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del Congreso ampliando o reduciendo el poder de negociación del gobierno
 con diferentes sectores de la oposición y, por otro lado, el margen que
 tendrán los gobernadores del PJ y sus legisladores para flexibilizar o 
endurecer sus posiciones frente a las presiones del oficialismo a 
través, por ejemplo, de la coparticipación federal. Lo mismo ocurrirá 
con relación a la actitud que asumirá la Corte Suprema de Justicia 
frente a los amparos presentados contra el DNU 70/23.
Un parate 
de la producción y el comercio y una masiva movilización popular podrán 
condicionar al régimen político tomado en su conjunto más que cualquier 
encuesta de opinión sobre la imagen presidencial o de la adhesión a las 
medidas o de los «likes» en redes sociales que contabilice la cuenta 
personal de Javier Milei.
En política, es la calle la que, en 
última instancia, define la viabilidad de un programa económico y el 
rumbo de un gobierno. Sin ir demasiado lejos, fueron las masivas 
movilizaciones de diciembre de 2017 las que obligaron al entonces 
gobierno de Mauricio Macri a archivar la reforma laboral apenas tres 
meses después de que la impuso en las elecciones de medio término con 
una diferencia de más de 20 puntos sobre el segundo.
Lo que 
resulta complejo adelantar es cuál es la medida del éxito de la jornada 
que, indudablemente, será materia de interpretación, a posteriori, de 
parte de ambos lados.
El objetivo de los convocantes
La CGT decidió priorizar la envergadura de la movilización por encima del impacto del paro.
Con
 ese argumento sostuvo la adhesión del sector del transporte de 
pasajeros recién a partir de las 19 horas. Esa es la forma mediante la 
cual, aseguraron, los manifestantes podrán acercarse y retirarse de la 
Plaza de los Dos Congresos.
La decisión tiene un costo. La otra 
cara de la misma moneda serán los trabajadores informales y tantos otros
 que se encuentran formalizados que, por ese motivo, no podrán 
justificar su ausencia en el trabajo sin hacer explícita su adhesión a 
la medida. Sumando esa situación al receso escolar, el paro no afectará 
de manera directa a los sectores medios y difícilmente se perciba de 
manera contundente en cada barrio.
Es probable que sí se sienta 
especialmente en el sector industrial, en los grandes conglomerados de 
comercio y en el sector de servicios como el bancario, los seguros, el 
movimiento portuario así como a aquellos vinculados al sector público 
que deberán lidiar contra la amenaza de descuentos que ya anunció el 
vocero presidencial Manuel Adorni.
Si bien los miembros del 
triunvirato que conduce la CGT no explicitaron un objetivo de 
movilización, lo cierto es que apuestan a canalizar el descontento que 
las medidas del gobierno, el decreto y la ley ómnibus generaron en el 
conjunto de la población.
Ya antes de anunciar la marcha a los 
Tribunales para lograr la cautelar favorable, Héctor Daer hizo alusión a
 los cacerolazos que se escucharon horas después del anuncio del decreto
 70/23 como una señal de descontento que excede al movimiento obrero 
organizado y como una suerte de mandato popular.
Lo mismo hizo 
Hugo Yasky el 22 de diciembre en un plenario conjunto de ambas CTA con 
la UTEP en el que destacó la actitud de la población en salir a repudiar
 a la calle las medidas del gobierno incluso antes que las propias 
centrales.
En una reunión organizativa de la movilización 
realizada días atrás, Daer propuso organizar las columnas de cada sector
 a lo largo de la Avenida de Mayo sin hacer uso de las calles 
transversales con el propósito de exhibir la masividad de la marcha y, a
 la vez, habilitar la participación de los manifestantes “de a pie” que,
 pronosticó, tendrá una magnitud similar al aporte de los sectores 
organizados.
Entre ellos se contabilizan la CGT, la CTA de los 
Trabajadores, la CTA Autónoma, las organizaciones sociales agrupadas en 
la UTEP y La Cámpora.
Desde la izquierda, un plenario con 500 
delegados de sindicatos que militan en la Coordinadora de Sindicatos 
Combativos (CSC) y en el Polo Obrero se reunió ayer y ratificó su 
participación en la movilización con una columna independiente.
La
 movilización también tendrá un lugar destacado para sectores sociales 
que ya manifestaron su adhesión, como los de la cultura, el deporte, la 
ciencia, los clubes de barrio y las asociaciones de consumidores, entre 
muchos otros, que agregarán sus propias demandas al pliego político y 
gremial.
Ayer, en declaraciones radiales, Daer señaló: «Hemos 
hablado con un montón de legisladores que están en contra, toda la 
fantasía de que esto sí o sí se termina en enero o que es ‘todo o nada’,
 ya no está. Esto es un proceso que va madurando y el 24 no va a ser la 
CGT, van a ser los científicos, el deporte, los trabajadores, las 
cámaras pymes, que ya dijeron que no van a descontar los días; es muy 
amplia la convocatoria y la concurrencia. También participará gente en 
forma individual, que van a ir a decirle al Parlamento, no le den la 
espalda al pueblo».
