CAPITALISMO Y ASISTENCIALISMO
Por: Norberto Alayón (*)
Cabría igualmente un par de reconocimientos: a) el capitalismo ha
contribuido al desarrollo de la sociedad, aunque simultáneamente condujo
a reproducir desigualdades estructurales; y b) nuestros países han
venido padeciendo un doble sufrimiento, por la presencia del capitalismo
y también por la falta de desarrollo capitalista.
Por ejemplo, el carácter parasitario y ocioso de nuestra tradicional
oligarquía, que se constituyó como una suerte de “clase capitalista no
burguesa”, obstaculizó el desarrollo industrial del país, manteniendo en
muchos casos relaciones de tipo cuasi feudal. La enorme riqueza,
obtenida por las grandes extensiones de campos y por la renta
diferencial de la tierra, condujo a estos sectores a evidenciar un
comportamiento exento de “dinamismo burgués” y anti industrialista. Con
semejantes ganancias, los terratenientes no estaban interesados en
reinvertir sus beneficios.
Tal vez, de este origen “naturalmente perezoso”, nuestras “burguesías
nacionales” hayan encontrado una suerte de modelo productivo a imitar,
ligado a la búsqueda de ganancias desmedidas, con un mínimo de riesgo e
inversión o bien aprovechando protecciones, prebendas, abusos y saqueos
sobre el Estado para que respaldara sus intereses privados, por sobre el
bienestar del conjunto de la sociedad. Con frecuencia, esta violación
de la esencia misma del funcionamiento capitalista, ligada a la
inversión y al riesgo, constituye una conducta obstinada: quieren ganar
fortunas -y además en el menor tiempo posible- sin correr prácticamente
ningún tipo de riesgos.
De todos modos este capitalismo, aún escuálido y atrasado, genera cierto
desarrollo aunque -a la par, por supuesto- habilita el mantenimiento de
la pobreza y la desigualdad. Si la acumulación por parte de un sector
social se basa en la apropiación diferenciada de la riqueza y en una
distribución desigual, la construcción y cristalización de sectores
ricos y pobres se transforma en algo “natural”, inherente a las propias
características del modelo de funcionamiento social. De ello deriva la
existencia de sociedades duales, con polos opuestos de altísima
concentración de riqueza por un lado y de enorme concentración de
exclusión y pobreza por el otro.
Cuando aumenta la pobreza y la indigencia y se acrecienta la
conflictividad social poniendo en riesgo la estabilidad y continuidad
del sistema social, se tiende a recurrir a determinadas formas de
repartijas escasas para paliar mínimamente las situaciones extremas, en
la perspectiva del control social, del disciplinamiento y de la
construcción de sujetos subordinados y dependientes. El asistencialismo
emerge, entonces, como una particular excrecencia del propio sistema
capitalista imperante.
El no reconocimiento de los problemas sociales como derechos humanos
suprimidos o restringidos y la distribución mínima para sólo atenuar y
controlar los conflictos sociales generados por las carencias extremas,
constituyen la base de las propuestas asistencialistas. Se trata, en
concreto, de repartija y control ideológico-político hacia la
reproducción del orden social vigente.
Surge, entonces, el interrogante de cómo interferir en la perversa
lógica de las prácticas asistencialistas. Consideramos que se puede y se
debe concretar por medio de la acción del Estado, a través de vigorosas
políticas públicas de redistribución de riqueza que garanticen
derechos, en la perspectiva de contribuir a la autonomización de los
sujetos, lo cual -a su vez- fortalece el funcionamiento democrático y el
tránsito hacia la construcción de una sociedad más justa.
Se requiere de un Estado que, aún capitalista, opere decididamente como
regulador y garante pleno del interés general de la sociedad, y en
particular de los sectores más vulnerados, por sobre el interés privado
de los sectores del capital.
En suma, un Estado que, aún sin trastocar de raíz la lógica central del
capitalismo, pueda sentar las bases para ir construyendo una democracia
sólida con derechos sociales extendidos, lo cual configurará
estratégicamente otro tipo de sociedad, otro tipo de sistema social, que
no tenga que apelar al infame e inmoral asistencialismo.
Buenos Aires, Agosto de 2012.