Estrategia que –se asegura sotto voce– hará en la capital bonaerense y
con el mencionado acto del viernes 27 en el Puerto de La Plata, su
presentación en sociedad con un fuerte reclamo al gobierno nacional para
que realice la obra del Canal Magdalena. La movida es acompañada por
tres intendentes fuertemente alineados con el gobernador: Mario Secco
(Ensenada), Fabián Cagliardi (Berisso) y Julio Alak (La Plata). Y
presumiblemente los cuatro, con AK, indudables sabedores de que en la
Casa Rosada no se moverá ni un pelo en favor del canal. Lo que sólo
delata la fuerte decisión de llevar a cabo la obra. Que sí cuenta –hasta
donde sabe esta columna– con el apoyo de todas las centrales obreras
nacionales, e incluso se da por seguro el aval del Arzobispo platense,
Monseñor Gabriel Mestre, quien desde que asumió el arzobispado en
septiembre de 2023, se pronunció a favor de esta obra necesaria. La
convocatoria proclama la "recuperación soberana" del Canal Magdalena, al
que erróneamente se sigue nombrando con necios eufemismos empresariales
como "vía troncal de navegación", cuando lo que corresponde es
cuestionar ésa y otras sustituciones semánticas, porque si un río es un
río y un canal es un canal, toda nueva y diluyente nominación es
interesada, distorsiva y chueca. No obstante ello, lo fundamental de
estos preparativos es la renovación de la perspectiva de una obra
fundamental para la Argentina, tanto porque el Canal Magdalena permitirá
la salida soberana de los ríos Paraná y de la Plata al Océano Atlántico
y al mundo entero, como por la veloz creación de entre 30 y 40.000
empleos, además del mejoramiento ambiental y otras ventajas que ya esta
columna ha puntualizado en diversas ocasiones. Es claro que la
recuperación del impulso al emblemático Canal, además de las
innumerables ventajas ya descriptas reiteradamente por esta columna,
representa ahora una contundente corrección a la estúpida decisión del
gobierno de Javier Milei, quien hace pocas semanas autorizó
gratuitamente al Uruguay el dragado del acceso al Puerto de Montevideo, a
fin de constituirlo en puerto exportador único y exclusivo, en desmedro
de varios puertos argentinos mucho mejor dotados.
Todo lo anterior
está a la vista y por eso tiene tanta importancia. Es como si el
Magdalena fuese un medidor de la sistemática y patética destrucción del
país en manos de un loco. De donde la resolución es por lo menos
incierta y por eso hasta ahora no se ve modo cierto de mejorar, ni mucho
menos cambiar, la dura realidad y la incertidumbre. Que por eso mismo
crece día a día y es tan inquietante. La velocidad y saña con que el
gobierno nacional viene condenando a por lo menos 40 millones de
compatriotas, empobrecidos y hambreados de manera cruel e inhumana en
uno de los territorios más ricos del planeta, y a tan impactante
velocidad, quizás no tenga parangón en toda la Historia de la Humanidad.
El
cuadro de situación es harto elocuente y no se reduce a la reciente,
escandalosa autoasignación de brutales aumentos de salarios en el
Senado, mientras se sigue condenando al cierre a más de 50 universidades
públicas en las que estudian 2,5 millones de jóvenes. Como en un hilo
de horror, la bestialidad gobernante se combina y emparenta con una
ringlera de grotescos políticos de alta miserabilidad, como eliminar la
investigación científica y técnica, organismos como el Conicet, Arsat,
las centrales atómicas y toda la larga y mundialmente respetada labor
desarrollada por investigador@s formados aquí y que son orgullo de la
Argentina junto con el cine nacional y las muchas, riquísimas
expresiones culturales. En paralelo, la inminente entrega total de YPF
parece prosperar gracias al repugnante sometimiento a jueces y juezas
norteamericanos por parte de mandantes y socios locales que forman parte
de la caterva de estudios jurídicos cipayos, avorazados y apátridas. Y
hay otros simbólicos íconos nacionales en los paquetes de entrega: como
Aerolíneas Argentinas, empresa de bandera no deficitaria pero ahora
cretinamente condenada a desguace por segunda vez en sólo un cuarto de
siglo.
Súmesele la degradación militar que hoy vuelve a producirse,
luego de que las Fuerzas Armadas recuperaran lentamente el respeto
popular. Se obliga ahora a que todo el personal de las Fuerzas Armadas
haga la venia ante funcionarios disfrazados que deshonran a la Historia
Argentina, desvirtuando así la ardua y sana democratización de todas las
fuerzas durante los últimos 40 años. Y fuerzas hoy condenadas, además, a
la vergüenza de mirar como meros muñecos sumisos la ocupación de
nuestros territorios por la soberbia extranjera. Y encima soportando el
dudoso negociado que implica comprarle a Dinamarca entre 20 y 30 viejos
aviones de guerra que serán destinados a unas Fuerzas Aéreas que hoy -de
hecho– ya no tienen Patria que defender, que es la peor ofensa al
abnegado personal militar.
Ahí están, como pruebas de los agravios
que se infieren a las Fuerzas Armadas recuperadas en 40 años de
democracia, la ominosa e inadmisible entrega de nuestras Islas Malvinas,
así como las instalaciones británicas que funcionan como gobierno de
facto en todo el triángulo polar antártico, y por si fuera poco la
entrega de la producción de agua potable a una empresa extranjera, la
israelí Mekorot, traída al país en lo que fue una de las peores
decisiones del gobierno anterior, continuada alegremente por el actual.
En
el horrible contexto de sufrimientos en millones de humildísimas
viviendas en las que padecen miles de familias carenciadas, dispersas en
todo el territorio nacional, encima les caen las avalanchas de aumentos
en los servicios públicos básicos (agua, luz, desagües) a modo de
mazazos brutales para por lo menos 35 millones de argentin@s. A lo que
se suma el deterioro –cruel, innecesario y exagerado– de todo el sistema
de Salud Pública, que fue esencial y a la vez ejemplar por los
principios de solidaridad y altos niveles de salubridad popular que
sostuvo durante décadas.
La Argentina entregada a la extranjería más
voraz es hoy poco menos que inexplicable. Le consta a esta columna que
el mundo entero contempla, azorado, esta tragedia inexplicable.