A este conjunto habrá que sumar las marchas y actos planificados en todo el país.
Consultado
 sobre la magnitud de la movilización, Daer se limitó a adelantar que 
“la marcha va a ser muy grande” y, al igual que el resto de los 
principales dirigentes de la CGT, omitió arriesgar un número concreto.
Fue
 otro de los integrantes del Consejo Directivo de la CGT, Jorge 
Martínez, titular de la Federación de Peones de Taxis, quien dejó 
trascender cuales son los números que manejan dentro de la Central.
“Estimamos
 que cerca de un millón de personas se movilizarán el próximo 24 de 
enero al Congreso Nacional”, confió en declaraciones al portal Sonido 
Gremial. En ese caso, la plaza del Congreso rebalsará de manifestantes.
El día después
Además,
 Martínez remarcó que lo del 24 será “el primer round” en la disputa 
entre sindicatos y el gobierno. Ninguno de los miembros del triunvirato,
 hasta el momento, adelantó cuál será la política de la CGT a partir del
 jueves en caso de que el gobierno insista con el decreto y la ley 
ómnibus.
En la entrevista con Tiempo publicada la semana pasada, 
Pablo Moyano se limitó a recordar la resolución del Comité Confederal 
del pasado 28 de diciembre que, señaló, «nos facultó para tomar las 
medidas que sean necesarias. Pueden ser en febrero, en marzo, abril o 
cuando sea».
La continuidad dependerá de lo que ocurra con el 
paro y la movilización el propio miércoles, la adhesión en la base de 
los trabajadores, el impacto sobre la opinión pública que tenga la 
medida, los reordenamientos dentro del Congreso y de como el gobierno 
interprete el escenario y redefina o confirme los términos de su 
ofensiva.
La disputa por la calle y el protocolo «Bullrich»
Otro
 capítulo de la jornada será el que la ministra de Seguridad pretenderá 
protagonizar con la aplicación de su protocolo de seguridad. Ya mandó 
intimaciones a sindicatos afiliados a la CGT por montos de hasta $ 100 
millones en concepto de costos del operativo de seguridad. Patricia 
Bullrich confirmó que ratificará esa política el próximo miércoles: «Hay
 que dar la pelea de vida o muerte», sobreactuó.
Paco Manrique, 
dirigente del SMATA y diputado nacional, señaló irónicamente que, por la
 envergadura de la marcha, «la gente no va a entrar en la vereda». Daer 
sugirió que lo más prudente para el gobierno sería, al menos, dejar sin 
efecto el protocolo durante ese día. A la vez las tres centrales 
tramitaron la intervención del Director de la Organización Internacional
 del Trabajo (OIT) que, aseguraron, «ya se ha puesto en contacto con el 
gobierno argentino solicitando explicaciones por los flagrantes alegatos
 de violaciones a la libertad sindical y a los convenios 
internacionales».
Más allá de lo simbólico y la disputa mediática
 sobre la opinión pública, el gobierno sabe que es ahí, en la calle, 
donde se juega una parte esencial de esta partida, que recién comienza.«
Más de la mitad apoya el paro y la marcha
Si
 bien lo central de la jornada resultará la propia movilización y la 
capacidad de las centrales de traccionar un sector de la población a la 
calle, un aspecto no desdeñable es la forma en la que la opinión pública
 asimila esas medidas.
De hecho, el gobierno sostiene su ofensiva
 en el presunto apoyo popular que detenta luego de obtener el 56% de los
 votos en el balotaje.
Según una encuesta realizada entre el 14 y
 el 19 de enero por la consultora Espiral en forma exclusiva para el 
portal Infogremiales, la aprobación de la medida de fuerza alcanzó al 
54% de la población mientras que el rechazo cosechó el 36% de las 
opiniones.
El resultado da cuenta de la percepción de la 
población de que no se trata de un conflicto sectorial o corporativo 
sino que involucra a amplios sectores de la ciudadanía.
Otro dato
 que surge del mismo estudio y que posiblemente sea el más relevante, es
 el grado de conocimiento social que tiene la medida. El 97% de los 
encuestados asegura estar al tanto de la protesta con independencia de 
su posicionamiento ante la misma.
El estudio destaca también lo 
que denomina los «altos niveles de intensidad» en las respuestas. Esto 
es la baja frecuencia (9%) de respuestas para las dos variantes 
intermedias entre el apoyo o el rechazo cerrado a la medida de fuerza.
El
 estudio, además, indica al «peronismo unido» (27%) como la «mejor 
expresión» de la oposición al gobierno. La CGT recibió el 19,4% de las 
opiniones seguida por el kirchnerismo (10,4%), los movimientos sociales 
(9,6%), la izquierda (3,2%) y la CTA (1,5%).

