Como dijimos oportunamente en estas columnas de Perfil, en ese mismo
lapso, los salarios privados formales promedio, ascendían a mediados de
diciembre a $394.000 bruto, aplicando los descuentos de ley, llegaban a
$315.000 neto, apenas el 62% del valor de la canasta de pobreza de
diciembre.
Una catástrofe social provocada se avecina
Esto señala
un deterioro inédito del salario - en este caso privado formal- respecto
a la línea de pobreza. Ni hablar del promedio salarial informal que no
llega al 50% del valor de la línea de pobreza del mes de diciembre.
En
rigor, la quemazón inflacionaria y el ingreso menguante no parecen un
error sino un efecto buscado por el actual el gobierno “libertario”.
Los
niveles de pobreza e indigencia tras conocerse el nivel de inflación de
diciembre superan el 45 y 12% respectivamente, mientras el desempleo ha
sobrepasado los dos dígitos. Todo en un mes de gestión de la cuarta ola
neoliberal que sufrimos en el país, la bautismal en dictadura, tres en
democracia.
Así las cosas, a mediados de año en curso, “el pibe
motosierra”, el “león”, el “osito mimoso”, elija Ud. el apodo lector,
llevará ambos indicadores a los niveles del año 2001, apenas contenidos
abajo con planes de transferencia de ingresos gestionados por el aparato
de estado y los Movimientos Sociales, valga la redundancia. Esperar que
este escenario se instale es demencial para todo el arco político, sea
oficialista u opositor. Solo recordemos que tras el estallido de casi
un cuarto de siglo de neoliberalismo con la crisis del año 2001, en
medio de una enorme fragmentación política, tuvo que llegar a la
presidencia, apenas con el 22% de los votos, un casi ignoto Néstor
Carlos Kirchner, para que, por su determinación y visión estratégica, se
restaurara la autoridad política y la casta tradicional, sea
oficialista u opositora, pudieran volver a caminar por la calle.
Los
niveles extorsivos del gobierno los expresó mejor que nadie Toto Caputo,
el ministro que como bien señala el economista Sergio Chouza “logró que
Argentina sea el único país del mundo en que una parte de la población
aplauda por renegociar un crédito, al mismo funcionario que lo pidió y
se lo patinó”.
¿Por qué pierden los oficialismos?
En la
conferencia tras el anuncio del “acuerdo” con el Fondo, Caputo lanzó una
amenaza muy grave. “En la medida en que la ley (ómnibus) no pase, las
medidas van a ser más duras y los argentinos van a sufrirlas más”. Muy
libertario no suena.
En fin, lo cierto es que hoy, mientras el
parlamento bajo extorsión discute el DNU y “Ley ómnibus”, la aceptación
de la deuda y las condicionalidades del FMI, el aumento del desempleo,
pobreza, indigencia y la licuación acelerada del valor del peso, el
desmoronamiento de salarios, jubilaciones, pensiones y otras formas de
ingreso, ya son un hecho consumado.
En este sentido preciso, Javier
Gerardo Milei ya ganó, aunque probablemente, más temprano que tarde
tampoco él pueda volver a caminar por las calles, aunque esta vez, (ay!)
no parece que haya disponible un Néstor Kirchner para salvarnos, ni a
la casta, ni al León, ni a nosotros y nosotras, estimados lectores de
Perfil.
Cuando ese momento llegue, cobrará sentido la advertencia que
Luisa González, líder del Movimiento Revolución Ciudadana, durante la
campaña para las presidenciales de 2023, lanzara recientemente frente a
un Ecuador dolarizado y bajo el fuego cruzado narco-neoliberal: “El
plan de Noboa sólo dejará cárceles y cementerios”. Tiene razón.
*Director de Consultora Equis.