Papel para la palabra de todos
Por Miguel Julio Rodríguez Villafañe / Abogado constitucionalista, especialista en Derecho de la Información
El Estado tiene la obligación de propiciar, respetar y garantizar una
prensa libre y plural para todos. Debe ayudar a superar los
condicionamientos externos que afecten la posibilidad de la presencia de
emprendimientos periodísticos diversos y no debe permitir que se den,
de hecho o de derecho, monopolios u oligopolios que afecten el derecho a
saber (art. 42 de la Constitución Nacional).
A su vez, en un país federal es primordial que se tutele la existencia
de medios de prensa con dispersión territorial, para que puedan
escucharse voces diferentes, desde distintos lugares. Es la manera de
respetar a mujeres y hombres situados, cuya perspectiva, desde su
espacio, hay que evitar que se la condicione con lógicas centralistas y
unipolares que puedan silenciar o anular la visión local. Cada espacio
del territorio patrio debe tener la posibilidad de contar con ámbitos de
comunicación propios. De esa manera, ayudar a gestar una democracia
municipal, provincial y regional adecuada y colaborar a tener una
presencia, con personalidad propia, en el ámbito nacional. La
Constitución obliga al Congreso a “Dictar leyes que protejan la
identidad y pluralidad cultural… y los espacios culturales y
audiovisuales” (art. 75 inc. 19). Y la ley 25750, de Preservación de
bienes y patrimonios culturales, determina que el Estado nacional
preservará especialmente, entre otros bienes culturales, los diarios,
revistas, periódicos y empresas editoriales en general.
Con base en esos claros mandatos constitucionales la Cámara de Diputados
de la Nación ha dado media sanción al proyecto de ley por el que se
declara de “interés público” la producción, comercialización y
distribución de la pasta de celulosa de papel para diarios. En la norma
se busca, dentro de un objetivo de libre acceso y producción nacional,
una mejor operación de la industria de la pasta de celulosa de papel
para diarios, asegurando la igualdad de oportunidades y el acceso sin
discriminaciones al abastecimiento de papel. Para ello, entre otros
aspectos que contempla el proyecto se pretende que exista un precio
único del papel que se pague al contado. Se regula también la necesidad
de aplicar prácticas que aseguren la preservación y protección del
ambiente en la producción del papel.
En el país hay cientos de diarios, periódicos y revistas organizados
como pequeñas y medianas empresas comerciales (pymes) o cooperativas.
Estas publicaciones, producto del esfuerzo por superar la concentración,
les dan voz a diferentes problemáticas, sectores sociales, barrios,
localidades, ciudades y regiones del país. También ayudan a preservar
identidades culturales y garantizan que se puedan ejercer derechos
humanos básicos, como los de información, comunicación, educación,
recreación, participación democrática, control de gestión gubernamental y
formación de opinión pública, entre otros. Asimismo, generan fuentes de
trabajo y dinamizan la economía del lugar. Se debe tener presente que
muchos negocios o empresas locales no tienen la capacidad económica o la
necesidad de publicitar en grandes medios nacionales los bienes o
servicios que ofrecen. De no existir medios locales no podrían hacerse
conocer o lo tendrían que efectuar abonando montos innecesarios. Para
esos medios, uno de los insumos más condicionantes de su desarrollo y
funcionamiento sustentable es el papel para imprimir, que representa
entre 50% y 70% de sus costos.
En este aspecto, ha sido muy positivo que el Estado nacional haya
contemplado que es importante desarrollar una política de estado que
busque garantizar la provisión del papel para diario de manera
igualitaria; recurso éste que ya ha sido declarado de interés nacional,
hace tiempo (ley 11682). Y, en esa línea, la Secretaría de Comercio
Interior de la Nación dictó la resolución 1/2010, que estableció que,
desde una compra mínima de una tonelada, “las operaciones de
comercialización de papel para diario, en fábricas nacionales, deberán
efectuarse por un precio igualitario, en función del precio del
principal comprador”.
Cabe referir que, respecto del proyecto, se expresaron libremente más de
120 expositores ante las comisiones de la Cámara de Diputados. Hicieron
conocer su visión en el tema dueños de diarios de todo el país,
universidades, constitucionalistas, gremios, etcétera.
Sin embargo, los grandes grupos, dueños de medios de difusión, que
siempre se beneficiaron del Estado para sus negocios, sostienen que la
nueva norma violará pactos internacionales y, fundamentalmente, el
artículo 32 de la CN, porque interfiere la libertad de imprenta e
implica una intromisión del Estado federal en la prensa. Resulta
paradójico que dichos grupos económicos, dueños de grandes medios, nunca
consideraron que se violaba el art. 32 y era una intromisión del Estado
o que se afectaba la libertad de prensa cuando presionaron para que
todos los argentinos nos hiciéramos cargos de sus malos negocios con el
exterior, asumiendo sus deudas en dólares.
Tampoco, cuando buscaron que se dictara la ley 25750 de Preservación de
bienes y patrimonios culturales, para no caer en manos de acreedores
extranjeros; ni cuando se asociaron al Estado nacional y era funcional a
los negocios en Papel Prensa SA, aunque se afectaban medios gráficos
pequeños.
Ahora, cuando nos estamos refrescando hacia una libertad de expresión
con igualdad de palabra para todos, garantizando el insumo básico para
toda la prensa gráfica, realmente se están cumpliendo, acabadamente, los
objetivos constitucionales.