Esto se concatena con toda una lucha, estamos viendo ahora justamente lo
que significa la agresión cultural de los medios corporativos, tanto
internos como externos. Esto lo sufrió también la Confederación a través
de una prensa pro imperialista que estaba en la llamada Nueva Troya que
era Montevideo. A la cual también responde la Confederación con un
periódico escrito en tres idiomas que se llamaba “El gran americano”,
llevado adelante por un intelectual brillante y últimamente olvidado que
fue Pedro D’Angelis. Lamentablemente los mismos problemas que sufrió la
Confederación Argentina, que un gran historiador llamado Fermín Chávez
lo llama un proyecto olvidado –yo creo que fue un proyecto abortado
porque fueron años en que Argentina gozó verdaderamente de una soberanía
y un gobierno propio de la misma manera que del ´45 al ´55-, en este
momento estamos en la misma lucha.
APU: En toda esta recuperación de la figura de Rosas ¿Qué rol jugó el Instituto?
JLMA:
El Instituto Juan Manuel de Rosas fue creado en la década del ‘30,
tiene prácticamente como 80 años. Surgió por la iniciativa de un grupo
de intelectuales de diversos orígenes. Algunos venían del nacionalismo,
otros de un nacionalismo católico como el gran novelista Manuel Gálvez
pero también había gente como Scalabrini Ortiz o como Jauretche, que
posteriormente crearon Fuerza de Orientación Radical Joven Argentina.
Ese es el Instituto, pero fundamentalmente el revisionismo comienza con
la figura Adolfo Saldías. En este momento, las grandes academias hablan
peyorativamente del revisionismo como un invento flor de ceibo, un
invento argentino y no es así.
Todo país tiene su historia
revisionista, todo país ha tenido una historia oficial y ha tenido una
historia oculta y eso se ve actualmente en el revisionismo que está
haciendo la República Francesa con respecto a su colaboración a la
Segunda Guerra Mundial. El revisionismo que está haciendo la escuela
Histórica Italiana con respecto a la época de la monarquía de los Saboya
y el que hacen los propios ingleses con respecto al período Tudor. Acá
se impuso una política de la historia que la impone Mitre. Es un
proyecto de país para el cual necesitan hacer una mitología, necesitan
construir un relato propio que se impone.
Ese revisionismo a
través del instrumental que fue el Instituto que comienza en el ´30, una
publicación constante de desmitificación de todo este parnaso que nos
habían construido y que todavía continúa. Nosotros hemos sacado, después
de varios años, un número de la revista con publicaciones bastante
originales y que son prácticamente 500 páginas. Porque vamos a tener que
hacer un revisionismo, más adelante, respecto de algo que sucedió hace
30 años: la recuperación de nuestras Islas Malvinas. Si me permitís
pasar el aviso, tenemos nuestra sede en Montevideo 641, contamos con una
biblioteca que integra la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares
Adolfo Saldías y tenemos actividades que son públicas.
APU:
Hacías mención a Malvinas. Esta semana estuve leyendo algunas
exposiciones de John William Cooke en el Parlamento y me llamó la
atención una de ellas en la que hacía una fuerte defensa de Juan Manuel
de Rosas en cuanto a su rol respecto a las Islas. Porque se lo acusaba
de haber sido entreguista y Cooke hace una defensa interesante.
JLMA:
Eso es una falacia que se inventó, que Rosas quería venderles las
Malvinas a los ingleses. Nosotros le hicimos un homenaje a Cooke el año
pasado porque él fue vicepresidente del Instituto Juan Manuel de Rosas
durante la presidencia de José María Rosa. Algo bastante olvidado por
los “nacionalistas” es que Cooke fue uno de los creadores de la Comisión
de Repatriación de los restos de Rosas. Este supuesto trueque del que
se habla plantea que Rosas les decía a los ingleses: “Yo les doy las
Malvinas pero ustedes me perdonan la deuda de la Baring Brothers”, el
empréstito que tomó Rivadavia y que se terminó de pagar a principios del
siglo pasado. Hay varias interpretaciones pero hubiera sido un
disparate porque, si Inglaterra hubiera aceptado, implícitamente hubiera
estado aceptando que había soberanía argentina sobre las Islas.
