 
		
 Este martes, después de las 18, tras seis horas de debate, el titular 
del bloque de La Libertad Avanza no pudo ocultar su molestia mientras 
estaba reunido en privado con las autoridades de los demás bloques, pero
 sin la presencia de Unión por la Patria. En ese momento transcurría un 
inusual cuarto intermedio de 15 minutos, impulsado por Miguel Pichetto 
cuando comenzó a confirmar que la votación en particular se encaminaba a
 una durísima derrota para el oficialismo. «Presidente, cuarto 
intermedio. Quince minutos de reunión entre usted y los presidentes de 
los bloques, antes de entrar en el debate de privatizaciones», reclamó 
el presidente del bloque de Hacemos Coalición Federal, mientras percibía
 votaciones perdidosas en los primeros artículos de la ley y también 
constataba que las diferencias eran tan grandes que habían ahondado las 
discrepancias internas en su bloque y en el radicalismo.
El 
excandidato a vicepresidente de Mauricio Macri, ahora calzado en el 
traje de diputado, ya había lanzado una advertencia en una tarde de 
notable malhumor. «Al oficialismo le pedimos que tenga alguna cuota de 
flexibilidad. Les encanta seguir perdiendo», lanzó el rionegrino 
mientras veía con sus propios ojos que algo andaba mal en las pocas 
votaciones que se habían sucedido. “Traten de ver cómo receptar algunas 
propuestas y ganar. No hay que perder, hay que ganar”, completó el 
diputado y luego pidió la cuarta suspensión que se registra desde la 
semana pasada. La solicitud tuvo el mismo cometido que las anteriores: 
ganar tiempo para negociar y evitar un estrepitoso derrumbe de la 
sesión. Pero esta vez, con la votación en particular en pleno 
desarrollo, los tiempos no acompañaron y tampoco las voluntades a partir
 de negociaciones de último momento que rompieron los tenues acuerdos.
Cuando
 arrancó el impasse y comenzó la reunión solicitada por Pichetto, fue 
Zago el que finalmente reconoció que el escenario venía peor de lo 
esperado y que proponía el regreso del proyecto a comisiones. Una forma 
elegante, pero dolorosa, de reconocer que no podían avanzar con el 
tratamiento y que iban a retroceder sobre sus pasos, al punto de tomar 
una decisión que implicaba resetear todo el proceso: desde dejar sin 
efecto el debate y la votación en general, que el viernes concluyó con 
una victoria de 144 a 109, y todo lo hilvanado este martes en la 
particular. Zago no estaba sólo: delante suyo estaban Pichetto, el 
radical Rodrigo De Loredo y la misionera Pamela Caletti, de Innovación 
Federal. Junto a ellos también estaba Santiago Caputo, consultor y 
hombre de confianza de Milei, que había llegado nuevamente para 
intervenir en la negociación y hacer uso de la última palabra.
Tal 
como contó Tiempo, Caputo ya había amagado con dar marcha atrás con todo
 si tambaleaba el capítulo de privatizaciones. Y no sólo eso: también 
estaba convencido de la colaboración que les brindaba un sector de la 
oposición y de los gobernadores de Juntos por el Cambio, pero no dejaba 
de mascullar que le «corrían el arco» todo el tiempo. Al parecer, Zago 
no hizo otra cosa que ejecutar la decisión que Caputo había advertido en
 otros momentos críticos de la negociación, aunque esta vez el 
presidente no estaba en Buenos Aire, sino en las mieles de la primera 
escala de su segundo viaje al exterior, entre Tel Aviv y Jerusalén, en 
la previa de su paso por Roma y por el Vaticano para ser recibido por el
 papa Jorge Mario Bergoglio.
La hoja de ruta de la votación en 
general que se concretó el viernes había dejado una ventana de 
negociación abierta para resolver los temas más espinosos y evitar que 
las roscas de las últimas semanas cayeran en un saco roto.  Las piezas 
desequilibrantes estaban sobre la mesa desde entonces: los gobernadores 
de JxC iban a volver a la carga con la coparticipación de una parte del 
impuesto Piaís si el gobierno se negaba a sostener las 13 cajas 
jubilatorias provinciales dentro de los cambios que preparaba para el 
Fondo de Garantía de Sustentabilidad de la ANSeS. A ese combo se sumaba 
la negativa de la oposición dialoguista de aceptar la derogación del 
artículo 1 de la Ley de Sostenibilidad de la Deuda para quitarle los 
topes de endeudamiento externo y de reestructuración. Ninguno de los 
temas calientes que habían quedado del viernes llegaron este martes al 
recinto. Había otros que estallaron en plena votación y que habían sido 
mantenidos en reserva, aunque los diálogos que mantuvo durante la mañana
 de este martes el ministro de Economía, Luis «Toto» Caputo, con algunos
 gobernadores, fueron otro punto de fuga de la crisis que se venía 
cocinando y que no se pudo resolver hasta que llegó el momento de las 
primeras votaciones en particular.
