En líneas generales, el board ya le había dado en febrero pasado (antes del tratamiento del tema en el Congreso) luz verde al staff técnico para cerrar las negociaciones del Facilidades Extendidas. En un mensaje personal hacia la número dos del FMI Gita Gopinath (jefa de los técnicos del organismo) y la acción de la norteamericana Julie Kozack y el venezolano Luis Cubeddu en cuanto a la letra negociada con el país, los integrantes del directorio del organismo (en definitiva, donde está el poder final del Fondo), le anunciaron a la directora adjunta para el Hemisferio Occidental y al encargado de la misión con el país que sus acciones hasta aquel momento habían sido las correctas, y que no podrían trabas en el cierre final de las discusiones. Y, si no había sorpresas, tampoco las había para la aprobación final si los papeles que llegaran al directorio tuvieran el sello de agua y firma de Illan Goldfjan, el director gerente del FMI para el Hemisferio Occidental, y quién se hará responsable del cumplimiento del acuerdo de parte de Argentina. Será el brasileño quién organice y firme (o desapruebe) los 10 exámenes trimestrales que deberá cumplir el país para que la primer etapa del acuerdo se dé por cumplida. El acuerdo es una refinanciación de la deuda de Macri. Es decir, plata pedida al Fondo para pagarle al Fondo los vencimientos de aquel préstamo y así mejorar el perfil de vencimientos netos. Tendrá 10 revisiones y serán trimestrales con desembolsos. El pago de los mismos será entre 2026 y 2034, ganando 4 años y medio sin sacrificar dinero de la Argentina para pagar deuda en estos dos años y medio. El primer desembolso del FMI será de u$s9800 millones.