Hoy, con datos fehacientes de lo que pasó y lo que viene, en el entorno
del funcionario admiten que ese objetivo numérico puntual no se
cumplirá y, según supo Página I12, la estrategia mutará a objetivos de
rango inflacionario para acercarse a la marcha de los precios escrita en
el Presupuesto. Lo que se verá en la nueva estrategia de Massa es que
cuando tomó la gestión, la inflación del exministro de Economía, Martín
Guzmán, había tocado un pico peligroso de 7,4 por ciento, con riesgo de
hiperinflación y desmembramiento político del Frente de Todos. A los
fines prácticos, el ministro busca tener un impacto urgente en la
nominalidad de la inflación para hacer que no corra más en esos rangos
mensuales sino que se instale entre 4 y 5 puntos en el resto del año. A
eso viene el alineamiento de todos los aumentos permitidos, en más de 15
rubros de la economía, en torno a 3,2 por ciento mensual, lo que
debería verse impactado en los próximos dos meses. Las complejidades, en
la otra esquina, las pondrán los alimentos frescos, sobre los que el
Gobierno trabaja sin éxito en pactos que reduzcan el golpe sobre el IPC.
Cerca de Massa arriesgan que si ese sendero de 4 o 5 puntos
mensuales ocurre, tendrán en el año una inflación del 60 por ciento o
algo por encima, "igual a la del Presupuesto", según describen. Los más
entusiastas de la teoría, también de riesgo en un país en el cual ningún
ciclo de crecimiento se dio sin inflación, especulan además que ese
número sería igual al que dejó la administración de Mauricio Macri sin
imponderables como la pandemia, la guerra en Europa y la sequía. Esto
será parte, además, de la estrategia de campaña y de disputa con Juntos
por el Cambio.
Por qué se bajó del 3 y el caso IPC Capital
Los
IPC de enero y febrero que dará el INDEC son la principal razón que
alteró el cálculo de Massa de una inflación con "un 3 adelante en
abril". Las pistas de la inflación de noviembre y diciembre lo pusieron a
apostar a una desinflación más fuerte, aún con ese 3 siendo una trampa,
porque supone que también era aceptable un 3,9 o 3,8 por ciento, casi
un 4. Lo cierto es que cuentan que Massa sopesaba la inflación con el
IPC del año previo, y que como a fines del 2022 dio bastante más abajo
que en 2021, el envión lo llevó naturalmente a un cálculo que terminará
fracasando.
Pero los índices de enero y febrero, más que nada
impactados por precios regulados (tarifas, naftas, prepagas y
transporte) y alimentos frescos como carnes y verduras, romperán la
lógica esperada y, por eso, la meta del 3 en abril está en claro riesgo.
En este escenario, generó ruido negativo en las últimas horas en el
Gobierno el IPC de Capital Federal del mes de enero, que arrojó un 7,3
por ciento de aumento. Ese cálculo, que técnicamente no merece
cuestionamientos, tiene la particularidad no sólo de ser bastante más
alto que la previsión oficial, sino también más de un punto por encima
de la inflación que calculan las consultoras privadas.
En Hacienda
observan que enero va a tener un IPC más cercano al 5,5 por ciento,
luego del 5,1 por ciento de diciembre, siendo el segundo mes consecutivo
al alza. Y que en febrero estaría por debajo del 5. Las consultoras, en
tanto, miden casi todas por encima del 6 por ciento y Ecolatina, una de
las más confiables, un 6,4 por ciento.
A favor de los números que
ve Massa para enero, el Relevamiento de Expectativas del Mercado (REM),
que el Banco Central comunica en base a datos de las consultoras de la
City, dio para el primer mes del año una inflación de 5,6 por ciento,
parecida a la que observan en el Gobierno. Pero sería, según el REM, un
punto de partida para números más altos, dado que para todo el 2023
estiman un IPC de 97,6, para lo cual los precios deberían empezar a
correr, de nuevo, por la línea de 7 puntos.
La pregunta del millón es política
La
pregunta que todos se hacen es si, cuando el IPC de abril no de 3
adelante, Massa recibirá metralla amiga del Frente de Todos. Todo indica
que si bien nadie está contento con los números, la premisa es la
estabilidad política, proceso que empezó con la salida de Guzmán, una
pieza que el kirchnerismo y el propio Massa consideraban una piedra en
el camino a un debate político interno sobre la cuestión económica. En
síntesis, la inflación de abril y su pronóstico no serán condicionantes
para la candidatura de nadie, en una película más larga. Eso, más allá
de las especulaciones del afuera y el periodismo, es lo que ven puertas
adentro del frente de Gobierno.
Vale decir que el pedido de Massa y
el kirchnerismo al Presidente para abrir una mesa de debate, está más
allá de las candidaturas —que serán parte— y está más centrado en
discutir cuál será el rumbo económico y político a seguir, con qué línea
y con qué ejecutantes.
Para el Frente de Todos no es poco, dado que
su mayor opositor fue la propia interna y, en menor medida, un Juntos
por el Cambio que es un rival de bajo porte para pelear en la arena de
la política económica. De allí viene el malestar de algunos sectores del
FDT con la intención del Presidente Alberto Fernández de hablar de
candidaturas cuando no se han sentado, aún, a definir la génesis de lo
que será el proyecto del oficialismo para disputar las presidenciales.