Cuando el presidente Javier Milei se fijó en Patricia Bullrich para conducir la cartera de Seguridad nacional, vio en ella no solo a la aliada que le permitió ganar la segunda vuelta en 2023, sino también a alguien que le garantizaba la idea de orden a cualquier costa y un vínculo directo con las cúpulas de las fuerzas federales de seguridad y las principales agencias del mundo, fundamentalmente de Estados Unidos e Israel. Se trataba, para la narrativa del libertario, de una dirigente experimentada que había trabado una “guerra sin cuartel”, así tituló su libro, contra el crimen organizado y las presuntas amenazas externas a las que se había enfrentado entre 2016 y 2019. Será por eso que desembarcó en el Gobierno de Milei prácticamente con el mismo equipo que condujo durante el mandato de Mauricio Macri.