Las centrales sindicales evalúan sus planes de acción ante los despidos. La expulsión de los trabajadores estatales impactará de lleno en los debates al interior de las organizaciones. En la CGT se profundizan las divisiones. La CTA-T pide un paro nacional. Por: Miguel Carrasco . El despido masivo de trabajadores estatales, previsto para hoy, será revulsivo para las centrales sindicales porque las obligará a posicionarse ante un hecho de magnitud. En ese contexto, la decisión de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) de impulsar el ingreso de todos los empleados despedidos a sus lugares de trabajo, podría derivar en escenas conmocionantes por la amenaza que ya expresó el presidente Javier Milei, en el sentido de que se trata de «acciones ilegales» y, por lo tanto, sujetas a una previsible represión policial y de fuerzas de seguridad.
En relación con este escenario, el titular de la CTA de los
Trabajadores, Hugo Yasky, le dijo a Tiempo que «esta ofensiva del
gobierno contra los trabajadores activa la cuenta regresiva del paro
nacional». Yasky, quien también es diputado nacional, observó: «Tenemos
que recurrir a una resistencia que nos permita, primero, rodear
solidariamente el conflicto de los estatales, que no es el único en este
momento porque hay conflictos muy graves en el sector privado también,
como el de los metalúrgicos». Para Yasky, la tarea de las centrales
sindicales (la CGT y las dos CTAs, de los Trabajadores y la Autónoma)
pasa por abarcar toda la conflictividad que se está generando a partir
de las decisiones del gobierno. «Tenemos que estar presentes, no
soltarles la mano a ningún compañero de ningún sindicato», observó.
«Nosotros vamos a estar presentes como central sindical en todas las
acciones que se desarrollen y creemos que esta ofensiva del gobierno
contra los trabajadores activa la cuenta regresiva del paro nacional.
Estamos trabajando para que ese paro nacional sea la continuidad del 24
de enero, que se realice con movilización en todo el país y que se pueda
coordinar con las otras centrales en el más breve plazo de tiempo
posible». El dirigente expresó que la medida debe reflejar «la unidad de
todos los sectores» y, además, «poner sobre la mesa la denuncia del DNU
70/2023 y el intento de acordar a espaldas del Parlamento una
negociación para volver con la reforma laboral y las leyes punitivas
contra los trabajadores».
En la CGT
La situación de la directiva
de la CGT se parece a un «todos contra todos», según le expresó a este
medio un directivo de la principal central obrera de la Argentina.
Existe un panorama que, a priori, parece confuso.
Esta
semana, en un encuentro en el complejo Parque Norte, que gestiona el
sindicato de empleados de comercio, el gastronómico Luis Barrionuevo
congregó a varias decenas de directivos sindicales para golpear a la
conducción cegetista por su «pasividad». Barrionuevo pidió: «La CGT debe
convocar con carácter de urgente a un plenario de secretarios generales
y que todos ahí resolvamos cuáles van a ser las medidas que va a
tomar». En el camino, apuntó contra Rodolfo Daer, el jefe del sindicato
de la Sanidad que, junto con Pablo Moyano y Carlos Acuña, dirige la CGT.
Lo notable fue que el propio Acuña acompañó a Barrionuevo en sus
diatribas contra Daer, de quien pidió su renuncia como triunviro de la
central. El entuerto mostró las diferencias al interior de la central,
aunque la crítica a Daer por su negativa a lanzar un paro en forma
inmediata no indique que el sector de Barrionuevo está motorizando esa
opción. Al menos esa es la sospecha en la vereda del tercer triunviro en
cuestión, Moyano, quien en la semana dijo que «en los próximos días la
CGT seguramente tendrá que tomar alguna medida, que puede ser un nuevo
paro general o una gran marcha federal en todo el país». Si bien las
presiones para que se avance en ese sentido provienen desde diferentes
direcciones, a la fecha no hay prevista una reunión de la mesa chica de
la CGT para comenzar a amasar una medida de fuerza. Luego de la mesa
chica, debería darse una reunión con los 52 integrantes del Consejo
Directivo. Yasky observó: «El sentido que tienen las medidas del
gobierno es imponer el caos en el sistema de convivencia que tenía la
Argentina, estructurado alrededor del Estado. Se genera una especie de
caos sistematizado que pretende dar lugar a un nuevo ordenamiento social
donde el individuo sea eso: una persona desconectada de sus pares y,
además, autosuficiente si sus capacidades se lo permiten. Es la ley de
la selva».