La CGT vuelve a la calle para enfrentar a Milei. La primera expresión callejera será la marcha del 7 de agosto. "Pegar y salir", es la táctica elegida y el plan se definirá en un plenario de regionales. La conducción del PJ. Por Felipe Yapur. La CGT abandona la pasividad en la que había ingresado tras el paro general del 9 de mayo. Y es que los sectores más dialoguistas finalmente se convencieron de que las charlas que había abierto el gobierno de Javier Milei no iban a ninguna parte. O peor, la Casa Rosada ignoró todo lo conversado para profundizar el ajuste y destruir la legislación laboral.
Los datos son funestos: el consumo cayó casi 10 por ciento respecto a
mayo, la pobreza crece sin freno y el desempleo despega. En este
contexto, durante la última reunión del consejo directivo, se concluyó
que "el gobierno hizo todo para que volvamos a la calle" y se acordó
elaborar un nuevo plan de acción. La primera actividad será la marcha
del 7 de agosto, el día de San Cayetano, donde confluirá con las dos CTA
y los movimientos sociales. El resto deberá ser aprobado en un plenario
de regionales, pero algunos integrantes de la conducción ya hablan de
aplicar la táctica de "golpear y retirarse" a ver qué hace la Rosada
porque, como coincidieron todos los integrantes del consejo directivo,
"estamos solos sin conducción política (partidaria)".
En el principio
A
pocos días de asumir, el ministro de Economía, Luis Caputo, anunció una
devaluación del 118 por ciento. La economía sufrió frenazo que se
sintió de inmediato en los bolsillos de los trabajadores. El inicio del
ajuste en el Estado no se hizo esperar y tampoco las protestas y
movilizaciones de los sindicatos. De inmediato la CGT, la más grande del
país, reaccionó. Primero fue a la justicia, con movilización incluida,
con un amparo para frenar el capítulo laboral del DNU 70/2023. Luego, y
junto a las dos CTA, anunció un paro con movilización cuando solo habían
transcurrido 44 días de gobierno libertario. Fue el 24 de enero. No
terminó allí. Luego se sucedieron otras grandes movilizaciones donde la
central participó, como las del 8 y 24 de marzo y la de la universidad
en abril y el segundo paro general del 9 de mayo. Sin embargo, a partir
de ahí se produjo una especie de calma chicha cegetista que no se
correspondía con lo que sucedía en las calles. El gobierno supo en ese
momento tocar esa fibra interna del sector mayoritario de la CGT, la del
diálogo antes que la acción, y los grupos conocidos como "gordos" e
"independientes" se sentaron con el secretario de Trabajo, Julio
Cordero, a ver si la nueva ley Bases no se las agarraba con la
legislación laboral y, además, con las obras sociales. Cordero se mostró
receptivo y predispuesto a las reclamos de los dirigentes sindicales.
Mientras, como si fuera un especie de tábano, el triunviro y secretario
adjunto de Camioneros, Pablo Moyano, les decía que era "una pérdida de
tiempo". Que nada bueno iba a salir de esas conversaciones. Pero pudo
más el gen "dialoguista" hasta que se sancionó la ley Bases sin que el
peronismo en el Congreso pudiese evitar la reforma laboral que la UCR se
había incorporado al proyecto.
Ese cambio de táctica por parte de
"gordos" e "independiente" hizo que el intento de movilizar que llevó
adelante Moyano cuando se sancionó la ley Bases no surtiera el efecto
deseado.
Regreso a la calle
A pesar de la diferencia de tácticas
utilizadas, tanto Héctor Daer como el propio Moyano reconocen que la
unidad de la CGT no estuvo en peligro. "Estos tres giles hablan todos
los días", le dijo a los periodistas el día que se reunió el consejo
directivo y hacía referencia a él, Moyano y Carlos Acuña que forman el
triunvirato.
Antes de concluir en la necesidad de recuperar la
iniciativa, en la reunión del consejo directivo se habló mucho de los
problemas propios de cada gremios, también de la responsabilidad del
gobierno ante su sordera frente a los reclamos sociales. Lo señalaron
como la principal causa del retorno a las protestas, pero también se
podría decir que hubo una especie de autocrítica. Algunos de los
dirigentes allí presentes reconocieron que es preciso actuar con mucha
intensidad para "no perder la confianza de los trabajadores de nuestros
sindicatos o quedaremos pintados".
Para eso señalaron que es
imprescindible que todo lo que se organice deber ser un éxito en
convocatoria. En esa línea se inscribe la marcha del próximo miércoles.
Por caso, Moyano afirmó, durante una entrevista con el programa radial
"Rezá por mí", que será la continuidad de lo que se inició en diciembre
pasado: "Vamos con la consigna histórica: paz, pan y trabajo. Y más allá
de pedirle a San Cayetano, será una jornada de protesta en paz y
multitudinaria. Los reclamos son contra la recesión, los despidos,
contra la reforma laboral, en contra que los trabajadores paguen
ganancias y para que se entregue los alimentos a los comedores y
merenderos”.
Los planes
El fracaso de las conversaciones con el
gobierno fue la principal razón para que el sector dialoguista retome la
táctica de Moyano de mantener activa la protesta. Según relató uno de
los presentes, uno de los principales referentes de los dialoguistas fue
el que propuso cómo debían implementarse las futuras medidas de acción
directa contra el gobierno: "golpear y salir". La propuesta, afirman,
salió de la boca del titular de UPCN, Andrés Rodríguez.
La idea del
líder de gremio de empleados estatales fue aceptada por los integrantes
del consejo. Resta definir qué es golpear y que implica salir, porque
para muchos la propuesta les hizo acordar a las tácticas de la guerra de
guerrillas.
Más allá de esta reminiscencia, lo cierto es que este
plan de acción debe ser refrendado antes por un plenario de regionales.
La intención es convocarlo para la segunda quincena de agosto. El
encuentro será en el salón Felipe Vallese de la CGT y hasta allí deberán
llegar los representantes de las casi 75 regionales que tiene la
central obrera.
La intención es que todas las acciones propuesta
tengan siempre la participación de las dos CTA y también las
organizaciones sociales que son las que aglutinan a ese universo de
trabajadores no registrados que están fuera del mundo sindical.
Por
supuesto que siempre queda entre los dirigentes gremiales la queja
quepor ahora no tiene resolución: la ausencia de conducción política
desde el peronismo. Lo sintetizan con un lacónico "estamos solos". Otros
agregan que "la dirigencia política del PJ se suma a nuestras acciones,
están en todos los actos pero no convocan, el partido no convoca". El
problema por ahora solo está planteado y la dirigencia política no les
dio una respuesta.