Karina Milei agita la interna con Villarruel y pone en riesgo el futuro legislativo de LLA}¿. La secretaria general asume que la Ley Bases volverá con cambios y avanza con sus aliados en Diputados para desconocerlos. En el Senado advierten que no saldrá ninguna ley en adelante Por Claudio Mardones. El trámite veloz que el oficialismo esperaba en el Senado esta semana para la Ley Bases se diluyó con estrépito entre el jueves del paro y un viernes de pases de facturas. El gobierno pretendía sancionar antes del 25 de mayo la versión que aprobó la Cámara Baja, pero en medio de una semana determinante, la señal más importante de la Casa Rosada para el Congreso no fue para el Senado, sino para Diputados, el origen de dos proyectos que podrían ser ratificados si sufren modificaciones. El gesto salió del primer piso de Balcarce 50 y fue una reunión que encabezó la secretaria general de la Presidencia, Karina Milei, con diputados de La Libertad Avanza y el PRO.
La estampa buscó consolidar una demostración de poder, bajo el
liderazgo de la hermana del presidente, pero en la Cámara Alta sólo
provocó zozobra, resquemores e incomodidad en el oficialismo y en la
vicepresidenta Victoria Villarruel.
El encuentro apuntó a mostrar
hiperactividad gubernamental durante el segundo paro nacional contra el
ajuste que impulsa el presidente Javier Milei. También contra la Ley
Bases. Pero la cita que organizó Karina sucedió en un jueves atípico,
con una comisión de Presupuesto que, a pesar de la huelga, avanzó en
escuchar a los funcionarios enviados por el Palacio de Hacienda para
defender el paquete fiscal. El interbloque de Unión por la Patria había
decidido adherir a la medida de fuerza y no participó, pero el
oficialismo igual afrontó una serie de detallados cuestionamientos de la
oposición dialoguista. Tanto el radical Martín Lousteau como Guadalupe
Tagliaferri del PRO se ganaron el foco de la jornada, porque pusieron
contra las cuerdas al secretario de Hacienda, Carlos Guberman, ante sus
preguntas y críticas respecto a la «generosidad» del blanqueo de
capitales, la ventana que beneficia a testaferros, las ventajas para
familiares de exfuncionarios por diez años y las fallas del Régimen de
Incentivos para las Grandes Inversiones, definido como el núcleo de la
iniciativa.
Mientras el jujeño Ezequiel Atauche, al frente de
comisión de Presupuesto, lidiaba con un debate que sumaba tres horas de
reveses opositores, comenzó a cocinarse el escenario de las próximas dos
semanas. Guberman, a pesar de sus esfuerzos, siguió la línea de sus
antecesores: tuvo dificultades para defender los textos y demostró que
había partes que no había leído. Retrocedió ante la ofensiva que
encabezaron Lousteau y Tagliaferri y que incluso cuestionó el cordobés
Luis Juez, presidente del bloque Frente PRO. «El senador Lousteau está
actuando con nivel de representación del Frente de Todos que por ahí
asusta», lanzó el jefe de la bancada de Tagliaferri para sostener que no
hacía falta la presencia del bloque panperonista ese jueves ante el
papel del titular senador y titular del Comité Nacional de la UCR. Las
expresiones de Juez reflejan la frustración que comenzaron a respirar en
el oficialismo y en el PRO ante las inconsistencias de Guberman y las
fallas que habían quedado al desnudo.
En ese clima supieron que
Karina había reunido en la Casa Rosada a un grupo de diputados, sin
ningún representante del Senado presente. Junto al presidente de la
Cámara Baja, Martín Menem, reunió al titular del bloque PRO, Cristian
Ritondo, a su secretaria parlamentaria Silvia Lospennato y a las
autoridades de LLA: Gabriel Bornoroni y José Luis Espert.
La foto
llegó con un mensaje que le quitó la paciencia a los escuderos
oficialistas que estaban remando, en medio del paro, la sesión
informativa por el paquete fiscal. Karina y Menem buscan respaldarse en
la mayoría que obtuvieron en Diputados para la aprobación de los dos
textos y, si vuelven con modificaciones del Senado, rechazarlas y
ratificar el dictamen aprobado en la cámara de origen, luego de una
sesión de 30 horas.
La posibilidad de «insistir en la redacción
originaria» está en el artículo 81 de la Constitución Nacional. Ahí hay
un detalle numérico clave: la eventual insistencia de Diputados sólo
podría hacerse en los artículos o capítulos que no hayan sufrido
modificaciones del Senado votadas por los dos tercios de los presentes.
Si esa mayoría se cristaliza contra una parte de los dos proyectos, no
pueden ser ratificados en Diputados. A la vez, el oficialismo y el PRO,
en caso de recibir la revisión del Senado, deberían reunir mayoría
simple para ratificar o dos tercios de los presentes para insistir con
los artículos que tengan dos tercios de rechazo en el Senado. Es lo que
planea Karina, en un movimiento que busca sortear y prescindir de las
debilidades que quedaron al desnudo el jueves. Después de las tres horas
de reveses en la comisión de Presupuesto, el titular de la comisión de
Legislación General, Bartolomé Abdala, terminó de confirmar que no había
forma de llegar con los tiempos que esperaba la Rosada y tampoco de
impedir la introducción de modificaciones. El puntano pidió la palabra y
dijo que iban a aceptar la presencia de invitados propuestos por la
oposición. De ese modo cerró la semana con un pronóstico particular: el
oficialismo sigue apuntando a lograr dictámenes de mayoría, con cambios,
entre el próximo martes y jueves, con una eventual sesión el 23 de
mayo, cuando se haya cumplido el transcurso de siete días para llegar al
recinto, como exige el reglamento del Senado.
