Trastienda política, razones y negocios atrás del silencio del Círculo Rojo en la peor recesión de su historia- Por qué no hablan ante una crisis que se los lleva puestos. Los abogados de la UIA penetraron el Gobierno de Milei y prefieren eliminar indemnizaciones e implementar una ley laboral que ellos mismos redactaron antes que pelear contra un desplome inédito. El mandato y el interés de Techint, el anti-peronismo de Ledesma, un Arcor que no quiere “hacer olas” y el movimiento independentista de las pymes ante la no crítica de los gigantes. Por Leandro Renou. Escapando de la primera Guerra Mundial, el alemán Franz Viegener llegó a la Argentina y trasladó su negocio de griferías, FV, a una planta pequeña y luego muy importante. En 1929 padeció la crisis, volvió a Alemania y tras algunos años retornó a estas tierras con sus hijos, que hoy continúan el negocio.
Hace unas horas, a los Viegener les pasó lo que nunca en décadas. Por
el ajuste y la recesión del Gobierno de Javier Milei, FV suspendió por
tres meses a 800 trabajadores de su planta de Villa Rosa, Pilar. La
noticia cayó como una bomba en el sector fabril y en los medios. Era la
caída de rodillas de un verdadero gigante fabril ante el modelo de la
depresión económica, uno más que se sumaba a los despidos ya ocurridos
en Pepsico, General Motors, Acindar, FATE, Whirpool y una serie larga de
compañías en crisis. La situación circuló como reguero de pólvora en
los grupos de Whatsapp de la Unión Industrial Argentina (UIA), entidad
que venía moderando sus críticas ante el desplome fabril más grande de
la historia. Casi a la misma hora en que surgió el dato de FV, el
presidente Milei se tomaba una foto muy cuestionada por las pymes
industriales con el Grupo de los Seis, entre los que estaba el
presidente de la UIA, Daniel Funes de Rioja. La postal fue en el
almuerzo del Consejo del Comercio y la Producción (Cicyp), donde el
libertario celebró el ajuste que condena a las fábricas y sepulta a la
construcción, este último un problema que también explica las
suspensiones en la firma de griferías. El caso FV disparó un guerra
pública y privada entre pymes, empresas intermedias y los gigantes
industriales por el rol que están tomando de no denunciar la crisis del
sector, que ya es más importante que las caídas del 2001, el macrismo y
la pandemia de la COVID. Esta semana el INDEC reportó un derrumbe del
17,2 en marzo, un derrumbe pocas veces visto. El por qué no hablan de
una recesión los que se están fundiendo es un tema de debate amplio por
estas horas, y alcanza a casi todos los sectores económicos, pero en la
industria -el corazón del PBI nacional-, tiene tres razones centrales:
la primera es que Techint, el dueño político de la UIA, hoy es más una
empresa de pretensión hidrocarburífera que una industria pesada, y el
negocio petrolero –uno de los pocos que marchan bien- se juega mucho con
la Ley Bases y el RIGI del Gobierno. La segunda es que tanto la empresa
de Paolo Rocca como otros gigantes industriales nacionales y
extranjeros lograron penetrar el Gobierno con abogados laboralistas
propios que entienden, según contaron a Página I12 fuentes fabriles, que
es el momento de liquidar las penalizaciones a la contratación informal
y modificar todo el régimen laboral antes que preocuparse por la
actividad, que en algún momento volverá. Vale decir que la obsesión por
acomodar la normativa viene de los años de Mauricio Macri, donde la UIA
tampoco jugó fuerte ante el cierre de 25 mil pymes. Ese caso les sirve
hoy de experiencia: “¿quién sabe cuánto dura este Gobierno? Lo que hay
que hacer hay que hacerlo ahora”, se sinceró un alto dirigente de una
multinacional de autos ante este diario, blanqueando que el poder
económico se acerca al poder circunstancial de la política para
conducirlo, no para acompañarlo.
La tercera razón del silencio fabril
es de afinidad político-ideológica. Allí podría haber cierta
simplificación, equivocada, de asociar solo a los gigantes con las
posturas más pro Milei, pero, para ser certeros, entre los industriales
pyme hay mucho bancando el modelo. De todos modos, la crisis es tan
severa que el debate interno penetró como pocas veces y generó una
especie de deslegitimación del rol de la UIA como lobbysta fabril. Un
solo ejemplo: a los debates en comisiones del RIGI debieron asistir de
manera masiva cámaras sectoriales en forma individual ante el escaso
interés de la central situada en Avenida de Mayo. “La UIA se borró”,
aseguran.
Una de abogados y la “T”
Los que conocen el paño de la
UIA graficaron ante este diario el organigrama del poder en la central
fabril. Techint, la empresa de Paolo Rocca, manda. Funes de Rioja es
hombre de Techint y a la vez titular del estudio de abogados
laboralistas Brouchou y Funes de Rioja, uno de los que redactó la Ley
Bases y acercó a la titular de AFIP, Florencia Mizrahi. Hace unas horas,
el estudio de Funes también colocó a Eduardo Mallea al frente de
Aduanas, uno de los dos expertos en Derecho Aduanero de ese buffete.
Mallea, cuyo trabajo central hasta ahora era ser merchant de arte y
tiene su casa plagada de cuadros caros, viene del corazón del Jockey
Club. “No le pidan 8 horas de trabajo”, comentaban con sorna los que lo
conocen de años.
