La imagen del presente dialogó con otra del pasado, distante en años
pero cercana en sentido: la fría tarde de julio de 2009, cuando Néstor
Kirchner se acercó a un acto de Carta Abierta tras la derrota de medio
término y llamó a volver a juntarse para discutir, construir y
“armonizar un proceso de transformación”. Entonces, como ahora, Parque
Lezama fue el escenario de una convocatoria cargada de densidad
política. Antes del mensaje de CFK, habló su hijo, Máximo Kirchner.
Parado frente al micrófono y con la misma disposición que en aquel acto
refundacional, inauguró una nueva fecha en el calendario peronista: el
18 de junio, “el día de la dignidad de un pueblo que no se calla”. La
expresidenta también se encargó del gobierno de Javier Milei y del
protocolo de Patricia Bullrich, a quién llamó "fracasada".
San José
1111 amaneció sitiado. Vallas, carros de asalto, efectivos de Infantería
de la Policía Federal, camiones de traslado. Un dispositivo para
amedrentar y provocar en la antesala del banderazo convocado horas
antes. Desde su cuenta de X —todavía no vedada—, Cristina Fernández de
Kirchner pidió “sabiduría y templanza” y propuso redireccionar la
concentración hacia el auditorio del Parque Lezama. “Que además es un
lugar hermoso y hay un solazo peronista y maravilloso”, escribió con una
pluma casi poética, buscando desactivar la movilización frente a su
casa y trasladarla a un espacio más seguro, libre de hostigamientos. El
despliegue policial en los alrededores de su domicilio y a la altura de
Canal 13 fue una réplica de los operativos que Patricia Bullrich monta
cada miércoles en el Congreso, y que invariablemente terminan de la peor
manera.
Cerca de las cinco de la tarde, la gente empezó a llegar al
parque. Ese mismo Parque Lezama que Javier Milei intentó usar en
septiembre del año pasado para lanzar su espacio político a nivel
nacional, en una noche desangelada, contrastó con la postal de este 20
de junio: un sol tibio que dio tregua al frío, familias y grupos de
amigos llegando con el mate en brazo, banderas al hombro y música de los
Redondos. Entre los primeros en arribar, se vio a los diputados
Leopoldo Moreau y Paula Penacca; a la intendenta de Quilmes, Mayra
Mendoza; al exsecretario de Derechos Humanos de la Nación, Horacio
Pietragalla; y al senador nacional Wado de Pedro. Se ubicaron a un
costado de las torres de sonido que se montaron apenas dos horas después
de que Cristina Fernández de Kirchner lanzó la convocatoria en sus
redes. “Le dijimos que era muy sobre la hora para cambiar de lugar y,
sin embargo, mirá toda la gente que vino”, comentó uno de los diputados
presentes. Y agregó: “Nunca es una buena idea no escuchar lo que dice
Cristina”. Para las cinco de la tarde, el auditorio de Parque Lezama
estaba colmado. La expectativa crecía minuto a minuto. Como el martes en
Plaza de Mayo, fue nuevamente Cristina Kirchner quien definió el
formato y marcó el pulso del acto. Frente al auditorio colmado, Máximo
Kirchner, que viene levantando su perfil político en los últimos días,
fue el único orador, además de los dos mensajes de su madre. La escena
remitía inevitablemente a aquella asamblea del 4 de julio de 2009,
cuando su padre, Néstor Kirchner, participó de un acto de Carta Abierta
pocos días después del duro revés electoral de medio término. Eran
tiempos tensos para el kirchnerismo: la batalla por las retenciones aún
dejaba esquirlas y el Grupo Clarín ya se había posicionado como su
principal enemigo mediático. Desde ese escenario, el expresidente mostró
su semblanza militante: “Tengo la alegría interior de sentirme con más
fuerza que nunca para dar la batalla que haya que dar desde los lugares
que haya que darla”. Y trazó un horizonte político: “Juntarnos a
discutir, a construir y tratar de armonizar en el país un proceso de
transformación y de cambio. Eso es lo más importante”.
Dieciséis años
después, su hijo retomó esa línea histórica en un contexto también
adverso. “Una de las primeras condiciones que necesitamos para
reorganizarnos es ser ordenados, disciplinados y tener una conducta
inquebrantable ante las provocaciones, los aprietes y las injustas
sentencias”, sostuvo Máximo Kirchner mientras la gente lo escuchaba con
atención. Para cerrar, trazó el objetivo de fondo: “Que podamos
organizarnos y juntar una mayoría política para que en el 2027 la
Argentina vuelva a recuperar la senda que nunca debió abandonar aquel 10
de diciembre de 2015”. Un acto de memoria activa, con la mirada puesta
en el futuro.
Entonces sonó primero Aurora y luego un cantante lírico
entonó las estrofas del Himno Nacional, mientras las banderas flameaban
sobre el parque. “Hola, ¿qué tal? ¿Cómo están todos?”, se escuchó.
“Bueno, de San José 1111 a Parque Lezama, que es un lugar lindísimo,
además”, dijo Cristina Fernández de Kirchner, una vez más con su voz
proyectada desde dos torres de sonido.
Organizar, clarificar y volver
es el plan de acción que la expresidenta trazó para el peronismo.
Detenida en su casa, pero políticamente hiperactiva a pesar de las
restricciones judiciales, cada una de sus intervenciones tiene un
objetivo: ordenar y orientar. “Ya estamos casi en dos dígitos de
desocupación en los principales centros industriales del país,
retornando a los peores recuerdos de nuestra Argentina”, advirtió. Y
agregó: “Un modelo insostenible en la práctica y en los hechos. Un
modelo que, indefectiblemente, tarde o temprano se cae”. Por eso,
insiste, el peronismo debe estar organizado. Para volver a gobernar.
Para volver con un proyecto.
El mensaje de Cristina Fernández de
Kirchner no solo trazó una hoja de ruta para el peronismo, sino que
también fue una advertencia clara y un gesto de cuidado hacia su
militancia. Pidió expresamente no volver a su domicilio. Sabía lo que
estaba en juego: una posible emboscada con el “único objetivo de
provocar conflicto y caos” y utilizarlo como excusa para revocar su
prisión domiciliaria. Por eso, llamó a terminar la jornada sin
tensiones, sin provocaciones, con alegría. Así todo, un grupo de
militantes volvió a San José entrada la noche.
Cristina Kirchner
suele autodefinirse como una militante peronista. En efecto, lo es. Una
militante que aprendió de la sangre derramada tras la proscripción de su
líder, y también del espíritu de Néstor Kirchner. “La patria —que no es
ni más ni menos que el pueblo mismo— también, una vez más, necesita ser
defendida”, sostuvo, marcando el tono de época. Desde su casa, volvió a
encauzar: “Esta nueva etapa exige nuevas actitudes y exige también
mucha sabiduría, mucha creatividad, mucha templanza y mucho, pero mucho
coraje para organizar, para clarificar y para volver”, expresó,
reafirmando que el desafío no es solo resistir, sino reconstruir con
inteligencia colectiva. “Quedémonos con la foto más linda, que es la
foto todos juntos, las banderas argentinas, con alegría, con amor, con
fuerza” dijo para cerrar.
El fin de semana comenzará una nueva etapa,
más pragmática: la de las definiciones electorales. Los actores lo
saben. No hay margen para reconstruir sin unidad. Serán semanas intensas
hasta mediados de julio, cuando deba presentarse la estrategia y las
listas de candidaturas para la elección desdoblada en la provincia de
Buenos Aires.