El gesto de la Casa
Rosada hizo que los senadores de LLA se sintieran desautorizados en
plena negociación y con Villarruel al margen. La titular del Senado
decidió correrse de las definiciones en torno a los dos proyectos. «No
está claro quién del Ejecutivo está al frente de los diálogos con la
oposición y como no hay una voz cantante que lleve adelante la
negociación, todo se ha estirado de una manera que no es la correcta»,
lamentó una espada senatorial del oficialismo para justificar el segundo
plano de la vicepresidenta en este momento.
Dentro del pequeño
bloque oficialista en el Senado, integrado por siete legisladores,
cuentan que es inocultable la desazón de las autoridades del espacio y
de la vicepresidenta ante la ausencia de una coordinación «en espejo»
con Diputados. Acotan que la señal de Karina sumó desorientación,
desautorización y bronca.
«Si la Ley Bases vuelve a Diputados y
desconocen los cambios que introducirá el Senado, entonces nos estamos
condenando a que no podamos sacar una ley más», vaticinó uno de los
integrantes del oficialismo en la cámara que conduce Villarruel.
Lo
dice desde la experiencia vertiginosa que significó para la
vicepresidenta pasar desde diciembre, cuando alcanzaron una mayoría de
39 votos para designar autoridades, al 14 de marzo, día del rechazo del
DNU 70/23 luego de 8 horas de debate y una votación adversa de 42
rechazos, 25 respaldos y 4 abstenciones.
La señal que articuló
Karina tiene un sustrato inquietante en la Cámara Alta. Es leída como un
tajante desacuerdo hacia la posibilidad de aceptar cambios que habilitó
el oficialismo. Además de prescindir de Villarruel y reavivar el duelo
silencioso con la Rosada, apunta a posicionar a Diputados como la
principal base del respaldo al gobierno, sustentado por virtual
interbloque de LLA con el PRO, que sigue dependiendo de los aliados
esquivos, pero con mejor coordinación.
En el primer piso del ala
derecha del Congreso retrucan duro. No le quitan mérito a las roscas del
ministro del Interior, Guillermo Francos, pero insisten que no hubo
coordinación entre las dos cámaras para evitar las revisiones y aseguran
que la Casa Rosada y Economía enviaron funcionarios mal preparados. A
eso le suman las palabras presidenciales. Desde el plazo del 25 de mayo
para llegar al pacto con las leyes sancionadas a definir al Senado como
«un nido de ratas».
«En diciembre formamos una mayoría de 39 y la
tendrían que haber cuidado y protegido. La idea era recibir ayuda, pero
no hemos tenido buenos signos del Ejecutivo para que esas señales
lleguen a buen término. Quizás se den cuenta demasiado tarde que el
Senado no es Diputados», espetó otra espalda de LLA. Cerca de las
autoridades de la cámara opinan que la eficacia de las críticas de
Lousteau y Tagliaferri contra el paquete fiscal, «confirman que la
coordinación con la Rosada no funcionó» y que «hay gente inexperta que
trata de abarcar todo y no puede».
La gota que colmó todo salió del
primer piso de la Rosada. «No cae bien que mientras estamos con un gran
revoltijo, haya reuniones con diputados que den por sentado que viene
mal lo del Senado y que nos podrían desconocer. De eso no se vuelve»,
vaticinaron con enojo desde un despacho que mira hacia la calle Hipólito
Irigoyen.
Este lunes a las 10 la comisión de Presupuesto reanudará
el trabajo con el paquete fiscal y a las 15 sigue el plenario de
comisiones que trata la ley bases. Será el momento para conocer hasta
donde cederá el gobierno. Se esperan concesiones para la reimposición
del Impuesto a las Ganancias, cambios profundos en el diseño del RIGI y
del blanqueo. Los problemas no quedarían ahí. El paquete de
privatizaciones podría sumar sorpresas y también el capítulo previsional
que crear una prestación proporcional y deroga la moratoria. Los nuevos
dictámenes requerirán cuidado, porque el oficialismo podría abrir una
brecha de debilidad que derive en un rechazo rotundo de algún capítulo o
artículo. Si eso sucede, comenzaría a deshilacharse más la nueva
versión de la ley bases y la estrategia que diseña Karina podría entrar
en crisis. La definición será en Diputados y después de mayo. Ante el
nuevo riesgo de otro naufragio, reverdecerán los poroteos y el rol de
los aliados esquivos será más importante que ahora. Entre ellos, dicen
que el diputado Miguel Pichetto, del bloque Hacemos Coalición Federal,
«jugaría muy fuerte para ratificar la aprobación original» junto a la
presión de los gobernadores de JxC que todavía no movieron todas sus
fichas en el Senado.