Los negociadores y las desconfianzas.
Junto
 a Federico Sturzenegger (autor en las sombras de la Ley Ómnibus y del 
DNU 70/23), el jefe del Palacio de Hacienda fue otro de los grandes 
ausentes durante todo el trámite en comisiones que comenzó hace un mes. 
La oposición reclamó su presencia en varias oportunidades y al 
oficialismo le costó defender el faltazo, pero Toto intervino sobre el 
final de la negociación y desautorizó por enésima vez a su par de 
Interior, Guillermo Francos, el mismo que la semana pasada le dijo a los
 gobernadores que estaba dipuesto a coparticipar el impuesto País y al 
día siguiente sostuvo todo lo contrario.
Los mandatarios provinciales
 ya habían comprobado que el ministro político no tenía la lapicera 
presupuestaria y que todo se lo tenía que preguntar a Toto, doblemente 
empoderado desde que Milei echó de repente a Guilermo Ferraro del 
ministerio de Infraestructura por filtrar información de una reunión de 
Gabinete. Toto se quedó con todas las áreas de la cartera que fue 
descabezada y sumó mucho más poder en la tirante relación económica con 
las provincias. Sin embargo, el ministro de Economía recién tuvo 
contacto directo con los mandatarios en los últimos días y buscó pactar 
un acuerdo de palabra. Les propuso asumir el compromiso de reabrir la 
discusión fiscal y cubrir en forma discrecional los fondos que 
reclamaban para realizar obras públicas. «Si ustedes no insisten con 
meter en la Ley Ómnibus la distribución del impuesto País, me comprometo
 a compensar esos fondos a partir de la semana que viene», es la frase 
que le adjundican a Toto en el diálogo que mantuvo con los mandatarios 
provinciales que le estaban marcando la cancha. La lista de 
interlocutores que exploró Toto fue desde el entrerriano Rogelio 
Frigerio, del PRO, hasta el cordobés Martín Llaryora y el santafesino 
Maximiliano Pullaro (UCR – Evolución). Del otro lado del teléfono los 
destinatarios no se dejaron convencer y le pidieron al ministro un gesto
 para plasmar en la ley que estaban por debatir en Diputados y no con 
una promesa incomprobable.
El esquema de negociaciones que habilitó 
Milei comenzó a evidenciar sus deficiencias. A los niveles superpuestos 
de interlocutores del gobierno se sumó la desconfianza mutua entre los 
jugadores que estaban del otro lado del mostrador. Los gobernadores 
macristas, liderados por Frigerio, buscaron alternativas cuando 
confirmaron que la idea de coparticipar el impuesto País se había 
estancado. Las lecturas se contraponen sobre ese momento, pero los 
radicales aseguran que los del PRO se cortaron solos en una negociación 
que fue conducida por Pichetto y Nicolás Massot, otra de las espadas más
 experimentadas de HCF.
Los gobernadores del PRO no venían con un 
cuchillo bajo el poncho. Hace más de 20 días se habían concentrado en 
otro tema espinoso. Tanto en la delegación de las facultades, como en 
las bases que le daban sustento, el gobierno buscaba tener atribuciones 
para unificar, modificar, transformar o eliminar a 29 fideicomisos o 
fondos fiduciarios públicos destinados a obras, proyectos, y subsidios 
de las provincias. Son cajas que Caputo quería intervenir a cualquier 
precio y que los gobernadores no querían aflojar. Como una salida extra,
 surgió una propuesta: excluir del artículo cuatro (donde estan las 
bases de las delegaciones) a dos de las 29 cajas. La primera es el Fondo
 Fiduciario Federal de Infraestructura Regional (FFFIR) que asiste para 
obras de infraestructura económica y social y la segunda es el Fondo 
Fiduciario para el Desarrollo Provincial (FFDP), que tiene funciones 
similares pero cubre «prestaciones y fortalecimiento en general de los 
sectores de la economía real, educación, justicia, salud y seguridad, y 
la consolidación de la situación fiscal y financiera».