Ese
es el argumento que desarrolló John W. Cooke. Él tuvo una trayectoria
bastante especial, venía del radicalismo, después tuvo un período muy
fuerte en el nacionalismo revisionista y en el peronismo y terminó en
posiciones socialistas. El homenaje nos trajo bastantes críticas de
nacionalistas ultramontanos pero la de Cooke es una figura sumamente
interesante, me alegro que hayas recordado esto porque dicha defensa
salió publicada en la revista del Instituto. Casualmente, en nuestro
edificio funciona también la Comisión Nacional de Familiares de Caídos
en Malvinas e Islas del Atlántico Sur que ahora está organizando los
homenajes por el 2 de abril, porque el año pasado se cumplieron los 30
años de la guerra y este año se cumplen los 180 años del despojo, el
conflicto permanente que tenemos y que más adelante evolucionará en otro
conflicto con respecto a la Antártida.
APU: ¿Cuál sería, en tu consideración, la herencia que deja Juan Manuel de Rosas?
JLMA:
Fundamentalmente la afirmación cultural en todo. Una identidad nacional
que estaba por el criollismo, que trata de ser unida por lo que
significan los ideales de Caseros, el europeísmo, el cipayismo y
posteriormente es rescatada por José Hernández. Una verdadera conciencia
de Nación, porque la Confederación tenía en ese momento proyectos en
las provincias que eran prácticamente autónomos, no nos olvidemos que
hubo caudillos que después se enfrentan a Mitre pero que, en su momento,
tuvieron conflictos también con Rosas. Eran 14 “ranchos” los que
declararon la Independencia y estábamos bastante aislados y en
permanente conflicto entre si. Caseros no puede destruir la conciencia
de ser un país que iba desde La Quiaca hasta Bahía Blanca -no
se había avanzado sobre los territorios patagónicos-, pero había ya
armada una conciencia de Nación y eso es lo fundamental que rescatamos.
Porque el golpe contra Rosas fue una avanzada completamente antinacional
financiada por Gran Bretaña y propulsada por los intereses brasileños.
Obviamente
que cuando hablo de Brasil me refiero a un Brasil esclavista e
imperial, no el Brasil de este momento, republicano, nuestro principal
aliado comprometido en una lucha de Patria Grande. Ésa es otra cosa que
deja Rosas, el concepto de Patria Grande, es decir, al no aceptar la
independencia de Paraguay y de la Banda Oriental, no es que estaba
tratando de sojuzgar sus derechos autonómicos sino no hacerle el juego
de la balcanización, la fragmentación del continente, a Gran Bretaña.
Eso es lo más importante, la unión nacional en vistas de una posición
continental de Patria Grande que, al fin de cuentas, era el sueño de los
Libertadores que en ningún momento se llamaron venezolanos ni
argentinos sino, siempre, americanos. Cooke y Rosa le decían “El gran
americano” y así lo plantea San Martín cuando le lega el sable en su
testamento, por su firme defensa de la soberanía, no en la batalla de
Obligado, en la “Guerra del Paraná”, guerra que se ganó porque la
confederación británico-francesa aceptó todas las cláusulas que impuso
la Confederación Argentina.
APU: Ahora recuerdo que esta
discusión aparecía en el debate parlamentario entre Cooke y los
diputados de la posición contraria quienes, como en una especie de
“chicana” histórica decían que no era alguien a quien reivindicar como
nacionalista ya que sus últimos días los pasó en Gran Bretaña. ¿Por qué
termina los últimos años de su vida allá?
JLMA: Él termina sus
días en Gran Bretaña e incluso San Martín vivía en el 3º piso del
edificio de un médico que lo admiraba, en la ciudad portuaria de
Boulogne Sur Mer porque estaba a punto de embarcarse para Londres, ya
que en ese momento, Europa vivía enormes turbulencias. Venía de la
revolución de 1830, la de 1845 contra Luis Felipe, que es justamente la
época de la Guerra del Paraná pero posteriormente viene el levantamiento
de la Comuna, las llamadas 1ª y 2ª Internacionales y Europa vivía
absolutamente convulsionada. En ese momento, el único país que mantenía
un cierto orden, aunque más no fuera por su criterio insular, era Gran
Bretaña. Acusar de imperialistas a Rosas o a San Martín por irse a vivir
a Gran Bretaña es lo mismo que acusar de agentes de la CIA a montones
de latinoamericanos que se exiliaron dentro de EE.UU., eso no tiene
sentido.
Lo que sí es peligroso es que acá hay, no solamente una
calle sino también una localidad que se llaman Florencio Varela, un
hombre que viajó a Londres para decir: “Si me ayudan a voltear al tirano
les entregamos la mesopotamia” e inclusive, hubo argentinos que estaban
embarcados en la flota que vino a bombardear las barrancas de Obligado.
Había varios motivos (para el exilio en ese destino), lo que sucede es
que en ese momento, Europa vivía convulsionada no sólo por las
revoluciones sino que era el comienzo de los grandes movimientos
sociales, prácticamente el surgimiento del proletariado en Europa
occidental.