La UIA y Techint pusieron, también, a Julio Cordero
al frente de la cartera de Trabajo. Fue director de Legales de la
entidad y alto dirigente de la “T”. Fue el que le hizo el plan de
reforma laboral a Patricia Bullrich y que terminó aplicándolo con Milei.
Hizo, en síntesis, el mismo camino que el Círculo Rojo. De Bullrich a
Milei para tumbar los derechos laborales.
Horacio Marín, el actual
titular de YPF, fue director de Exploración y Producción de Tecpetrol,
la petrolera de Rocca. Hace unos días, pidió por el RIGI como
condicionante de inversiones. A su empresa madre, la “T”, ya le cumplió:
derrumbó toda la exploración tradicional de crudo en provincias
centrándose sólo en beneficios para Vaca Muerta, lo que le interesa a
Techint. La habilidad del Rocca es innegable: en el Gobierno de Alberto
Fernández se quedó con la obra del Gasoducto Néstor Kirchner, la única
que sigue en pie hoy (vía la reversión del gasoducto norte), mientras
Milei le saca de encima cualquier competencia posible.
A la luz de
los hechos, Techint tiene bastantes razones para frenar la ofensiva
contra la política anti-industrial de Milei. Sus lugartenientes, con
diferentes motivaciones, son hoy Arcor, Ledesma y Peugeot. La empresa de
los Pagani elige, hoy, “no hacer olas”. Su idea es no confrontar.
Algunos cuentan que, como muchas empresas, no muestran los resultados
negativos para no espantar los créditos de bancarios. Hay un ejemplo
emblema de eso: en los ´90, Alpargatas hizo lo mismo, evitó hablar de la
crisis, luego terminó fundida. No es el caso de Arcor, la transnacional
argentina de alimentos más importante del mundo, pero el dato es útil
para explicar el contexto. Luis Pagani no habló nunca con Milei como lo
hacía con Macri. Adrián Kauffman, su lugarteniente en UIA y hombre de
amplia experiencia, sí muestra preocupación. Envía a los grupos de
Whatsapp de la entidad noticias del desplome fabril en todos los rubros.
El
caso de Ledesma, la firma de los Blaquier, es netamente ideológico.
Carlos Pedro, que antes de fallecer atravesó varios juicios por delitos
de lesa humanidad en el marco de la causa por la noche del apagón en
Jujuy, donde los militares desaparecieron delegados y trabajadores de
los ingenios, era un ferviente “antiperonista”, según cuentan los que lo
trataron. Tuvo una guerra especial con los Kirchner. Con el DNU de
Milei, un artículo cortó con las obligaciones (niveles mínimos de
producción y cuestiones ambientales) que tenían los ingenios. El
artículo se conoce como “el artículo Ledesma”.
El cuarto hombre de
contención a la crítica es la francesa Peugeot. Rodrigo Pérez Graciano
es el hombre en la UIA. Fue uno de los que eligió subirse al avión que
llevó a Milei a Roma, al encuentro con el Papa Francisco. Graciano
integra, además, la Cámara Argentina de Comercio (CAC), una de las
entidades más alineadas con el mileísmo. Paradójicamente, la industria
de los autos es una de las más dañadas por la crisis, con caídas en las
ventas, producción y exportaciones.
Los que se desmarcan
No hay
forma de decir que son opositores al Gobierno, pero sí tienen en claro
que no pueden seguir presos de la decisión de la cúpula, mientras sus
negocios padecen. "Acá hay un mar de fondo grande, les decimos que
hablen más de la crisis, pero no quieren, no se meten", contó a este
diario una importante fuente de las pymes que conviven en UIA y son el
80 por ciento desempoderado del esquema fabril. Esa misma fuente
puntualizó que, "como nunca, un departamento pymi se le para de manos a
los grandes".
Otro se quejó diciendo que "vamos a ser, en breve, la
Unión de Importadores Argentinos, eso van a representar las siglas de
UIA". Se refiere, naturalmente, a que el escenario se está poniendo, con
el dólar pisado y el mercado interno muerto, en un plan cuasi
noventista de favorecimiento de mercaderías foráneas.
Ante este
contexto, el primero en desmarcarse fue la cámara de metalúrgicos
ADIMRA. Su presidente, Elio del Re, expuso en el Congreso y se reunió
con Abel Furlán, el jefe de la UOM, para denunciar el riesgo de perder
300 mil empleos por el RIGI. Lo propio hizo la Federación de
Industriales de Santa Fe (FISFE), que presentó en el parlamento un
documento alternativo al RIGI y alertó por el derrumbe de las fábricas
de la zona núcleo. Esto se hizo a contramano de la decisión de la UIC,
la UIA de Córdoba, que se inclinó por seguir el silencio mandado por los
gigantes. Luis Macario, productor de maní y presidente de UIC, sólo
tuvo críticas por la no baja de retenciones que hizo Milei. Esa crítica
es del 2023. De allí para acá, el silencio.
De los que se pueden
considerar grandes o poderosos dentro de UIA, sólo Isaías Drajer,
empresario laboratorista de la cámara CILFA es el único que en las
reuniones se juega algo más y reclama hablar de la crisis. Una rareza.
El otro es Diego Leal, de la UIA de San Luis y la cabeza del
departamento PYmi. A ese puede sumarsele la crítica de Román Queiroz, de
la Federación de Madereros FAIMA, que hace tiempo movió el avispero
cuando vio que la crisis empezaba a escalar. Todos son casos muy
aislados. La foto actual es que, ante la crisis, hay una dispuesta más
expuesta, pero los grandes siguen pesando y hoy parecen tener otro plan
que no es el de sostener la activida