Esa 
negociación quedó al desnudo cuando llegó el momento de votar el 
artículo 4. Para evitar el naufragio de todo ese punto, el oficialismo 
lo dividió en incisos y fue votado cada uno. La chispa de la discordia 
surgió cuando Massot agregó el inciso H para dejar afuera a los dos 
fondos fiduciarios que los gobernadores macristas habían abordado con 
Caputo. «Si van a negociar esos dos, entonces discutamos todo eso», dijo
 el radical Martín Tetaz, cuando advirtió la movida de los aliados de 
HCF. Ahí cambió el tono del debate y comenzó a definirse la suerte de la
 sesión, porque los radicales decidieron castigar esa negociación 
paralela con el PRO y canalizar las otras broncas que fueron sumando 
durante el fin de semana del cuarto intermedio que había comenzado el 
viernes.
Antes de su naufragio fueron votados seis artículos y sus 
incisos. En ese desarrollo se puede advertir el momento en que se 
rompieron los acuerdos. El primer artículo definía la cantidad de 
facultades legislativas delegadas al Ejecutivo. En el principio habían 
sido 11 y quedaron seis. En ese punto el oficialismo pudo anotarse una 
de las escasas victorias de la tarde. Fueron aprobadas las emergencias 
económica, administrativa, energética, tarifaria, financiera y de 
seguridad por 134 votos a favor y 121 en contra. Sucedió casi lo mismo 
con los artículos 3 y 4, donde están enumeradas las bases de las 
delegaciones, pero en ese punto surgió la controversia. Se cayó el 
inciso J que fortalecía el rol de las fuerzas federales y también el I, 
dedicado a la regulación del sector energético y el mercado eléctrico. 
Después llegó el cambio que propuso Massot para el inciso H del artículo
 4 y volvió a asomar la derrota numérica, esta vez propinada por un 
radicalismo muy molesto después de haber confirmado el puenteo de HCF. 
La bronca superó las diferencias internas que respiran los 34 
integrantes del bloque de la UCR, presidido por De Loredo.
El texto 
tenía 383 artículos y la crisis estructural surgió en el quinto, 
dedicado a una ambiciosa reorganización administrativa del Estado. Tenía
 siete incisos y seis fueron rechazados por amplias mayorías que fueron 
desde los 144 votos en contra hasta los 154. En esas ecuaciones estaba 
el malestar de un sector de la UCR, de otra parte de HCF, de Innovación 
Federal y de algunas advertencias de LLA, como la que había lanzado 
Carolina Píparo en contra del paquete de privatizaciones. En ese momento
 Pichetto pidió el cuarto intermedio y le exigió flexibilidad al 
oficialismo porque «les encanta seguir perdiendo».  La solicitud no 
imposibilitó la votación del artículo seis dedicado al sistema de 
contrataciones públicas, íntimamente vinculado a los cambios 
administrativos del Estado. Fue aprobado por 137 votos positivos, 111 
negativos y seis abstenciones.
Había llegado el momento de votar el 
artículo 7, dedicado a la privatización de empresas públicas, el punto 
que había elegido Pichetto para cortar la racha perdidosa y rebajar para
 dar de nuevo. De los artículos 5 y 6 lo único que había quedado en pie 
fue el inciso B que le permitía al gobierno eludir las paritarias 
estatales y regular la carrera administrativa en funcion al mérito y al 
cumplimiento de logros. Con ese saldo oscuro votaron el cuarto 
intermedio y, delante de los demás bloques, salvo el peronismo, Zago 
capituló.
Cuando terminó la reunión para encontrar una salida, fue el
 titular del bloque oficialista el encargado de informar el regreso a 
comisión del proyecto. Las autoridades de LLA no podían ocultar la 
bronca y sus pares del PRO tampoco podían disimular la impotencia. El 
presidente de la Cámara, Martín Menem, levantó la sesión y con ese gesto
 selló la suerte del proyecto para el futuro.
«Ganaste pibe, 
disfrutá», fue la frase que le escucharon a Pichetto. Se la dijo a 
Germán Martínez, titular del bloque de UxP, mientras ambos dejaban el 
recinto.

