El organismo aceptó flexibilizar las metas sobre reservas ante el fracaso del Banco Central en acumular divisas. Pero pidió apurar los recortes en los subsidios a la energía y limitar el ingreso a la moratoria previsional para reducir el gasto. De los U$S 5400 millones liberados, ya se devolvió la mitad. Por: Marcelo Di Bari. El Fondo Monetario Internacional aceptó reconfigurar las metas de acumulación de reservas prefijadas para este año en el acuerdo de facilidades extendidas vigente.
A cambio pidió una mayor disposición del gobierno para ajustar el
déficit fiscal, con énfasis en el recorte de los subsidios en las
tarifas públicas y ayuda social. También exigió acelerar el ritmo de
depreciación de la moneda para evitar un retraso cambiario y subir aún
más las tasas de interés de modo de evitar corridas hacia el dólar.
Las
recomendaciones fueron difundidas después de que el directorio
aprobara, el viernes por la tarde, el informe del staff técnico sobre
las metas establecidas para el cuarto trimestre del año pasado. Eso
disparó el desembolso de otro tramo por U$S 5400 millones. En la
práctica, tras verificar el impacto de la sequía, el Fondo aceptó
reducir la exigencia de que el Banco Central incremente sus reservas
internacionales netas en U$S 4.800 millones este año. «Dada la magnitud
del shock climático, se justifican algunos ajustes a la baja en los
objetivos de acumulación de reservas», dijo la subdirectora del Fondo,
Gita Gopinath. En su rol de número dos del organismo, debajo de
Kristalina Georgieva (de viaje por China para participar de un foro
económico), la economista indo-estadounidense recibió esta semana al
ministro de Economía, Sergio Massa, con quien repasó los cambios al
programa.
El número preciso no fue difundido ya que hasta el cierre
de esta edición no se había liberado el staff report que elabora el
equipo técnico. Sin embargo, se dio por seguro que el objetivo se redujo
en U$S 2000 millones, aunque la diferencia debería ser compensada el
año que viene por el Banco Central.
Los cambios se formalizaron
cuando los efectos económicos de la sequía se transformaron en un dato
de la realidad. Este sábado se conoció que las exportaciones del
complejo oleaginoso y cerealero, el que más divisas aporta a la economía
local, se redujeron en marzo a U$S 1228 millones. En el primer
trimestre, bajaron 65% con relación al año pasado. El comunicado de
ayer, de todas maneras, fue muy duro en el aspecto fiscal. Se descuenta
que los ingresos del Estado serán menores, porque la caída en las
exportaciones redundará en una menor recaudación de retenciones y de
otros tributos. Sin embargo, el Fondo presionó al gobierno para buscar
recursos alternativos sin moverse del tope. «Alcanzar el objetivo de
déficit fiscal primario del 1,9% del PBI para 2023 sigue siendo esencial
para respaldar la desinflación y la acumulación de reservas, aliviar
las presiones financieras y la sostenibilidad de la deuda», dijo
Gopinath. En particular, la subdirectora de la entidad pidió mejorar la
focalización de los subsidios a la energía y la asistencia social. «Será
fundamental garantizar que las tarifas de energía para usuarios
residenciales y comerciales de altos ingresos avancen para alinearse
completamente con los costos».
De modo elíptico, el organismo se
quejó del mayor gasto público que ocasionará la moratoria previsional.
«El costo fiscal de la nueva moratoria de pensiones debe mitigarse a
través de regulaciones estrictas para apuntar la entrada sólo a aquellos
con mayor necesidad».
En materia cambiaria y monetaria, el FMI
volvió a pedir un mayor ritmo devaluatorio, para evitar retrasos en la
paridad. También insistió con «aumentos adicionales de las tasas en caso
de que se produzcan nuevos shocks inflacionarios o se intensifiquen las
presiones cambiarias», sin considerar las consecuencias sobre el nivel
de inflación y de actividad.
