Quien impide el tránsito libre y seguro al Lago Escondido desde hace 27
años, fue detenido y posteriormente liberado, pero no puede salir de
Estados Unidos.
Mientras tanto, en Argentina Joseph Lewis no solo fue
denunciado penalmente en 2012 por la Procuraduría de Investigaciones
Administrativas (PIA) por cometer fraude a la ley argentina al comprar
-mediante engaño y simulación-, las tierras que rodean al Lago Escondido
ubicadas en área de Seguridad de Frontera, sino que, además, se ocupó
de que todos los accesos al espejo de agua, se encuentren bloqueados
para quienes intenten molestar su privacidad y sus jugosos negocios.
Tal
fue la impunidad con la que gozó desde que puso sus pies en territorio
argentino en 1996, que se le permitió construir su lujosa mansión sobre
el camino “afectado al uso público” de Tacuifi, contando con la
invalorable colaboración de quienes dinamitaron los puentes construidos
con fondos del erario público sobre los ríos Foyel y Escondido para
impedir el ingreso de “intrusos argentinos”. Todo ello bajo la atenta
mirada y complicidad de los gobiernos nacional y provincial de la
Argentina privatizadora de los 90.
En 2009, el Superior Tribunal de
Justicia de la Provincia de Río Negro dictó una sentencia (64/2009) y
otros fallos aclaratorios, que ordenan liberar los caminos existentes y
preexistentes, incluso el camino de Tacuifí, para acceder al espejo de
agua en cumplimiento del artículo 73 de la Constitución de Río Negro. La
misma quedó firme con autoridad de Cosa Juzgada, ya que llegó a la
Corte Suprema de Justicia mediante un recurso de queja presentado por el
empresario que fue rechazado por errores insalvables. El camino de
Tacuifí ya figuraba en los mapas del Instituto geográfico Nacional por
relevamientos realizados en 1955. A pesar de los argumentos del gobierno
que protege al empresario inglés, se trata de un acceso que data de 70
años atrás, mucho antes que Lewis comprara las tierras en el paraíso
cordillerano. Allí existía una escuela rancho y un almacén de Ramos
Generales, y los ocupantes que hoy se oponen a su apertura, provenían en
su mayoría de Chile desde donde se arreaba el ganado.
Después de 18
años, y luego de abusos y la mala fe procesal del gobierno y del
empresario inglés para dilatar el cumplimiento de los recurrentes fallos
judiciales (incluso el dictado en 2013 y 2022), por fin lograron que la
causa judicial vuelva al Tribunal en quien confían en forma absoluta.
A
diferencia de los “rebeldes” jueces que en 2009 integraban el Cuerpo,
gran parte de los hoy vocales del máximo Tribunal de Río Negro, fueron
denunciados por sus claros vínculos con el poder político. Es muy
posible que en su fallo final a dictarse este año, obedezcan a los
deseos del magnate inglés a espaldas del interés público que están
obligados a proteger.
Noviembre es la fecha límite para dictar
sentencia. Resulta de alta preocupación institucional que ni el “decoro”
ni la “delicadeza” ni los principios de “independencia” e
“imparcialidad” propio del debido proceso, fueran suficientes razones
para que se “apartaran” voluntariamente del Tribunal que va a dictar un
fallo de trascendencia indiscutible.
A modo de ejemplo, el juez
Ricardo Apcarían fue abogado de Weretilneck y letrado de la
Municipalidad de Cipolletti cuando éste fuera Intendente. A pesar de
ello, asegura ser “independiente”, “imparcial” y libre de evidente
influencia. Lo veremos en el fallo.
Así y después de estos 18 años en
un amparo colectivo, el temerario e inconstitucional dictamen del
procurador Jorge Crespo nos envía un mensaje: la causa por el libre
acceso al Lago Escondido se encamina a anular la única vía de acceso que
garantiza que niños, ancianos, personas con discapacidad o de movilidad
reducida, puedan conocer una maravilla natural que les pertenece,
además de significar la entrega lisa y llana (de hecho) del patrimonio
natural argentino al capital británico. Sacrificar a los más débiles en
pos de que nadie pise el cuidado césped de la mansión del magnate ni
moleste la tranquilidad que requieren sus amigos para sus reuniones de
“negocios” les parece imprescindible.
Pero la impunidad no termina
allí. La residencia construida sobre el camino afectado al uso público
es la base para transacciones inmobiliarias o energéticas con qataríes,
árabes y grupos inversores de otras nacionalidades que desfilan por la
estancia en busca de agua y territorios, muchos de ellos pertenecientes a
pueblos originarios.