Un abrazo colectivo para que nadie pase solo la Navidad. Movimientos sociales organizaron por octavo año consecutivo la cena de Navidad en Congreso, pero quienes se acercaron se llevaron mucho más que un plato de comida. Por Eva Rey. Una marea humana transformó en pocas horas la Plaza Congreso en el patio de una familia enorme. Adentro del Palacio Legislativo, el eco de las leyes que en el primer año de Javier Milei como presidente golpearon duramente a las clases trabajadoras. Afuera, una fiesta callejera reunió a miles para compartir la Nochebuena.
Desde la tarde del martes 24 de diciembre, voluntarios, personas en
situación de calle, o que simplemente no querían pasar solas la Navidad,
protagonizaron un abrazo colectivo que significó mucho más que una
cena. La Navidad Solidaria en Congreso se celebra desde hace ocho años, a
pesar del calor, el frío o la lluvia. El Movimiento de Trabajadores
Excluidos (MTE), Nuestra América, Proyecto 7 y la Unión de Trabajadores y
Trabajadoras de la Economía Popular (Utep) organizaron el convite de
este año, para que ninguna persona pase sola una fecha tan movilizante.
Esta Navidad, más de 2.500 vecinos de la Ciudad y el Conurbano
respondieron el llamado y se sentaron a la mesa. La difusión del evento
solidario más grande del año buscó, principalmente, juntar donaciones
para costear los gastos operativos, juguetes para los más chicos, y
sumar voluntades para servir las mesas, porque los vecinos sin techo ya
sabían del encuentro con mucha anticipación y no necesitaron un flyer de
invitación. "No le vamos a resolver la vida a nadie, pero esperamos que
sea una noche distinta", dijo Sergio Sánchez, dirigente del MTE,
durante una de las capacitaciones para voluntarios que se hizo en el
patio del comedor que la organización tiene en Constitución, en la
previa a la gran noche.
En primera fila
El martes había amanecido
lluvioso, pero el viento fresco de un atípico diciembre en Buenos Aires
barrió con los nubarrones y para la tarde el Sol le dio la bienvenida a
los primeros voluntarios que llegaron a la plaza. Desde las 4 de la
tarde, frente al Congreso, empezaron las actividades para chicos, los
cortes de pelo y las clases de primeros auxilios a cargo de la Cruz
Roja.
Daria y Natalia, dos amigas que participaron por primera vez,
se interesaron en la propuesta por motivos bien diferentes. “A mí me
gusta que es apolítico, que es simplemente ayudar al otro sin una
consigna política partidaria”, comentó Daria, que se enteró de la
búsqueda de voluntarios por una amiga que compartió la convocatoria en
redes sociales.
Por el contrario, a Natalia la atrajo, justamente,
“la consigna política”. “No me gusta lo que hace el gobierno,
obviamente, y quiero hacer cualquier cosa que manifieste que no estoy de
acuerdo”, expresó. Las dos, además, son de la comunidad rusa y no
suelen festejar la Navidad, a menos que compartan la celebración con
familias argentinas.
Por su parte, Marina, otra de las miles de
voluntarias, participó de la cena por cuarto año consecutivo y contó que
con la experiencia pudo darle otro sentido a la Navidad. “Si no sos
creyente o si la Navidad te importa muy poco, es una linda forma de
resignificarla, de encontrarle algo distinto a lo que capaz uno asume. Y
también porque es un acto de humanidad para con el otro y es lindo”,
aseguró desde la fila de acreditaciones.
También dieron el presente
militantes de diversas organizaciones sociales, como Luciana, que
decidió anotarse porque su hija iba a pasar la Navidad con el padre,
alejada de la idea comercial de la fecha y con ganas de buscar otros
lugares en los que sentirse identificada. "Es un pequeño granito lo que
uno puede hacer desde su lugar, muy chiquitito, pero creo que suma. Y en
este momento hay que sumar y no restar", aseguró.