteña de la entidad, en Venezuela 1433, con "No hay democracia sin
justicia. No hay justicia sin verdad y no hay verdad sin memoria".
También habrá varios actos en el interior del país como Villa Mercedes,
Rosario, Villa María, Tucumán, y tantos otros.
Cómo fue el asesinato en Pinamar
Después
de tres años de investigación, con todo tipo de maniobras tendientes a
evitar que se pudiera llegar a la verdad, la Justicia llegaría con la
sentencias del Tribunal de Dolores que condenó a cadena perpetua a los
instigadores y autores materiales del crimen de Cabezas. En el juicio se
pudo dictaminar que en la madrugada de aquel 25 de enero de 1997 José
Luis Cabezas estaban cubriendo la fiesta de cumpleaños del empresario
Oscar Andreani. Fuera, los asesinos merodeaban la zona y decidieron irse
cuando fueron observados por unas vecinas. Ellas dieron avisó a los
custodios de Andreani que llamaron a la comisaría de Pinamar para
denunciar los movimientos sospechosos pero ningún patrullero se acercó a
esa exclusiva zona de Pinamar Norte. A las 4, Michi decidió irse porque
al día siguiente era su cumpleaños y unos amigos iban a visitarlo. Casi
una hora después, Cabezas dejó el festejo de Andreani y se fue en el
Ford Fiesta. En minutos llegó a su casa, ubicada en Rivadavia 1256. “Ahí
está. Métanle caño y tráiganmelo”, ordenó el policía Gustavo Prellezo.
Braga y González lo golpearon y lo subieron al auto de Noticias. Braga
manejaba y González lo apuntaba con el arma. En el Fiat Uno, conducido
por Prellezo, iban también los otros dos horneros, José Luis Auge y
Miguel Retana. Mientras comenzaban a asomar los primeros rayos del sol,
la caravana de dos autos tomaba por la ruta 11 hacia la ciudad de Buenos
Aires. A los ocho kilómetros doblaron de golpe por un camino de tierra.
Es un camino interminable de cinco kilómetros. Y ahí nomás estacionaron
a un costado de la cava. Prellezo introdujo el auto de Noticias dentro
de la cava. Hizo colocar a Cabezas, que había conseguido sacarle una
foto a Yabrán, de rodillas en tierra al lado del asiento del
acompañante. Ahí sonó el primer disparo. De inmediato, el segundo. Como
una muestra de la premeditación del crimen, el policía Prellezo fue
hasta su auto y tomó unos bidones con combustible y le ordenó a Braga
que bajara. Con su arma le ordenó a Braga que rociara el auto con el
combustible. En segundos, el fuego se apoderó del auto.
La responsabilidad de Alfredo Yabrán
Conocer
esta verdad llevó tres años de trabajo. Terminada la investigación se
comprobó que Yabrán le dijo a su jefe de seguridad, Gregorio Ríos, que
quería tener un verano tranquilo, sin periodistas ni fotógrafos
molestos. También que el empresario se había reunido en diciembre con el
policía con el mismo pedido. Se supo que Ríos contrató a Prellezo para
sacarse de encima al equipo periodístico de Noticias con la complicidad
de sus colegas uniformados Aníbal Luna (que marcó a los periodistas) y
Sergio Cammarata (que ofreció la logística para ocultarlos en la costa).
El comisario de Pinamar, Alberto “la Liebre” Gómez, liberó la zona.
Prellezo contrató a Los Horneros para hacer el trabajo sucio. Para mayo
de 1998, las pruebas que incriminaban a Yabrán como autor intelectual
eran cada vez más evidentes. Cuando el juzgado ordenó su detención, se
escapó. A los pocos días, cercado por la policía, se mató. Un escopetazo
dentro de su boca estalló su cráneo (su rostro estaba casi intacto) y
terminó con uno de los hombres más poderosos de esa Argentina de la
corrupción y la impunidad. Aunque parecía inverosímil los estudios
forenses y los testigos fueron concluyentes. Era Yabrán. Muerto el
acusado se extinguió la causa en su contra. Porque a la Justicia no le
interesa llegar a la verdad sino tan solo a la posibilidad de la
condena. Y sin vida no hay condena. Pero tampoco verdad. Para su muerte,
el sistema Excalibur había descubierto 122 llamadas entre Yabrán y su
entorno con celulares de la SIDE que figuraban a nombre de Hugo
Anzorreguy, el titular del organismo. También se encontraron llamadas
entrantes y salientes con la Quinta de Olivos. Todas ellas en momentos
claves de la causa Cabezas.
Con el suicidio y la posterior condena
del resto de los imputados, todo parecía terminado. Pero cuando la
mayoría de la sociedad bajó los brazos, llegó lo peor. Su familia, sus
amigos y compañeros y sus abogados fueron los que dieron la voz de
alarma. El 13 de noviembre de 2003, la Sala I de la Cámara de Casación
bonaerense decidió recategorizar la figura del delito por el que se
condenó a los asesinos de Cabezas y pasaron de “sustracción de persona
agravada por la muerte de la víctima, en concurso ideal con homicidio
simple con dolo eventual” a “privación ilegal con violencia en concurso
real con homicidio”. En los dos casos se hablaba de un secuestro y un
asesinato. Pero estos cambios de palabras redujeron las condenas de los
imputados a entre 18 y 27 años de cárcel, algo muy diferente a una
cadena perpetua. Sólo Prellezo quedó afuera de este beneficio porque sus
abogados hicieron tarde la presentación. La verdad seguía ahí en el
expediente pero la Justicia se escurría entre palabras difíciles de
entender y compromisos políticos ocultos. Y de a poco los culpables, los
asesinos, iban recuperando la libertad.
La herencia de Yabrán sigue
viva como siempre. Entre empresas que quedaron en poder de su mujer y
sus hijos y una cadena de testaferros y abogados comandados por quien
fuera la mano derecha de don Alfredo, Héctor Colella. Mientras, Norma y
José, los padres de José Luis, dejaron su vida buscando Justicia.
Cristina, su viuda, y Candela, su pequeña hija, tuvieron que irse del
país para emprender una nueva vida. En esas asimetrías la memoria, la
verdad y la Justicia no siempre van de la mano. Pero es nuestra
obligación tratar de mantenerlas unidas.