
El propósito es provocar el caos financiero antes de la asunción de un 
nuevo gobierno, que con marcada suficiencia la principal fuerza política
 de oposición ya lo considera suyo, para aplicar una serie de medidas 
profundamente regresivas en términos económicos, sociales y laborales, 
que en condiciones normales tendrían muchísima resistencia y que, en 
cambio, una sociedad en estado de shock las aceptaría. Existen 
antecedentes de esta estrategia expuesta a cielo abierto por la alianza 
macrista-radical: la intervención desestabilizadora de Domingo Cavallo 
en Washington, en 1988, cuando instó a que el Banco Mundial no realizara
 el desembolso comprometido al gobierno de Raúl Alfonsín. Esa movida 
tuvo éxito y, en una economía frágil y escasas reservas en el Banco 
Central, precipitó una fuerte devaluación el 6 de febrero de 1989, 
puntapié inicial del proceso de hiperinflación, crisis política, 
adelantamiento de las elecciones presidenciales y posterior triunfo de 
Carlos Saúl Menem.
El economista radical e historiador Pablo 
Gerchunoff lo recordó en su cuenta de Twitter: "No entiendo cómo 
radicales que vivieron la campaña de Menem y Cavallo en 1988 y 1989 
terminaron firmando el comunicado "bombástico" de la mesa política de 
JxC…".
Está estudiado que la hiperinflación, o sea el caos económico 
financiero, genera un shock en la sociedad similar a una posguerra o un 
terremoto devastador. En ese estado de cosas la población acepta medidas
 que en situaciones normales rechazaría. Así fue en los años noventa con
 la reforma del Estado, privatizaciones, apertura financiera y 
comercial, desregulación y flexibilización laboral, que derivó en 
destrucción de parte del aparato productivo y miles de despidos. La 
hiperinflación y la convertibilidad fueron potentes disciplinadores 
sociales para desplegar esta política regresiva.
Doctrina del shock
La
 periodista canadiense Naomi Klein presentó esta idea en el libro La 
Doctrina del Shock. El auge del capitalismo del desastre, publicado en 
2007. Su planteo central es que el sistema capitalista, en forma 
sistemática, se ha aprovechado de los grandes desastres para implementar
 y afianzar una serie de principios favorables a los intereses de grupos
 económicos poderosos y privilegiados.
Klein señala que el principal 
objetivo de la doctrina del shock es desmantelar lo que queda del 
llamado Estado del Bienestar e instalar, al mismo tiempo, el 
neoliberalismo.
Klein ha señalado que los desastres son una 
oportunidad para llevar este programa a su máxima expresión y esto se 
habría aplicado en varias oportunidades en diferentes países, entre 
ellos Argentina.
Se manifiesta con un mismo esquema: una fuerte 
conmoción económica, seguida por medidas políticas en favor de los 
grandes capitales, en el marco de una situación en donde la sociedad no 
muestra capacidad de reacción debido a las circunstancias particulares a
 las que se tiene que enfrentar.
Milton Friedman, padre del 
neoliberalismo, a comienzos de los setenta dijo lo mismo de la siguiente
 manera: “Solo una crisis -real o percibida- da lugar a un cambio 
verdadero. Cuando esa crisis tiene lugar, las acciones que se llevan a 
cabo dependen de las ideas que flotan en el ambiente. Creo que ésa ha de
 ser nuestra función básica: desarrollar alternativas a las políticas 
existentes, para mantenerlas vivas y activas hasta que lo políticamente 
imposible se vuelva políticamente inevitable”.
La dramática historia de la deuda con Macri y sus economistas
El
 comunicado de JxC se refiere al cuadro crítico del endeudamiento como 
si la gestión 2015-2019 no hubiese existido. Resulta imprescindible 
detallarla.
El desastre financiero del gobierno de Mauricio Macri 
dejó con escasos márgenes de financiamiento al sector público. Por un 
lado, en el último año defolteó la deuda en pesos emitida en su propia 
gestión, dos condiciones que nunca antes habían sucedido en simultáneo 
pese a la historia trágica del país con la deuda.
