Una de las más emblemáticas es Radio Amanecer de Caldera, un puerto 800
kilómetros al norte de Santiago, en la región de Atacama. Fundada en
1993 por la Unión Comunal de Juntas de Vecinos de la ciudad, su
programación aborda cuestiones laborales, sociales, culturales,
ambientales y religiosas y transmite en la frecuencia 93.7 y por
Internet.
A mediados de 1991 se registró la primera 'represión fuerte' a las
emisoras comunitarias, impulsada por la influyente Asociación de
Radiodifusores de Chile (ARCHI), que agrupa a los grandes consorcios
privados.
'Su propósito era exterminarnos porque no éramos legales, pese a que no
existía una ley al respecto… Hubo persecución y cierre de radios. Nos
denominaban ‘terroristas de las comunicaciones’', recordó Cancino.
En 1994 se aprobó el primer marco regulatorio que definía a estos medios
como 'radios de mínima cobertura', penalizaba a las que emitieran sin
autorización y tenía, según los radialistas, deficiencias en cuanto a
financiamiento y cobertura, pues solo autorizaba un vatio de potencia de
transmisión.
El 4 de mayo de 2010 se promulgó la ley 20.433 sobre Servicios
Comunitarios y Ciudadanos de Radiodifusión de Libre Recepción, pero
todavía no se aplica.
La principal traba es que todas las emisoras concesionadas deben pasar
de la condición de 'mínima cobertura' a radios comunitarias, para lo
cual necesitan acreditar su pertenencia a organizaciones sin fines de
lucro. Quedan excluidas así las emisoras municipales o universitarias.
El plazo para completar este proceso vencía este 14 de febrero, pero
Anarcich consiguió una prórroga hasta noviembre. Luego, será la
Subsecretaría de Telecomunicaciones la que decidirá a qué radioemisoras
otorga el permiso, un trámite que podría tardar entre seis y 10 meses.
La nueva normativa amplía la potencia de uno a 25 vatios, la altura de
las antenas de seis a 10 metros y la duración de las concesiones de tres
a 10 años.
Pero otorga cinco por ciento del dial FM a los medios comunitarios,
correspondiente a su última fracción, entre el 105.9 y el 107.9, y
mantiene la prohibición de publicidad, por lo que estas emisoras solo se
pueden financiar mediante menciones comerciales suscritas al área de
cobertura.
La ley es un avance para algunos, mientras otros apuntan que no mejora sustancialmente el panorama.
'Las radios comunitarias son reconocidas con muchas restricciones que
tienen que ver con la asignación de espectro, vale decir la potencia con
la cual podrían funcionar, con problemas de sustentación, de
financiamiento y de ubicación en el dial', dijo a IPS la vicepresidenta
de la Red de Mujeres del capítulo latinoamericano de AMARC, Perla
Wilson.
En contraste, Cancino cree que la ley es el 'gran orgullo que tenemos
hoy día'. 'Podrá ser limitada, algunos la consideran mala, pero es una
ley que fue sacada para las radios comunitarias, y eso antes no
existía', afirmó.
Wilson destacó que Chile es uno de los pocos países de América Latina
con una legislación que penaliza con presidio la radiodifusión
comunitaria sin autorización, lo que atenta contra la libertad de
expresión, según relatorías de la Organización de los Estados Americanos
y de la Organización de las Naciones Unidas.
El origen del problema, en opinión de Wilson, está en la idea de que el
espectro radioeléctrico, las ondas sonoras y las frecuencias son de
titularidad privada, cuando se trata de 'un bien público, y merece ser
distribuido con criterios de desarrollo social'.
Chile debería incorporar la experiencia latinoamericana, y seguir
ejemplos como el de Argentina, que destina un tercio del espectro a este
tipo de emisoras, dijo Wilson.
Legislaciones sobre radiodifusión comunitaria promulgadas en Uruguay y
en Colombia, el reconocimiento a estos medios en las constituciones de
Bolivia y de Ecuador, así como la participación ciudadana en la
redacción de la iniciativa legal en Argentina, sirven de ejemplo para el
perfeccionamiento de la norma chilena, opinó Wilson.
En esas legislaciones se limita la potestad del Estado para administrar
las frecuencias, en el entendido de que su libre acceso no debería estar
sometido a mayores restricciones.
'Propiciamos una discusión completa sobre la producción de servicios
audiovisuales. Las leyes de comunicación en Chile están muy
parcializadas, muy fragmentadas. Esta ley, como está, es inaplicable',
enfatizó Wilson.
Para Cancino la normativa anterior era 'tan mala que por lo menos ahora se planteó una nueva ley que nunca existió'.
Ambos dirigentes coinciden en que la radiodifusión comunitaria es muy valiosa.
En la comuna de Peñalolén, en el oriente de Santiago, la radio Encuentro
107.3 FM emite por iniciativa de la corporación del mismo nombre,
dedicada a reducir la brecha digital llevando la tecnología de la
información y las telecomunicaciones a distintos barrios y promoviendo
la alfabetización digital.
La radio fundada en 1998 se enlaza a otros proyectos sin fines de lucro,
como una red de telecentros comunitarios, cursos de informática y el
dictado de educación básica y media para adultos.
El movimiento de radiodifusión comunitaria demostró su peso en las
manifestaciones de 2011 por la reforma educativa, las más importantes
desde el retorno a la democracia, impulsadas por el movimiento
estudiantil.
'Tuvimos en 2011 una gran producción de contenidos independientes transmitidos de manera colaborativa', dijo Wilson.
'Mantuvimos canales abiertos, principalmente el apoyo al movimiento
estudiantil… Las radios comunitarias siempre van a estar presentes para
dar a conocer esta problemática a la comunidad', señaló Cancino.
En noviembre de 2011, cuando esa movilización social llevaba seis meses y
faltaban horas para que se aprobara en el parlamento el presupuesto de
este año, se puso al aire una cadena radial de 30 horas consecutivas en
una coproducción de estudiantes, radios comunitarias, medios ciudadanos y
centros de producción.
El objetivo era apoyar y hacer más visibles a los actores sociales
comprometidos con el movimiento educativo y, de paso, fortalecer la
radiofonía comunitaria.
En opinión de Wilson, 'el cerco comunicacional se rompió por el carisma
de los liderazgos estudiantiles que se levantaron en los grandes medios,
pero también muy impulsado desde los medios comunitarios, los medios
locales y las redes sociales'.
'Todo eso se conjugó en una manera de comunicar del movimiento social
que obviamente está radicado en nuestra historia', concluyó.
*Artículo producido con apoyo de la UNESCO
Fuente: Inter Press Service