(de la ciudad de Roma al mundo entero) tras la santa misa presidida por
el Cardenal Angelo Comastri, por decisión del Pontífice. El tradicional
mensaje pascual fue leído este año por Monseñor Diego Ravelli, Maestro
de las Celebraciones Litúrgicas del Sumo Pontífice. Este gesto, lleno de
esperanza y de fe, marcó no solo la celebración de la Resurrección de
Cristo, sino también un testimonio de su fortaleza y dedicación
pastoral, a pesar de las adversidades físicas que ha enfrentado en las
últimas semanas. Otro momento especialmente conmovedor ocurrió al final,
cuando Francisco se subió al papamóvil y recorrió la Plaza de San
Pedro, saludando a los numerosos peregrinos presentes, felices de verle.
El Papa recorrió la Plaza de San Pedro a bordo del papamóvil tras la
bendición "Urbi et Orbi" del Domingo de Pascua, 20 de abril de 2025. El
Obispo de Roma enfatizó que "desde el sepulcro vacío de Jerusalén llega
hasta nosotros el sorprendente anuncio: Jesús, el Crucificado, «no está
aquí, ha resucitado» (Lc 24,6). No está en la tumba, ¡es el viviente!".
Asimismo, resaltó que "el amor venció al odio. La luz venció a las
tinieblas. La verdad venció a la mentira. El perdón venció a la
venganza. El mal no ha desaparecido de nuestra historia, permanecerá
hasta el final, pero ya no tiene dominio, ya no tiene poder sobre quien
acoge la gracia de este día".
Mensaje y bendición "Urbi et Orbi" en el Domingo de Pascua, 20 de abril de 2025.
Dirigiéndose
a quienes sufren el dolor y la angustia, Francisco les dijo que "sus
gritos silenciosos han sido escuchados, sus lágrimas han sido recogidas,
¡ni una sola se ha perdido!". “En la pasión y muerte de Jesús, Dios ha
cargado sobre sí todo el mal del mundo y con su infinita misericordia lo
ha vencido; ha eliminado el orgullo diabólico que envenena el corazón
del hombre y siembra por doquier violencia y corrupción. ¡El Cordero de
Dios ha vencido! Por eso hoy exclamamos: «¡Cristo, mi esperanza, ha
resucitado!» (Secuencia pascual).” El Santo Padre recordó que la
resurrección de Jesús es el fundamento de la esperanza y que a partir de
este acontecimiento, esperar ya no es una ilusión. "Gracias a Cristo
crucificado y resucitado, la esperanza no defrauda. ¡Spes non confundit
(cf. Rm 5,5)! Y no es una esperanza evasiva, sino comprometida; no es
alienante, sino que nos responsabiliza", escribió Francisco. “Los que
esperan en Dios ponen sus frágiles manos en su mano grande y fuerte, se
dejan levantar y comienzan a caminar; junto con Jesús resucitado se
convierten en peregrinos de esperanza, testigos de la victoria del Amor,
de la potencia desarmada de la Vida.”