El responsable de 
ejecutar ese default, que denominó con el término marketinero 
"reperfilamiento", fue Hernán Lacunza, el último ministro de Economía de
 Macri y que hoy es uno de los referentes y vocero económico de Juntos 
por el Cambio.
Por otro lado, en enero de 2018, luego de emitir 9000 
millones de dólares en bonos en el mercado internacional, el acceso a 
financiamiento externo quedó vedado. Fueron casi 100 mil millones de 
dólares en apenas dos años de gobierno, agotando esa fuente de recursos.
 Por volumen y velocidad nunca antes se había contabilizado semejante 
endeudamiento externo (en dólares constantes), superando el ciclo de 
deuda de la dictadura militar, que hasta entonces había sido el peor de 
la historia.
Los responsables de diseñar e implementar esta orgía de 
deuda fueron Alfonso Prat Gay y Luis Caputo, quienes con el rostro 
cubierto de cemento opinan y critican el manejo de las finanzas del 
gobierno de Alberto Fernández.
Finalmente, la obra de terror de la 
deuda macrista concluye con el crédito político de 45 mil millones de 
dólares del Fondo Monetario Internacional. Además de haber reintroducido
 al Fondo como auditor de la economía y, por lo tanto, reducir los 
márgenes de autonomía de la política económica, limitó en forma 
considerable la capacidad de obtener financiamiento de organismos 
multilaterales.
El responsable de correr desesperado a abrazarse al 
FMI fue Nicolás Dujovne, quien sigue asesorando a Macri en cuestiones 
económicas.
Romper el mercado de deuda en pesos
Sin financiamiento
 en pesos y en dólares, con el mercado de capitales cerrado, la emisión 
monetaria es la única vía que queda disponible. Esta opción fue 
utilizada ampliamente en el primer año de la pandemia pero, en una 
economía bimonetaria como la argentina y con una base inflacionaria 
elevada, rápidamente encontró limitaciones. Además, el acuerdo de 
refinanciación de la deuda con el FMI estableció restricciones a la 
expansión monetaria vía emisión.
En estos años, con bastantes 
dificultades y complejidades, la gestión de Martín Guzmán al frente del 
Palacio de Hacienda pudo reconstruir el mercado local de deuda en pesos.
Con
 los condicionamientos mencionados para conseguir financiamiento local y
 del exterior, la emisión de deuda en pesos quedó como principal fuente 
de acceso a recursos adicionales para el Tesoro.
Apuntar precisamente
 a la sustentabilidad de esa deuda sin ningún rigor técnico-financiero, 
como hizo la mesa política de Juntos por el Cambio, busca desfinanciar 
al fisco y generar una más fuerte corrida cambiaria. La consecuencia 
inmediata sería el estallido económico-financiero.
Esto no sería otra
 cosa que la aplicación de la doctrina del shock para provocar tierra 
arrasada para poder desplegar un fulminante plan económico con costos 
sociolaborales dramáticos para trabajadores, jubilados y clases medias, 
además de una debacle electoral del peronismo a nivel nacional y en las 
provincias, en especial en la de Buenos Aires.
Macri ya lo adelantó: hacer lo mismo pero más rápido.
El macrismo no devuelve favores
Desde
 hace varios años se ha definido un peculiar escenario político en el 
cual el sector que reclama diálogo e institucionalidad es el mismo que 
violenta en forma persistente ambas proclamas.
Varios son los casos 
en ese sentido y específicamente en el frente financiero hay dos 
emblemáticos. El último fue el comunicado incendiario de la alianza 
macrista-radical y el otro más lejano fue en la última mitad de 2015.
En
 esos meses, previos a las elecciones presidenciales de ese año, se 
intensificó la corrida cambiaria y el Banco Central, como hacen todas 
las bancas centrales del mundo, intervino en el mercado de futuros para 
contrarrestar las presiones devaluacionistas.