Reconfiguración o waiver
A pesar del
tono crítico, el FMI aceptó reconfigurar el programa por una sencilla
razón: la necesidad de evitar un indisimulable incumplimiento. Si bien
los números del cuarto trimestre habían quedado en orden, las cifras del
período enero-marzo (que los auditores comenzarán a evaluar en
alrededor de un mes) iban a forzar un waiver.
En estos tres meses, el
Banco Central no sólo no pudo sumar divisas sino que las perdió: en
marzo debió vender U$S 1918 millones en el mercado oficial de cambios.
Según estimaciones privadas, la diferencia entre las reservas netas
existentes y las prometidas al 31 de marzo es de U$S 5500 millones.
En
el plano fiscal, las dificultades del gobierno también eran evidentes.
El déficit primario para el primer trimestre había sido fijado en $
441.500 millones y de ese monto se había consumido el 97% entre enero y
febrero. Quizás por esa razón, la AFIP suspendió hasta fin de año el
beneficio que permitía a grandes empresas importadoras eludir las
percepciones a cuenta del IVA y Ganancias. Esa medida podría aportar
unos $ 900.000 millones al fisco durante el presente ejercicio, algo así
como 0,6% del PBI.
Rosca política
Todos esos ingredientes
estuvieron presentes en la reunión de los presidentes Joe Biden y
Alberto Fernández. No fue casualidad que junto al mandatario
estadounidense estuviera sentada su secretaria del Tesoro, Janet Yellen.
Se sabe que la palabra de la Casa Blanca tiene gran peso en el seno del
FMI. «Las circunstancias generales han ido cambiando. Cumplir a
rajatabla aquel acuerdo, que todavía no había experimentado los costos
económicos que supuso para la Argentina la guerra en Ucrania o los
costos que está suponiendo la sequía, va a requerir de juntar fuerzas
para encontrar un punto de equilibrio. Biden nos anticipó que vamos a
contar con ese apoyo», señaló en declaraciones radiales el embajador
Jorge Argüello, que participó del encuentro.
En paralelo, ante la
ausencia de Georgieva, Massa se reunió con Gopinath. Tras el encuentro,
el ministro anunció un «dólar agro» (ver recuadro), que empezaría a
regir la semana próxima con el objetivo de fomentar exportaciones y
facilitar el ingreso de divisas. Aunque la creación de nuevos tipos de
cambio no es del agrado del Fondo, que por doctrina defiende el tipo de
cambio único y flexible, Massa prometió que la medida será el puntapié
inicial para «empezar a recorrer un camino de simplificación cambiaría a
los efectos de que se empiece a trabajar y a operar en un esquema más
unificado», en reconocimiento a la variedad de impuestos y recargos para
la adquisición de divisas. En términos boxísticos, fue un round ganado
por Gopinath.
Desembolso con suspenso
Con todo ese trasfondo, la
aprobación del directorio a la cuarta revisión del acuerdo no estuvo
exenta de suspenso. La confirmación se conoció apenas seis horas antes
de que venciera la prórroga de las dos cuotas que el gobierno debía
haber cancelado el 21 y 22 de marzo. Con un atajo reglamentario,
Economía logró pasarlas al último día del mes. Sin embargo, el debate
del directorio se prolongó más de lo esperado: primero aprobó un
préstamo para Ucrania, tema sensible por el conflicto bélico de ese país
con Rusia; luego debatió la situación en otros países caribeños y
recién después abordó el caso argentino. En definitiva, la noticia de la
aprobación llegó de manera indirecta al anochecer, por un tuit del
Banco Central informando que sus reservas monetarias habían crecido en
2492 millones de dólares.
De todas maneras, si bien el Fondo informó
que «la decisión del directorio hace posible un desembolso inmediato de
U$S 5400 millones», la multimillonaria suma se irá tan rápido como vino.
De hecho, la mitad ya fue descontada porque correspondía a los
vencimientos programados para marzo. Y la otra mitad se destinará a las
amortizaciones prometidas para el 8, 15 y 28 de este mes.