El próximo paso para que esto finalmente se concrete lo dará el
Ministerio de Economía, a cargo de Luis Caputo, que “dictará las normas
operativas y complementarias que resulten necesarias” y dará luz verde a
la Agencia de Transformación de Empresas Públicas, la unidad ejecutora
especial temporaria creada para desguazar el Estado. A través de un
comunicado, desde el Gobierno se preocuparon a instalar la maliciosa
idea de que Enarsa “requirió transferencias millonarias del tesoro
nacional” para sostener su propia estructura que “no ha dado los
resultados esperados y ha sido incapaz de dar una solución eficiente y
rentable para el Estado nacional y la gestión de los servicios
públicos”. Por eso, su privatización “apunta a ordenar el funcionamiento
del Estado y permitir que el sector privado, con capacidad de inversión
y experiencia, asuma la gestión de actividades como la transmisión
eléctrica”.
A través de un texto lanzado por los canales de
comunicación del Gobierno, se sostuvo que “la medida busca mejorar el
servicio, fomentar la competencia y garantizar precios reales y
sostenibles para todos los argentinos”. “El sector privado no solo puede
hacerlo mejor –aduce el comunicado-, sino que además es el motor
natural de la inversión, el empleo y la innovación”. Lo cierto es que la
venta de Enarsa significará trasladar al sector privado una estructura
que durante 20 años realizó estudios, exploración y explotación de
yacimientos de hidrocarburos, así como también tareas de transporte,
almacenaje, distribución y comercialización e industrialización de esa
materia prima y sus derivados.
El mensaje del Gobierno es que ahora
“el Estado se enfoca en lo que debe hacer: organizar, regular y cuidar
el buen funcionamiento del sistema energético”.