En lugar de acompañar 
esta estrategia de estabilización, la entonces oposición presentó una 
desopilante denuncia judicial por esas operaciones, que el juez Claudio 
Bonadio impulsó como parte de una serie de causas de persecución a 
Cristina Fernández de Kirchner y otras figuras del kirchnerismo.
Pese
 a este y otros antecedentes, el candidato presidencial triunfante de 
las PASO 2019 reaccionó de otra manera. En estos días de cruces entre 
oficialismo y oposición por el comunicado incendiario de JxC, Emmanuel 
Álvarez Agis relató la siguiente situación que se desarrolló en agosto 
de 2019: "A mí me llamaban Hernán Lacunza (ministro de Economía) y Guido
 Sandleris (presidente del Banco Central) para pedirme que le pusiéramos
 un techo al dólar en el medio de la corrida que desató Macri. Alberto 
Fernández tuvo la opción de tocar un botón y que vuele todo por el aire 
pero eligió ponerle un techo al dólar".
Lo que había pasado era que 
Macri perdió por paliza en las PASO, le echó la culpa a la población por
 el resultado presentándose ante la sociedad en un estado lamentable que
 atribuyó a que durmió poco y dejó acéfalo el manejo económico por más 
de 24 horas, provocando una violenta devaluación.
Alberto Fernández le tiró un salvavidas. Hoy, en cambio, Macri busca aplicar la doctrina de shock contra el gobierno.
La ingenuidad política paga muy mal
Alberto
 Fernández hizo lo que habían acordado con los economistas de Macri en 
un reportaje con Marcelo Longobardi en Radio Mitre, al afirmar que el 
dólar a 60 pesos estaba bien. Se frenó la corrida y se estabilizó la 
cotización, pero esta colaboración fue a cambio de nada. Por caso, no se
 exigió que se detenga la sangría de dólares del Banco Central 
estableciendo fuertes límites a las compras. En la última quincena de 
agosto de 2019 se perdieron unos 2000 millones de dólares.
Sólo 
después se autorizaron compras de hasta 10 mil dólares mensuales por 
persona, lo que no significaba desacelerar la pérdida de reservas del 
Banco Central. Pérdidas que luego el gobierno de Alberto Fernández 
padecería y condicionaría su gestión económica.
El economista Hernán 
Letcher señala que la cooperación no logró persuadir a "las autoridades 
que urgía poner regulaciones cambiarias en serio, dado que entre el 
primero de septiembre y el 27 de octubre (de 2015) el Banco Central 
perdió 5600 millones de dólares sólo en intervenciones cambiarias".
En total, hubo una caída de reservas de 7600 millones de dólares.
Letcher
 explica que "las elecciones generales de 2019 confirmaron la victoria 
del Frente de Todos y, al día siguiente, el gobierno de Macri estableció
 las regulaciones cambiarias que tenemos actualmente y logró recuperar 
más de 2000 millones de dólares en menos de dos meses". El aporte 
político responsable de Fernández a la estabilidad económica-financiera,
 para evitar que el descontrol del dólar termine perjudicando a la 
mayoría de la población, también sirvió para que Macri –estabilizado el 
mercado cambiario- recuperara volumen político con giras proselitistas y
 mejorara el caudal electoral en las elecciones. Así el Frente de Todos 
no consiguió una mayoría holgada en Diputados y, fundamentalmente, fue 
la primera gran discordia entre Alberto Fernández y Cristina Fernández 
de Kirchner. La decisión de salvar del incendio económico a Macri sin 
ninguna negociación política previa ni de administración 
financiera-cambiaria no fue conversada entre los integrantes de la 
fórmula ganadora de las PASO 2019.
Si bien en ese momento no fue 
motivo de una fuerte pelea entre ambos, con el tiempo se ha 
resignificado, para reconocer en esa intervención solitaria de Fernández
 un inmenso costo para la posterior administración de la economía y la 
convivencia política de la coalición del Frente de Todos.

